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El año que viene

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En estas fechas, en medio de los grandes padecimientos que enturbian las celebraciones y la expectativa de mejores tiempos, encuentro difícil repetir entre mis paisanos, sin más, la fórmula “Feliz Navidad y Año Nuevo”, aunque el deseo como tal es más que justificado.

Sin subestimar la gravedad de las penurias ni desconocer la urgente necesidad de medidas para aliviarlas y de soluciones de fondo indispensables para hacer amable, pertinente y creíble el mensaje de felicidad y prosperidad, no hay que olvidarse de reconocer y agradecer lo bueno, para alentar aquello en lo que cada uno pueda contribuir a multiplicarlo. Es lo que creo necesario, justo y provechoso en mi personalísimo ámbito; también socialmente.

Tenemos mucho que agradecer a quienes ayudan a aliviar los padecimientos de los venezolanos, sea que estén dentro o fuera del país. Son incontables las iniciativas que, con empeños que se ven desbordados por la magnitud de las necesidades, asisten con alimentos, medicinas, atención médica y esfuerzos educativos a los más desprovistos. Al trabajo de voluntarios en programas de ollas comunitarias y servicios de salud y al de organizaciones como Cáritas -que desde la Iglesia articula apoyos nacionales e internacionales ante la emergencia humanitaria nacional y la de los migrantes- se suman, entre otros, empeños como los de la densa red de organizaciones sociales de Sinergia, la de especialistas y defensores de derechos humanos -que nacional e internacionalmente denuncian violaciones e impunidades y atienden a las víctimas- y la coordinada por Civilis. Es también ejemplar el trabajo de los centros universitarios de derechos humanos, como los de la UCAB y la Unimet y, en conjunto, el del centenar y medio de  organizaciones representadas por Cívicus, Sinergia y el Foro por la Vida en las evaluaciones periódicas universales de las Naciones Unidas. Son igualmente de agradecer las iniciativas e informes de organizaciones como Transparencia Venezuela y Amnistía Internacional, que tanto contribuyen al diagnóstico franco y a la demanda de respuestas a las dimensiones humana, material e institucional de nuestra compleja crisis.

Sin negar el pleno derecho al escrutinio ni las razones para la crítica constructiva, también merece reconocimiento y agradecimiento la faena en la arena del cambio político. Ha sido asumida en medio de riesgos crecientes, dentro y fuera de Venezuela; particularmente desde la Asamblea Nacional que, pese al asedio al que ha sido sometida, no ha dejado de trabajar y ha logrado por parte de las democracias del mundo el pleno reconocimiento de su representación legítima y la de su presidente, Juan Guaidó, como presidente interino.

En la  comunidad internacional no han faltado iniciativas y ofertas de recursos para el alivio de las penurias de los venezolanos y el reclamo a la protección de sus derechos: en el país -pese a los obstáculos impuestos por el gobierno- y en el exterior por parte de gobiernos, organizaciones internacionales y no gubernamentales. Ha sido así desde las Naciones Unidas, tanto en el Consejo de Derechos Humanos y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos -con su visita, su misión en Venezuela y sus informes, de 2019 (julio, septiembre [EC1] y diciembre) y de antes-  como de la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados, la Organización Internacional de Migraciones y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios. Desde Europa, por su parte, esa preocupación se hizo especialmente visible en la Conferencia de Bruselas, así como en Latinoamérica en la Conferencia Internacional sobre Venezuela y en el Proceso de Quito.

En un ámbito complementario al alivio humanitario e ineludiblemente vinculado a la solución de nuestra crisis, hay también que reconocer y agradecer las posiciones y medidas de asistencia, persuasivas y de presión con las que, como nunca antes, ha sido apoyada internacionalmente la causa de la recuperación del Estado de Derecho en Venezuela, sin negar tampoco en esto el derecho al escrutinio y la crítica constructiva. Son parte de ese empeño la mayoría de los miembros de la OEA, su secretario general y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; el Grupo de Lima; la Unión Europea desde el Europarlamento, el Consejo Europeo y a través del Grupo Internacional de Contacto. También, con miras a la reconstrucción material de Venezuela, cuentan las propuestas hechas por y ante el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.

En suma, creo que el agradecimiento nos alienta a reconocer todo lo que, en un presente tan difícil y desafiante, merece celebración en esta Navidad y lo que de cuidado, atención y compromiso nos exige el año que viene.

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