La situación venezolana no sólo tiene una compleja crisis política, económica y social que ha alcanzado una tragedia humanitaria por razones de hambre, miseria y violaciones de derechos humanos originados por responsabilidad del régimen neototalitario de Nicolás Maduro, sino que ahora estamos viendo el cómo minorías en varios países, asumiendo posiciones de xenofobia y hasta vengativas, poco les importa arremeter con balas ante los connacionales emigrantes, aunque las víctimas de tales hechos terminen siendo niños.
Uno de los países que ha generado mayor número de violaciones sobre la integridad de los venezolanos es Trinidad y Tobago, sobre el cual no sólo existen denuncias de torturas y explotaciones, especialmente en mujeres, quienes incluso muchas de ellas son engañadas para llegar a tal nación con la promesa de trabajo y superación personal, y vemos que documentales internacionales han señalado que la trata de personas tiene en este punto uno de sus espacios de negociación que terminan llevándolas hasta Europa del Este donde son prostituidas o asesinadas.
Por ello, el más reciente hecho de asesinato de un bebé de apenas un año por parte de fuerzas policiales de vigilancia costera de Trinidad y Tobago, bajo el pretexto que la embarcación que llevaba a un pequeño número de emigrantes venezolanos iba a embestirlos, sería la justificación de haber disparado contra quienes huyen del madurismo, sometidos a una forma de opresión y empobrecimiento en la otrora patria del Libertador, originando como resultado una acción que ha ido más allá de un comunicado de Organización de Naciones Unidas, y diversas instituciones nacionales e internacionales sobre lo que ha dejado de ser un hecho de xenofobia para convertirse en una declaración de guerra contra los venezolanos que decidan emigrar a la nación que está muy cercana a los estados Sucre y Delta Amacuro.
Lo insólito de tal asesinato, el cual repudiamos y condenamos en máximo sentimiento, es ver que el primer ministro de Trinidad y Tobago se «disculpa» ante Delcy Rodríguez por semejante barbarie, mientras la cúpula del régimen madurista ha permanecido en afasia por la muerte de un inocente – ¿cómo hubiese sido la respuesta, si un hecho semejante ocurriera en Colombia? – , que aún se desconoce si las palabras de condolencias han llegado a la madre del bebé que fue víctima, y que en el fondo, el madurismo es un responsable indirecto de que nuestros niños o cualquier venezolano sean asesinados en el exterior, porque ellos como poder político son los únicos responsables en que más de 6 millones de personas hayan abandonado sus espacios de vida de lo que fue una nación receptora de emigrantes desde Europa, la propia América Latina y países del Caribe.
El asesinato de un bebé «emigrante», si es que puede asimilarse tal adjetivación sobre cualquier niño que acompaña a sus padres en una travesía de incertidumbre y desconocida por el núcleo familiar en la mayoría de las situaciones, no sólo en Trinidad y Tobago, sino en cualquier otro país en donde existan minorías que profesan odio y xenofobia contra los venezolanos es un fenómeno que peligrosamente pareciera que se va a ir incrementando en la medida que tampoco se detenga el eje migratorio fomentado por el madurismo.
El asesinato del bebé por parte de quienes ejecutan la ley del salvajismo en otras naciones, es el más claro ejemplo de ver que esos emigrantes prefieren morir fuera de sus fronteras que morir ante el neoholocausto que Nicolás Maduro ha impuesto sobre los venezolanos con salarios y pensiones que escasamente alcanzan 1 dólar al mes, con una Venezuela destruida en su infraestructura, servicios, educación, salud, y cualquier otra magnitud que siga afectando la calidad de vida de las personas.
@vivassantanaj_