OPINIÓN

El arquetipo político

por Albert Geovo Albert Geovo

Cuando escuchamos hablar de idiosincrasia nos dirigimos a pensar de forma automática que se está hablando únicamente del carácter, temperamento, formas de ser, modus vivendi, pero no nos ponemos a pensar que el arquetipo está estrechamente relacionado a la cultura, y que esta no crece en los árboles o en el campo, sino en los libros y medios de comunicación, vertidos de imágenes e ideas que inciden en la construcción del personaje.

La idiosincrasia desarrolla una conducta, una conciencia; resulta difícil por esta época la reflexión, ya que requiere siempre de la conmoción y es precisamente esto lo que se genera en una revolución; tales eventos, experiencias, factores dinámicos propios de las crisis organizadas en toda revolución, no son hechos fortuitos a priori,  sino bien pensados en tiempos y espacios, que sacuden la conciencia modificando las posibilidades latentes de la civilización, con unos pronósticos de tales ideas arquetípicas perturbadoras.

La mente arquetípica, filosófica, heredada del materialismo histórico y la dialéctica propuesta por Marx y su tiempo, elabora sus impulsos; tal elaboración arquetípica de pensamientos, ideas de esa corriente filosófica, emprenden la tarea con significados y pensamientos no propios, creando mitos, guerras, enfermedades, miserias, pobrezas, a través, de himnos, historias, videos, representaciones filmográficas, símbolos, danzas, valores y elementos que inciden en la reconstrucciones históricas y filosóficas, para exaltar a un héroe arquetípico desencadenante de todas las injusticias del sistema político y económico moderno.

Resulta paradójico que tal héroe arquetípico reaparece  en los distintos procesos históricos que se han generado en las diferentes épocas y naciones, para instalar un proceso destructivo, degenerativo del sistema político, y para muestra, existen todas las naciones donde se ha decretado un programa revolucionario como lo llaman, desde 1917 hasta nuestros días.

Todas estas ideas, mitos, filosofías, revisionismos históricos, escuelas del pensamiento, consolidadas en los siglos XVIII, XIX, XX, vienen inventando condiciones míticas que no existen, imágenes colectivas, simbolismos y filosofías, sin ninguna reflexión; procesos, planificaciones, proyectos, programas (software), sistemas, organizaciones, creencias, dogmas, conocimientos, significantes y significados de una cultura salvaje con una conciencia tribal y colectiva muy semejante a comunidades primitivas, que incluso están apenas en el hallazgo de los principales elementos naturales.

Pues bien, las ideas políticas generan al corto, mediano o largo plazo un software en la economía, en el sistema sanitario o de salud, en la organización de la familia, desde los primeros pasos en la educación, a través de sistema educativo; y no ponerse a imaginar los efectos que generan tales ideas es lamentable, es como andar con los ojos vendados, incluso peor, porque los ciegos imaginan, piensan, reflexionan ante todo aquello. Pareciera que está prohibido el pensamiento reflexivo.

En ese sentido, el género humano viene siendo influenciado en los últimos siglos por mitos y paradigmas inoculados a la sociedad occidental, de ideas opuestas a la tradición judeo cristiana, llámense ideas del materialismo dialéctico, evolucionistas, comunistas, marxistas con cultura greco latina, etc., a través, de un engaño sistemático de chantaje, sin dejar ver la sombra, el lado oscuro, de tales mitos que se hacen inexcusable analizar.

Todo esto explica cómo el mundo de las ideas marxistas, en su forma infantil, matizada con ideas progresistas y democráticas, incluso religiosas, viene apoderándose de la civilización moderna con frases, sin contenido, de paz, igualdad, felicidad, en sí, el reino del Todopoderoso en la tierra.

Por eso, ¿cómo saber si esas ideas son verdad? Pregunta sencilla, ya que está demostrado hasta la saciedad que tales programas, ideas, software, son el infierno en la Tierra, son un cuento mal intencionado por un actor, puesto en escena; es decir, hay que estudiar los hechos que han generado tales pensamientos filosóficos.

A propósito, los conflictos desencadenantes por la oposición, a los propósitos irracionales de tales ideas y mitos, por parte de la población, son la consecuencia natural ante los planteamiento de los adalides de la justicia social, protagónica y representativa, que se encargan de llevar a cabo las fantasías sociales y libertarias del idilio socialista que pregonan: “Un mundo mejor es posible bajo los matices del comunismo”

En realidad, los actores políticos, puestos en escena, en el anfiteatro de la comunidad de naciones, vienen a ser, en parte, como ese ser arquetípico de los cuentos mitológicos, seres extraños, como aquel gigante de un solo ojo, el monstruo del laberinto, la medusa, entre muchos otros personajes e incluso héroes, con toda la parafernalia de símbolos culturales con raíces arcaicas, convirtiéndose en auténticos ídolos, con imágenes, prejuicios, tendencias, mitos colectivos, que abren la puerta a todo un inframundo de sombras primitivas de irracionalismo social y elementos supersticiosos, teniendo que pagar el precio de la pérdida de los valores y principios originarios de la civilización.

En definitiva, la dictadura del proletariado, con toda la clase de proyecciones infantiles, es una mezcolanza de conceptos generadores de arquetipos que vienen tomando vida en el espectro social; tal como si fuese más que un sueño, una alucinación, del que todos quieren despertar, sumado a un intento de penitente religiosidad, sin ningún tipo de autorreflexión, por parte del hombre nuevo bajo la doctrina de Estado.