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El Atlas de Zemeckis

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Ayer volvimos al futuro con Robert Zemeckis en su película Here, un experimento de vanguardia fiel a la obra del director de proyectos pioneros en la industria como Quién engañó a Roger Rabbit, Forrest Gump y Polar Express, por solo mencionar tres de sus largometrajes de avance en el desarrollo de efectos especiales, a partir de historias asombrosas y envolventes.

El filme toma el camino de un cine de autor, dentro de los predios de los estudios de Hollywood, sin parangón en la actualidad.

Por eso, la cinta resulta refrescante y discordante con la oferta saturada de secuelas y franquicias de superhéroes.
Pero en la actualidad, el carácter singular de un realizador así no llena las salas como antes, al obtener 15 millones en taquilla de su presupuesto de 50.

Sin embargo, el factor económico es injusto para medir el alcance de la pieza. Incluso, la pudimos disfrutar en una función de Caracas, plena de gente adulta y conocedora del contexto, respetuosa y concentrada, en un silencio como de misa, de ritual venezolano de búsqueda de sentido, después de un estado de shock.

Por tanto, no fuimos los únicos bendecidos por una proyección en la que asistimos a una especie de milagro catártico que brinda un artista del renacimiento de la talla de Zemeckis.

Según el tráiler y el plot, esperábamos ver una simple trama lineal de unos personajes, dentro de un mismo plano o encuadre, lo cual supone un reto audiovisual. Pero la dimensión estética de Here va más allá.

Para Malena, la película se abrió como un localizador de Google Maps, como un diorama de un museo, que profundiza en diferentes capas de sentido, a través de pasajes de la historia de Estados Unidos y el mundo, desde los tiempos de los dinosaurios hasta la era vigente del distanciamiento social y el confinamiento general.

Por ende, la película le hace un tremendo guiño al multiverso de las redes sociales, las pandemias de antes y ahora, los tiempos vivos y muertos que transcurren en la sala de una casa, durante diversos planos y épocas, en modo POV de un álbum familiar de Facebook.

Aquí funciona como un espejo de una aplicación con un marco fijo, como una suerte de Instagram, de circuito cerrado, cuyo ojo mágico nos ve como el intruso benefactor y destructor que es el cine.

No en vano, la película conecta al pasado con el presente, por medio de infinitas relaciones cinematográficas, en un palimpsesto que alude a los orígenes de la cronotografía, al estadio del cine científico y al trabajo compositivo de los hermanos Lumiere, con solo una toma, pero salpicándola con el humor de las escuelas posteriores de Meliés, los dramas civiles de Griffith, el oscurantismo de la Segunda Guerra Mundial, el fenómeno del baby boom, la Guerra de Vietnam, los ochenta y el crespúsculo fronterizo del milenio, bajo la guía de sus actores fetiches de Forrest Gump: Tom Hanks y Robin Wright, rejuvenecidos con técnicas del CGI y del Deep Fake que la inteligencia artificial del autor vienen manejando desde Beowulf y El señor Scrooge, con resultados dispares, aunque siempre marcando la pauta del cine contemporáneo, cual James Cameron en Avatar.

Los dos pertenecen a una generación de veteranos, que van cerrando ciclo y que se resisten a renunciar a sus principios, siguiendo la huella de Coppola, Scott, Scorsese, Schrader y Friedklin.

En el reparto también figura Paul Bettany, en un rol de padre conflictivo, cuya participación puede interpretarse como un homenaje al logro de Wanda Vision, en su ejercicio de revisionismo histórico de la televisión americana.
De hecho, Zemeckis rememora los gags y sketchs de cada período citado, como un tributo a la evolución de la caja chica, tras los pasos del séptimo arte.

Ciertamente, el trabajo enciclopédico del creador, nos demuestra las infinitas posibilidades del cine, para retratarnos desde la intimidad, en un espacio mínimo que se expande como las viñetas de la historieta gráfica que inspira el guion.

Zemeckis se refrenda como uno de los últimos titanes de una hipermodernidad, que piensa en sus referencias y esencias, para problematizarlas, expandirlas y trascenderlas, por otros medios.

En efecto, el concepto de “remediación” se explica con la hipnótica Here, al elaborar el vínculo entre los frescos pictóricos de otrora y las imágenes que se imprimen como “falsos en vivo”, empleando las cámaras domésticas de Zoom y compañía.

Así, la película comparte el espíritu vanguardista de cineastas como Warhol, Sukurov, Van Sant, Tar, Tarkovsky, Benning, Welles y Kiarostami, quienes indagaron en las utopías del plano secuencia, de una sola toma, como el Hitchcock de La Soga o el Haneke de 71 fragmentos de una cronología al azar.

Todos ellos fueron, a su vez, hijos del enciclopedista Aby Warburg, que pensó y ejecutó collages con la intención de atesorar un archivo de imágenes y objetos que contaran la historia.

En la página de la Secretaría de Cultura de Argentina se afirma lo siguiente sobre el Atlas del autor: “Sobre una serie de amplios paneles o pizarrones, Warburg fue colocando una vastísima cantidad de imágenes, a través de las cuales se abría un mundo de diálogos y nexos no siempre vistos por estudiosos anteriores. Allí, uno de los estudios que hacía Warburg era poner en relación las imágenes clásicas o de la antigüedad con las del primer Renacimiento. A partir de ahí, los términos montaje, supervivencia y anacronismo cobrarán una significación mucho más importante y aguda, en las investigaciones y el pensamiento crítico e historiográfico de las artes de hoy”.

En síntesis, Here nos enriquece con la mirada de bibliotecólogo de Zemeckis, afirmando que el arte emotivo que encarna tiene quien lo defienda en Hollywood, a pesar de las modas y las propuestas efímeras. Una película que estudiaremos en el futuro, como todas las grandes de Zemeckis.

Cuestión de recuperar la memoria, de superar la amnesia que nos impide reconocer la belleza, la razón de existir.
Un asunto vital en tiempos de la peligrosa incultura de la cancelación que pretende higienizar la historia y hacer que olvidemos el drama del pasado, para supuestamente protegernos. En realidad necesitamos que las personas vean más películas como Here para que se preparen y entiendan que la realidad no es color de rosa y que se sustenta en la superación del trauma.

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