OPINIÓN

El ascenso de la diáspora india

por Shashi Tharoor / Project Syndicate Shashi Tharoor / Project Syndicate

La llegada de Rishi Sunak a la cima de la política británica fue motivo de celebraciones en toda la India. Pero aunque ver al Reino Unido gobernado por un devoto hindú de piel oscura es un hecho digno de destacar, el ascenso de Sunak es señal de un fenómeno más amplio que viene de mucho antes: el papel cada vez más destacado que tiene la diáspora india en el mundo occidental.

Es una tendencia que se advierte desde hace tiempo, sobre todo en el sector privado, donde ejecutivos nacidos en la India han llegado a posiciones de liderazgo en importantes corporaciones multinacionales con sede en Estados Unidos. Tal vez los ejemplos más conocidos sean el director ejecutivo de Microsoft Satya Nadella, el de Alphabet Sundar Pichai y la ex directora ejecutiva de PepsiCo Indra Nooyi, pero hay muchos otros. Según S&P Global Ratings, en este momento hay no menos de 58 empresas del índice Fortune 500 bajo la dirección de ejecutivos de ascendencia india. La lista no incluye a Nooyi, que renunció en 2018, y al exdirector de Twitter Parag Agrawal, despedido el mes pasado por el nuevo dueño Elon Musk. Pero aún así, es una nómina larga y variada, que va de gigantes tecnológicas como Adobe (Shantanu Narayen) e IBM (Arvind Krishna) a cadenas de café como Starbucks (Laxman Narasimhan).

El ascenso de Sunak es otra muestra de que el fenómeno también llegó a la política. La vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris es hija de madre india, y Nikki Haley (exembajadora de los Estados Unidos ante Naciones Unidas y posible candidata presidencial en 2024) es hija de padres sijs del Punyab. António Costa, cuyo padre era en parte indio, es primer ministro de Portugal desde 2015. En Irlanda, el ex primer ministro Leo Varadkar, que es mitad indio, debe volver al cargo este año en virtud de un acuerdo de rotación. Pronto podríamos ver a dos líderes de ascendencia india llevando adelante las espinosas negociaciones post‑Brexit entre Inglaterra e Irlanda.

¿Cómo se explica esta tendencia? ¿Por qué les va tan bien a los inmigrantes indios y a sus hijos en sistemas occidentales diseñados para beneficiar al talento local nacido y educado en Occidente?

Una explicación posible es el conocimiento del inglés que tienen los indios por haber sido colonia británica durante dos siglos. Pero el idioma por sí solo no puede ser garantía de éxito. Y en cualquier caso, no explica los logros de los indios en países europeos no anglófonos. En Alemania, por ejemplo, 58% de los trabajadores de origen indio ocupa un puesto que demanda título universitario o conocimiento especializado equivalente.

Otra explicación es la mayor motivación propia de quienes emigran. Esto es verdad, pero los inmigrantes indios al parecer superan a los de otras comunidades. Entre las muchas nacionalidades y etnias que habitan los Estados Unidos, las personas de ascendencia india mantienen hace tiempo un récord envidiable: el mayor ingreso per cápita.

La primera generación de emigrantes indios creció sabiendo que la riqueza no se puede dar por sentada; y superó adversidades que incluyen la falta de recursos, los obstáculos regulatorios y la inercia burocrática. Casi todos han experimentado la privación en carne propia o la han visto en otros, y quieren huir de ella. Llevan dentro suyo ese ardor que muchos occidentales, criados en ambientes más libres y pudientes, tal vez hayan perdido.

Además, la historia y el pluralismo de la India han expuesto a los indios al contacto con personas de diferentes idiomas, religiones y culturas. La práctica de adaptarse al «otro» está muy arraigada. El resultado es que los emigrantes indios se hallan muy cómodos trabajando en corporaciones multinacionales. Por haber crecido en un país democrático, los trabajadores nacidos en la India están provistos de hábitos y valores (como la iniciativa individual, el pensamiento crítico y la libre expresión) que por lo general se consideran ventajas en el mundo empresarial. Al mismo tiempo, el respeto a la jerarquía confiere a los indios imagen de ser originales y creativos pero al mismo tiempo «seguros», en vez de amenazantes o revolucionarios. Esta combinación facilita su aceptación en otras sociedades y su ascenso dentro de las empresas.

Asimismo, la India alienta la diversidad y desalienta el exceso, lo cual facilita a los indios la adaptación a entornos competitivos. Y también los ayudan el énfasis cultural en la educación y en el aprendizaje, la solidez de las estructuras familiares y una fuerte ética de trabajo. Es probable que la mayoría de los indios de familias de clase media hayan crecido viendo honrar al mérito y queriendo ganarse los mismos elogios.

Características como estas son frecuentes entre la primera generación de inmigrantes, pero el éxito de Sunak, Varadkar y Harris hace pensar que los indios las han transmitido a sus descendientes. Sunak, en particular, parece encarnar las aspiraciones y los valores de muchos indios que lo celebran como un ejemplo de la «Nueva India».

Irónicamente, algunos de los rasgos que los indios celebran cuando aplauden el éxito de su diáspora tienen sus raíces en valores y tradiciones que el gobernante Partido Popular Indio está tratando de suprimir. Bajo su gobierno en la India, el hipernacionalismo chauvinista del movimiento hindutva amenaza la diversidad; mientras que la uniformidad y la obediencia a la nueva narrativa nacional ahora valen más que la iniciativa individual y la libertad de pensamiento. Preocupa pensar que las virtudes que se aclaman en los indios repartidos por el mundo pronto podrían ser más evidentes en la diáspora que en el país de origen.

Traducción: Esteban Flamini

Shashi Tharoor fue subsecretario general de las Naciones Unidas y ministro de Estado de la India en las carteras de asuntos exteriores y desarrollo de recursos humanos, y actualmente es miembro del Parlamento por el partido Congreso Nacional Indio. Es autor de Pride, Prejudice and Punditry: The Essential Shashi Tharoor (Aleph Book Company, 2021).

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