Penguin sintetiza los códigos de HBO y los del canon del llamado “teleshakespeare”, para hacer una adaptación contemporánea de uno de los villanos más famosos de la compañía DC, después de sus años recientes de naufragio por complacer al mercado woke.
La empresa de cómics siempre quiso rentabilizar el dólar del descontento joven de las calles, interpretando los sentires de la contracultura y los colores divergentes de las vanguardias.
Con Joker 2 tocaron fondo, recientemente, en su experimento de musicalizar las pesadillas del Guasón, estandarte maléfico del emporio.
Pero en la estrategia de contenido transmedia de DC, ha sido la serie de Penguin la que ha conseguido obtener el favor de la crítica y la audiencia, al apostar sobreseguro en otra ficha de la nostalgia, producto de los terrores de Gotham y de la franquicia Batman de Mat Reeves, quien la conduce al modo de un spin off, una saga derivativa con vida propia.
El actor Colin Farrell, ávido de reconocimiento académico, se lo ha tomado como un reto personal, al no solo operar como productor sino como el protagonista de casi todas las acciones.
La campaña del intérprete se ha manejado a la usanza de los tiempos que corren, al mostrar las diferentes facetas humanas y profesionales de su proceso creativo.
Los expertos que desconozcan del caso, deberían atenderlo para ver un ejemplo de un influencer positivo en su viaje publicitario de uno de los antihéroes del año.
Un video de TikTok expone su ardua labor de maquillaje, de cuatro a seis horas al día, antes de desenvolverse delante de las cámaras.
Hoy se bate así el chocolate de las nominaciones y las promociones de las estrellas, para buscar réditos en la temporada de premios.
En una entrevista de Instagram, Colin habla de los sacrificios que implica su labor, de sus problemáticas paternales y de su hijo adorable con una condición.
Las imágenes y el storytelling humanizan a una celebridad de Hollywood que ha cargado con el estigma de ser distante y complicado en los sets, un veneno para ciertos autores.
Sin embargo, la producción de Penguin ha redimido al actor y le ha brindado un segundo aire en su carrera.
El tema es que su personaje en la pantalla chica, genera un consenso en la escena polarizada del fandom, gracias a que revive el espíritu de varias esencias doradas que añoramos.
Primero saltan innumerables guiños a la historia del Pingüino, desde su versión caricaturesca y camp de los sesenta, hasta su dimensión grotesca y trágica en el cine de Tim Burton.
Colin homenajea a sus antepasados, pero a la vez desea implantar un hito propio, más allá de la sombra de Danny De Vito, comiendo peces y transfigurándose por las artes de los efectos de aquel entonces.
El Pingüino de Farrell casi se desentiende de los artilugios y los tics de la era de los sombreros, las largas boquillas de tabaco, los paraguas que disparan gases tóxicos.
El arquetipo de la serie pertenece a la escuela realista que modeló Nolan en su trilogía, donde los mafiosos de Gotham representan a los puros vicios de las mafias y las taras que amenazan con desintegrar al sueño americano.
El contexto ha cambiado un mundo. Ayer la Gran Manzana sufría de insomnio por los fantasmas y los demonios del terrorismo, tras el cataclismo del 11 de septiembre.
Hoy Nueva York ha retornado a su imagen Taxi Driver de una distopía, cuyos extremos provocan tanto amor como odio por parte de residentes y turistas, en un retrato de un país que no se acaba de componer, luego del parón del covid y del impacto de las nuevas olas de migrantes, incluyendo la diáspora de los peligrosos trenes criollos.
Parece que Penguin ha llegado en el momento justo, para que la comparen con las inminentes elecciones y para cada quien proyecte sus lecturas conspirativas.
¿Es el Pingüino un hombre oscuro que asciende al poder, sin importar las secuelas, valiéndose de artimañas corruptas y de una filosofía de “Padrino” como de Los Sopranos?
¿Un self made man que ejerce una atracción, a pesar de sus cicatrices y sus prontuarios?
A su vez, ¿su enfrentamiento con Sofia Falcone, alias “The Hangman”, no es un satírico guiño a la guerra de Trump con Kamala por conquistar el trono de la Casa Blanca?
Salvando las distancias, la serie se las trae y se las ingenia, para dialogar con nuestro inconsciente colectivo, a punta de sutilezas e indirectas satíricas.
En cualquier caso, lo mejor del Pingüino radica en constatar la vigencia de sus auténticas fuentes de inspiración: Ricardo III para él y su cruzada de un caballero de triste figura que complota en secreto con el fin de escalar en una pirámide de control, la vamp y la mujer fatal para ella que la convierte en hija de Poison Ivy, Giganta y una temida reencarnación del Ahorcado, bajo el encanto del Espantapájaros.
HBO extiende la sucursal de Succession por nuevos medios expresivos.
La batalla se concentra en un Logan Roy de mal gusto, y en una atormentada hija de papá, cual despiadada hermana de Shiv.
¿Quién de los dos se quedará con el reino de las tinieblas, con la rueda que todo lo corrompe?
Por ahora, perfilamos un empate técnico tipo las elecciones de Estados Unidos.
Independientemente del resultado electoral, Pingüino y Sofía seguirán con nosotros, despertando nuestras pasiones y pensamientos críticos, acerca de la realidad.
Por eso se ganaron el respeto de liderar una de las series del año.
En la época infantil de Pesto, resurge un Mago de Oz que es un artista del engaño y la estafa.