Pieces of a Woman participó en el Festival de Venecia de 2020, obteniendo la copa Volpi de interpretación para la actriz Vanessa Kirby, la protagonista de uno de los dramas del año.
El filme expone su performance naturalista al momento de encarnar a una madre a punto de dar a luz.
La cámara nunca corta, en un plano secuencia típico de la influencia húngara del proyecto, para imprimir la tragedia de un embarazo mal concluido, pues la joven pierde al bebé en una sola toma.
Acaso el procedimiento estético puede evocar el trabajo extremo del largometraje rumano, 4 meses, 3 semanas, 2 días”, ganador de la Palma de Oro de Cannes.
La película así representa el misterio y la crudeza de la concepción, desde una clara subjetividad femenina.
Detrás del lente figura una pareja de prodigios del cine europeo: el realizador Kornél Mundruczó a partir de un guion de Kata Wéber.
Según reza la leyenda audiovisual, ambos vivieron la experiencia narrada en la obra y procedieron a plasmarla en un libreto, cuya producción finalmente corrió por cuenta de Martin Scorsese, quien es uno de los padrinos artísticos de la pieza.
El inconfundible realismo de la ejecución seguramente se inspira en las primeras cintas setenteras del autor de Malas Calles.
No en balde, el reparto ficha a la musa de Alicia ya no vive aquí, laureado largometraje del creador de Taxi Driver y Toro Salvaje.
Siendo un filme de puesta en escena, la pantalla recupera la senda moderna de los Gritos y susurros de Bergman, de los silencios del demiurgo sueco, en una reflexión introspectiva de la persona, no ajena al contexto de la Norteamérica del llamado privilegio blanco.
De ahí la inclusión de Sarah Snook en un rol adaptado a su patrón Succession de Lady Macbeth fría y calculadora.
Como lo personal es político, en la visión del argumento, la trama resuena en el inconsciente de los actuales dilemas sobre el aborto y la agenda provida.
Al respecto, Pieces of a Woman cumple con desplegar un rompecabezas de emociones y sentimientos, sin necesidad de bajar una línea enfática y populista de denuncia.
Por el contrario, seguimos el caso de una mujer herida por un trauma repentino, a través de un lenguaje elíptico e independiente, donde presentimos las huellas de los tiempos muertos y los eclipses de Antonioni, los relatos corporales de Steve McQueen, las autenticidades domesticas de John Cassavetes, hasta las historias corales de Memo Arriaga y Alejandro González Iñárritu, pero con un registro depurado al detalle.
Palabras mayores recibe la contribución de la veterana Ellen Burstyn, la madre eterna de los exorcismos y los Réquiem for a Dream de la pesadilla americana.
Aquí vemos sus arrugas en uno de los encuadres de su carrera, alcanzando un clímax como el de Jack Nicholson, breve pero contundente, de Cuestión de honor.
La señora ofrece un alegato de su condición de sobreviviente del horror del holocausto, recordando una niñez de miseria y precariedad.
Después de los tormentos y las acusaciones, de un clásico desencuentro judicial, Pieces of a Woman propone reconciliación y perdón, para con una partera señalada de chivo expiatorio de la crisis, en lugar de una ruta de victimismo, venganza y compensación.
Allí radica su principal apuesta por un cambio de perspectiva generacional.
Pasado el trago amargo, la hija acepta a la madre, en un cuadro humano esperanzador, tal como la secuencia bucólica del epílogo.
El verismo se quiebra para mostrar un árbol de manzanas en forma ascendente. Una niña lo trepa. Nos queda la duda de si es un desenlace cierto, un flash back o una fabulación.
Cualquiera sea la opción, Pieces of a Woman elige las cartas indicadas en el diseño de un mensaje hipnótico y sugerente al límite de lo onírico.
Eva, la mujer, no es aquí la manzana del pecado, sino de la razón y el equilibrio.
La primera obra maestra de 2021.