“El mar es un espacio libre y común a todos los hombres, y su uso debe estar guiado por la razón y la justicia”. Hugo Grotius
En un rincón del mundo donde los ríos danzan y las montañas cuentan historias, está nuestro país, lleno de belleza y vida, en el que los colores de su gente son tan vibrantes como los paisajes. Aquí, en el año 2025, se desarrollará una historia que, si bien hoy podría parecer un simple cuento, está llena de esperanzas y sueños. En este país, nuestro país, la gente ha estado esperando con ansias un cambio. Muchos años han pasado desde que un sistema de gobierno ha dominado la vida de todos, y mientras algunos creen que las cosas seguirán igual, otros sueñan con algo nuevo, algo fresco que renueve la esperanza en sus corazones. Todos los días se escuchan las conversaciones sobre esto que les refiero. Algunos murmuran sobre un futuro incierto, lleno de desafíos, pero también de posibilidades. Todos con el alma llena de preguntas, han decidido que quieren descubrir lo que el futuro podría traer a nuestro amado país.
Se visualiza un país donde la voz de cada persona cuente, también un camino que se bifurca. De un lado, un sendero oscuro y conocido, que ha sido transitado durante tanto tiempo; del otro, un camino brillante y nuevo, lleno de flores y risas. Aunque no se puede ver más allá de lo que está justo delante de nosotros, se siente que nuestros corazones laten con fuerza por el sendero nuevo. Se evocan otros tiempos similares donde las historias de otras generaciones se cuentan con cada murmullo del viento, algunos preocupados, otros esperanzados, todos con una mezcla de emociones en la comunidad, imaginando que todos ellos, con sus diferentes opiniones, son como las piezas de un rompecabezas que, al unirse, podrían formar una obra maestra.
Mientras el sol del 2024 comienza a ocultarse detrás de las montañas, se siente en el aire una chispa. Es como si el viento nos susurrara que, en el año 2025, algo importante sucederá. Las estrellas empiezan a brillar en el cielo y, en su imaginería, todos imaginan que la luz de esos astros representa las ideas y sueños de todas las personas que habitan esta tierra de gracia. Y así, imaginan una nueva historia que se está escribiendo: un tiempo donde las decisiones se toman en armonía y en bienestar, donde se cultivan los sueños de todos, y donde cada niño tiene la oportunidad de crecer, aprender, y ser feliz. Un país que siente las raíces de su pasado y, al mismo tiempo, sueña en grande por el futuro. Por eso, el año 2025, en los ojos de todos, no es solo un número. Es una promesa de cambio, de renovación, y, sobre todo, de amor por nuestro y por quienes lo habitamos. Y así, con un corazón lleno de esperanzas esperamos con ansias ver cómo se despliega la historia maravillosa de nuestro país.
Aunque el relato anterior pueda parecer pueril, infantil, entraña una verdad latente: la posibilidad de cambio político y la transformación del sistema de gobierno en Venezuela. Este anhelo social por un futuro diferente refleja un deseo profundo de renovación que ha estado presente en la sociedad venezolana durante años. La lucha por una voz propia y el anhelo de un liderazgo que represente verdaderamente a su gente son elementos cruciales en este proceso. La historia reciente de Venezuela ha estado marcada por crisis económicas, sociales y políticas que han dejado cicatrices profundas en su población, pero el espíritu resiliente de su gente, de nosotros los venezolanos, se manifiesta en la esperanza de un nuevo amanecer, de un nuevo año pleno de nuevas y bonitas oportunidades. La búsqueda de un camino alternativo, simbolizado por ese sendero brillante y nuevo, representa no solo un cambio en las estructuras gubernamentales, sino también una transformación cultural y social que permita a cada ciudadano participar activamente en la construcción del país.
Así las cosas, el año 2025 se perfila como un hito potencial en esta narrativa. Este momento histórico podría ser la oportunidad para que nosotros los venezolanos reescribamos las reglas del juego político, priorizando el bienestar común sobre los intereses individuales. Tarea que iniciamos el pasado 28 de julio. Así, mientras las estrellas brillan y los fuegos artificiales retumban en el cielo venezolano, simbolizando los sueños y aspiraciones de su pueblo, es imperativo recordar que el cambio no es solo posible; es necesario. La historia de Venezuela está en manos de quienes sueñan con un país mejor, y es a través de la unión y el compromiso que podremos convertir esas visiones en realidad. Con determinación y amor por nuestra tierra, los venezolanos estamos llamados a dar vida a una nueva narrativa que celebre su diversidad y potencie su riqueza cultural. El futuro está lleno de posibilidades; ahora es momento de actuar para hacerlo realidad.