OPINIÓN

El asalto de Judas

por Alexander Cambero Alexander Cambero

Reapareció con todo el boato de los prevaricadores. Su lugar en la historia no quedó circunscripto a la narración bíblica, le gusta hacerse presente cuando la traición lame el cuchillo.

El triste espectáculo del asalto legislativo nos devuelve a la nauseabunda ciénaga. Unos parlamentarios que no escondían que andaban ofertándose al gran postor de Miraflores. Se arrastraban como serpientes buscando los beneficios que están en el narcoestado. Todos sus compañeros sabían de sus intenciones. En cada reunión de trabajo o almuerzo compartido llevaban la propuesta gubernamental como tema de sobremesa. Jamás ocultaron su deseo de resolverse la vida en esta coyuntura histórica. Poco les importaron la honestidad y el decoro, menos el respeto por sus electores; quienes los eligieron pensando en que sufragaban por ciudadanos dignos. Sus grises gestiones parlamentarias les granjearon el rechazo de sus electores. Por ello sabían que esto era la manera de despedirse a lo grande. Lograr coronar un retiro de la vida política acomodado con el dinero corrompido.

La monumental equivocación plasmó de miserias el Palacio Federal Legislativo. El régimen sonriente utilizaba toda la fuerza represiva para impedir que la mayoría decente entrase. Vimos al presidente Juan Guaidó tratando de pasar las barreras. Esa imagen recorrió el mundo de las principales agencias de noticias. Los principales medios informativos abrieron sus emisiones con la gráfica que dejó estupefactos hasta a sus aliados. Dentro estaban los traidores en alegre chanza con sus socios de fechorías.

Sin el quórum reglamentario eligieron al diputado Luis Parra como presidente de su comparsa. Este espécimen es el mismo vinculado a la corrupción de los CLAP en el estado Yaracuy. Un hombre reconocido en la entidad por sus bacanales en donde circula de todo.

Son 18 parlamentarios que se vistieron de Judas. Con las manos llenas de la sangre popular seguramente recibirán su pago. Traicionaron a millones de venezolanos que padecen. Dentro de poco sus compradores los dejarán en el fango. Ni al más miserable de los hombres le gusta compartir con vendidos, el desprecio que generarán les hace aborrecibles. Seres sin dignidad, el espejo de aquello que causa náuseas.

¿Podrán mirar a los ojos a sus familiares? Seguirán llenos de plata y huérfanos de respeto, han comenzado a recorrer su camino al infierno. El desierto de sus pasos es ahora la orfandad. Este país no olvidará los nombres de la traición. Les espera las uvas de la ira, las espinas clavadas en el alma, seres que no estarán jamás a la altura de nuestro desprecio.

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