El amor espontáneo como concepto romántico ha capturado la imaginación de generaciones y suele no serlo —y en buena medida— no duradero
¿Amar instantáneamente?
Las películas, los libros y las canciones han popularizado la idea de que, al cruzar miradas con alguien especial, un rayo mágico puede atravesar el corazón y dejarnos flechados irremediablemente. Es común escuchar que “desde el primer momento que l@ vi, me enamoré”. Sin embargo, aunque este fenómeno pueda ser emocionante y apasionante, la realidad es que el «amor a primera vista» no siempre es amor en su forma más profunda y auténtica. Más bien, lo que sentimos en ese primer encuentro es una explosión de emociones intensas y una atracción que surge de los instintos, influenciada por nuestras emociones y nuestra biogenética.
El caso de Adriana
Psicóloga: Hola, Adriana, bienvenida de nuevo. ¿Cómo te sientes hoy?
Adriana: Hola, doctora. Bueno… la verdad es que estoy un poco confundida y angustiada.
Psicóloga: ¿Te gustaría contarme un poco más sobre qué es lo que te está preocupando?
Adriana: Pues, se trata de Carlos… Lo conocí y hemos estado saliendo por un poco más de un mes y siento que… bueno, creo que estoy enamorada. Pero al mismo tiempo, tengo muchas dudas sobre la relación ya que él quiere que tan pronto como se pueda nos mudemos juntos.
Psicóloga: Entiendo. Por lo que me cuentas, parece que sientes cosas muy intensas por Carlos, pero hay algo que te hace dudar. ¿Puedes explicarme mejor qué es lo que te preocupa?
Adriana: Sí… A ver, yo nunca había sentido algo tan fuerte por alguien en tan poco tiempo. Me llevo muy bien con él, me hace reír, me encuentro segura cuando estoy a su lado. Pero… él es muy diferente a mí. Carlos no fue a la universidad, él es obrero de la construcción, y además viene de una cultura religiosa muy distinta a la mía. Y eso me hace cuestionarme si esta relación tiene futuro.
Psicóloga: ¿Cuáles son esas diferencias que más te preocupan?
Adriana: Bueno, en mi familia siempre se valoró mucho la educación. Todos en mi casa somos universitarios, y no quiero sonar elitista, pero me pregunto si esa diferencia educativa podría causarnos problemas más adelante. Además, su religión es algo que también me genera incertidumbre. No sé si podríamos tener una vida juntos si nuestras creencias son tan distintas.
Psicóloga: Entiendo que estas diferencias pueden generar inseguridad. ¿Te has preguntado si estas preocupaciones vienen de lo que tú realmente sientes o si son influencias externas, como las expectativas de tu familia o la sociedad?
Adriana: He pensado mucho en eso… Mis padres siempre me han dicho que debería buscar a alguien que comparta mis valores y mi nivel educativo, para que sea “más fácil”. Y claro, me preocupa lo que pensarían si les presento a Carlos. Pero al mismo tiempo, cuando estoy con él, esas preocupaciones desaparecen. Me siento feliz y no quiero dejarlo.
Psicóloga: Parece que estás atrapada entre lo que sientes y lo que crees que “deberías” hacer, ¿verdad?
Adriana: Sí, exactamente. No puedo dejar de pensar en lo que podría salir mal. Me aterra la idea de sufrir si esta relación fracasa. Pero al mismo tiempo, si lo dejo ahora, estoy segura de que voy a sufrir muchísimo.
Psicóloga: Adriana, veo que estás experimentando un conflicto interno muy fuerte. Por un lado, sientes una conexión emocional muy profunda con Carlos, y por otro, tienes miedo de que estas diferencias se conviertan en obstáculos en el futuro. Dime, ¿qué es lo que más te preocupa? ¿Es el miedo al fracaso o el miedo a dejar ir algo que te hace feliz?
Adriana: Creo que… lo que más me asusta es cometer un error. No quiero estar con alguien que pueda lastimarme o con quien no funcione a largo o a mediano plazo, pero tampoco quiero renunciar a lo que me hace tan feliz ahora. Es como si mi corazón y mi cabeza estuvieran en una lucha constante.
Psicóloga: Me parece que te encuentras en una encrucijada entre seguir tus emociones y escuchar a tu mente racional. Y ambas partes son importantes, ¿no crees?
Adriana: Sí, supongo que sí… Pero ¿cómo encuentro un equilibrio? ¿Cómo puedo saber si lo que siento es suficiente para superar esas diferencias?
Psicóloga: A veces, el enamoramiento inicial puede hacer que todo se sienta más intenso y urgente. Puede que tu cerebro esté en un estado en el que las emociones predominan, lo que es completamente normal al inicio de una relación. Pero, al mismo tiempo, es importante tomarse un momento para reflexionar sobre lo que realmente importa para ti a largo plazo.
Adriana: ¿Entonces, debería darle más tiempo a la relación para ver si lo que siento es real y no solo una emoción pasajera?
Psicóloga: Eso podría ser una buena idea. No tienes que tomar decisiones definitivas en este momento. Puedes darte el espacio para conocerte mejor a ti misma en esta relación y también el tiempo para conocer más a Carlos. Tal vez explorar cómo se manejarían esas diferencias culturales y educativas juntos. Me gustaría sugerirte que en los próximos meses conversen sobre cómo Carlos ve el futuro contigo y analiza si esa proyección corresponde a tus aspiraciones…
Adriana: Sí, tal vez deba hacerlo… Pero es que me da tanto miedo que todo salga mal.
Psicóloga: Apenas tienen un mes y algunos días, puedes proponerte un lapso prudente antes de cualquier decisión, y en ese tiempo puedes evaluar cómo Carlos y tu ven una futura unión más formal, y responderte preguntas existenciales claves, cómo serían si van a tener hijos, en cual religión se educarían, o el manejo de las finanzas familiares, si tu trabajo y carrera profesional estarían en juego, o en donde vivirían… y en explorar igualmente cómo te llevarías con su familia, y la de Carlos con la tuya
Adriana: La verdad es que no he pensado ciertamente en eso…
Psicóloga: Recuerda que establecer una familia conlleva múltiples situaciones a considerar. El miedo a perder la relación es comprensible, Adriana. Pero también recuerda que el amor, como cualquier relación, siempre trae consigo un grado de incertidumbre. A veces, lo importante es cómo manejamos esa incertidumbre y cómo construimos la relación día a día, en lugar de preocuparnos por todo lo que podría salir mal. La pregunta correcta sería qué puedes hacer para que salga bien y si no lo vez posible…
Adriana: Tienes razón…
Psicóloga: Y está bien que te cueste. No es un proceso fácil, pero la reflexión que estás haciendo ahora es un paso importante. A pesar de lo encantador del amor a primera vista debemos inmediatamente actuar para determinar si ese sentimiento se podrá mantener en el tiempo, si eso es lo que buscamos. Si no es así, podemos disfrutarlo como lo que es: un amor pasajero… ¿Te parece que sigamos trabajando en esto en las próximas sesiones?
Adriana: Sí, me gustaría. Gracias, doctora. Me siento un poco más aliviada después de hablar contigo.
Psicóloga: Me alegra saberlo, Adriana. Recuerda que siempre tienes un espacio aquí para explorar tus sentimientos y tus dudas. Nos vemos la próxima semana.
Adriana: Gracias. Hasta la próxima…
¿El amor a primera vista es pura química cerebral?
Cuando hablamos de amor a primera vista, en realidad nos estamos refiriendo a un proceso bioquímico mucho más complejo que se desencadena en cuestión de segundos. El cerebro humano está programado para evaluar a las personas en nuestro entorno de manera rápida e instintiva, utilizando señales visuales y no verbales para determinar si alguien es potencial y genéticamente atractivo. En esta evaluación inconsciente intervienen factores como la simetría facial, el lenguaje corporal, el tono de voz e incluso el olor corporal, que puede activar respuestas químicas en nuestro cerebro. Estas reacciones instintivas tienen una explicación evolutiva. Nuestros antepasados dependían de la rapidez para decidir si una persona era una pareja adecuada o si representaba una amenaza. Hoy en día, sin embargo, estas respuestas automáticas pueden confundirse con el amor. Lo que muchas personas describen como «amor a primera vista» es, en la mayoría de los casos, una mezcla de atracción física intensa, deseo y una idealización momentánea de la otra persona.
Sin embargo, las emociones que se experimentan en ese primer encuentro pueden ser engañosas. El cerebro libera neurotransmisores como la dopamina y la norepinefrina, que nos hacen sentir eufóricos, energizados y atraídos hacia la persona que acabamos de conocer. Pero estos químicos son efímeros y no necesariamente indican una conexión profunda y duradera. El amor, en cambio, se construye además, con el tiempo, a través del conocimiento mutuo, la empatía, la confianza, la intimidad y la comprensión.
La trampa de las emociones: ¿La dopamina?
El gen Dopamine Receptor D4 (DRD4) y su influencia en el enamoramiento inicial ha captado la atención de la comunidad científica debido a su papel en la regulación de la dopamina, un neurotransmisor crucial en el circuito de recompensa del cerebro. Las investigaciones indican que una variante específica del gen DRD4, conocida como la versión de 7 repeticiones del alelo (7R), está asociada con ciertos comportamientos que reflejan una mayor búsqueda de sensaciones y experiencias novedosas.
Para entender cómo este gen influye en el enamoramiento, es esencial analizar el papel de la dopamina en el cerebro. Una de las asociaciones es la que existe entre las variantes del gen DRD4 y el comportamiento de búsqueda de novedades. Se trata de un neurotransmisor que participa en la regulación de las emociones, la motivación, y la sensación de placer. Cuando experimentamos algo placentero —ya sea comida, música, o una nueva atracción romántica—, el cerebro libera dopamina, creando una sensación de euforia y reforzando el deseo de repetir la experiencia.
El sistema dopaminérgico también está involucrado en el interés inicial, donde las personas sienten una intensa atracción por alguien nuevo. En esta fase, los niveles de dopamina aumentan, lo que puede explicar la euforia, la energía elevada y la intensa fijación que muchas personas experimentan al inicio de una relación romántica y es cuando comentan que “el amor nació desde que lo vi”.
Un estudio publicado en The Journal of Neuroscience encontró que las personas con la variante 7R del gen DRD4 tienen una respuesta dopaminérgica más intensa lo que puede llevarlas a buscar situaciones que proporcionen un «subidón» de dopamina. La novedad induce la liberación de dopamina en el hipocampo. Un estudio realizado por García et al. (2010), publicado en PLOS ONE, encontró que este comportamiento puede explicar la atracción primaria.
El papel de las feromonas en el enamoramiento inicial
Cuando hablamos de enamoramiento, solemos pensar en la atracción física, la química entre dos personas, e incluso en la famosa «chispa» que surge al conocerse. Detrás de estas experiencias se esconde un complejo entramado de señales biológicas que nuestro cuerpo emite y percibe sin que seamos plenamente conscientes de ello. Uno de los factores que pueden influir en esta atracción inicial son las feromonas, compuestos químicos que desempeñan un papel determinante en la comunicación entre los seres humanos, tanto hombres como mujeres.
Las feromonas son sustancias químicas que los organismos, incluidos los humanos, liberan al entorno y que pueden influir en la conducta y la fisiología de otros individuos de la misma especie. En el reino animal, las feromonas tienen funciones bien definidas, como la atracción sexual, la marcación territorial, o la sincronización de comportamientos reproductivos. Los insectos, por ejemplo, utilizan feromonas para atraer parejas desde distancias considerables.
Aunque la existencia y efectividad de las feromonas en los seres humanos es más controvertida y menos evidente que en otros animales, diversos estudios han sugerido que las feromonas humanas pueden tener un papel en la atracción inicial entre hombres y mujeres.
El sistema vomeronasal y la percepción inconsciente
Los seres humanos tienen un órgano especializado para detectar feromonas conocido como el órgano vomeronasal (OVN). Sin embargo, en comparación con otros mamíferos, el OVN humano es menos desarrollado, lo que ha llevado a algunos científicos a debatir si realmente somos capaces de percibir feromonas de la misma manera que otros animales. No obstante, algunas investigaciones han demostrado que las feromonas pueden afectar a los humanos de formas sutiles, influyendo en el estado de ánimo, los niveles de atracción y el comportamiento social, aunque no siempre seamos conscientes de estas influencias. En lugar de ser un «flechazo» consciente, las feromonas podrían actuar a un nivel subliminal, alterando la química del cerebro y aumentando la atracción hacia otra persona.
Feromonas y atracción en los hombres
En los hombres, una de las feromonas más estudiadas es el androstenol, un compuesto que se encuentra en el sudor masculino y que puede aumentar la percepción de atractivo en las mujeres. Cuando las mujeres detectan androstenol, se ha observado que responden de manera positiva, mostrando una mayor apertura y simpatía hacia los hombres que lo emiten. Esto sugiere que, aunque de manera inconsciente, las mujeres pueden ser influenciadas por señales químicas que indican la salud y la idoneidad de un potencial compañero.
Feromonas y atracción en las mujeres
En el caso de las mujeres, las feromonas juegan un papel especialmente interesante. Durante la ovulación, tiempo de procreación, el cuerpo femenino produce ciertas feromonas que pueden atraer genéticamente a los hombres, aumentando su interés y deseo sexual. Estudios han demostrado que, aunque los hombres no son conscientes de estos cambios, pueden detectar de alguna manera las señales químicas emitidas por las mujeres fértiles, lo que aumenta su atracción hacia ellas en esos momentos del ciclo menstrual.
Un estudio publicado reveló que los hombres tienden a encontrar más atractivas a las mujeres que están en su fase fértil, aunque no sean conscientes de la razón detrás de esta percepción. Además, se ha demostrado que los hombres que huelen ropa usadas por mujeres en la fase fértil de su ciclo reportan niveles más altos de testosterona, lo que indica una respuesta fisiológica a las feromonas femeninas.
Los experimentos, como el famoso “experimento de las camisetas” de Claus Wedekind, han demostrado que tanto hombres como mujeres pueden percibir inconscientemente el perfil genético de una persona a través del olfato. Las mujeres, en particular, prefieren el olor de hombres con un MHC diferente al suyo, especialmente durante la fase fértil de su ciclo menstrual.
Una de las teorías más enfáticas sobre las feromonas es su posible papel en la selección de parejas basadas en la compatibilidad genética. Estudios han mostrado que las personas tienden a sentirse atraídas por quienes tienen un perfil genético diferente al suyo, particularmente en relación con los genes del Complejo Mayor de Histocompatibilidad (MHC). Esto tiene sentido desde un punto de vista evolutivo, ya que la combinación de genes diferentes en una pareja puede resultar en una descendencia con un sistema inmunológico más robusto.
Aunque las feromonas pueden influir en la atracción inicial, es conveniente señalar que el enamoramiento y el desarrollo de una relación estable en el tiempo implican mucho más que simples señales químicas. Las feromonas pueden servir como un catalizador en la fase temprana de la atracción pero, factores como la comunicación, los valores compartidos y la compatibilidad emocional son esenciales para que una relación tenga mejores resultados a largo plazo. Además, el papel de las feromonas no es determinante en todos los casos. No todas las personas son igual de sensibles a las feromonas, y su efecto puede variar considerablemente de un individuo a otro. La cultura, las experiencias pasadas y las preferencias personales también juegan un papel categórico en cómo nos enamoramos.
¿Bajar el instinto y subir la cognición?
Lo primero es balancear el conducta emocional con el comportamiento racional. Al entender cómo la bioquímica cerebral influye en nuestras decisiones, podemos aprender a distinguir entre la euforia inicial del enamoramiento y los sentimientos más profundos que sustentan una relación a largo plazo. Tomarse el tiempo para reflexionar antes de actuar puede ayudar a evitar decisiones impulsivas que puedan dañar una relación.
En última instancia, el amor no depende únicamente de una chispa inicial o de la emoción momentánea ya que se construye y se nutre a lo largo del tiempo. Al equilibrar nuestras emociones con la razón, y al ser conscientes de nuestras predisposiciones biológicas, podemos tomar decisiones más sabias y mantener relaciones más sanas y satisfactorias.
El papel de la razón en el amor
Aunque las emociones son una parte fundamental de la experiencia humana, no podemos permitir que gobiernen por completo nuestras decisiones, especialmente en lo que respecta a nuestras relaciones. Aquí es donde entra en juego la razón. En lugar de dejarnos llevar únicamente por los impulsos y la euforia del momento, podemos y debemos emplear nuestra capacidad de reflexión para tomar decisiones más equilibradas.
El amor no surge de la noche a la mañana. Se requiere tiempo para conocer a alguien, comprender sus valores, sus sueños y su carácter. Podemos encontrar un balance entre seguir nuestros sentimientos y aplicar un razonamiento consciente.
Como dijo la psicóloga a Adriana, “a pesar de lo encantador del amor a primera vista debemos inmediatamente actuar para determinar si ese sentimiento se podrá mantener en el tiempo si eso es lo que buscamos. Si no es así, podemos disfrutarlo como lo que es: un amor pasajero”.
También piensa en esto, aunque tu instinto te diga que esa persona es “la indicada” desde el primer encuentro, tómate el tiempo de pensar y analizar tus impresiones iniciales. ¿Estás viendo a la persona tal como es, o la estás idealizando por la emoción del momento?
Luego, date tiempo para conocerla. Las relaciones sólidas se basan en la confianza y la comprensión mutua, que solo pueden desarrollarse a mediano o largo plazo. No te apresures a definir una relación basándote en emociones fugaces. En su lugar, permite que la conexión crezca de forma integral.
Otro aspecto clave es aprender a distinguir entre atracción y amor. La atracción física y sexual es solo una parte del amor, importante mas no lo es todo. Presta atención a cómo te sientes emocional y mentalmente en presencia de la otra persona más allá de la atracción inicial. Escucha a tu mente, no solo a tu instinto. Si bien los sentimientos son poderosos, también pueden ser irracionales. La razón nos permite evaluar si una persona realmente es compatible con nosotros en términos de valores, objetivos de vida y compatibilidad emocional.
Somos seres humanos, no seres instintivos
No podemos ignorar que como seres humanos estamos guiados tanto por la razón como por los instintos. Por ello, depender exclusivamente de nuestros impulsos emocionales puede llevarnos a tomar decisiones que más tarde lamentemos. El equilibrio entre la vida instintiva y la mente racional es fundamental para establecer relaciones saludables y duraderas.
Formamos parte del reino animal, pero nos diferencia que somos seres racionales y podemos tomar decisiones conscientes.
Podemos honrar nuestras emociones sin dejarnos dominar por ellas. En lugar de las respuestas químicas e instintivas del mundo animal, que se desencadena por las feromonas o factores genéticos ante su emparejamiento, podemos tomar un enfoque más consciente y reflexivo. Aprendamos a reconocer cuándo nuestros sentimientos nos están impulsando hacia decisiones precipitadas.
Al final del día, el amor va más allá de un flechazo inicial. Es un proceso de descubrimiento, aceptación y compromiso mutuo. Y, aunque no podemos evitar sentirnos atraídos por alguien al instante, sí podemos decidir cómo actuar sobre esos sentimientos. En lugar de dejarnos llevar por el impulso, podemos permitir que la razón y las emociones trabajen en armonía, para construir relaciones basadas en un amor más profundo, real y duradero.
Después de todo, amar no es simplemente una cuestión de emociones también es una elección y una decisión que hacemos acorde nuestro entorno y cultura, a nuestro propósito de vida, objetivos a largo plazo y nuestras metas diarias.
Entender la influencia de la genética en el comportamiento humano puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestras decisiones y reacciones emocionales. En este punto es donde la autoconciencia y la razón juegan un papel crucial.
Cómo señalamos en la Maestría de la Felicidad, en consultas con jóvenes que desean casarse o vivir juntos normalmente les proponemos un convenio de pareja.
Acuerdo de pareja
En décadas de ejercicio de la psicología hemos descubierto que la mayoría de los problemas de parejas tienen algo en común: se habrían podido prever si ambos se hubiesen conocido bien antes de lanzarse al agua. Lo que ocurre es que un sinnúmero de parejas comienza su enamoramiento prácticamente mostrándose el uno al otro como no son. Es decir, él le hace ver a ella lo que él cree que a ella le gusta, y ella le muestra a él lo que piensa que él desea. Este trabalenguas es la clave: cuando la pareja se conoce y siente la atracción inicial, hará todo lo que pueda por lograr profundizar la atracción y tratar de establecer una relación. En esta primera etapa, cada uno procurará complacer al otro lo mejor que pueda. En un caso, si él aprecia que a ella le gusta la música barroca, muy probablemente, aunque a él le fascine la salsa o sea rockero, aparentará que le encanta la música clásica, y así sucesivamente. Ambos estarán mintiéndose piadosamente hasta lograr la mutua conquista. El problema radica en que, cuando comienzan a vivir juntos, y baja ja dopamina, actúan como son realmente y se descubren como dos perfectos desconocidos en muchas áreas. Es frecuente escucharlos decir: “¡No te conozco!” o “Has cambiado, no sé quién eres”.
Por otra parte, algunas parejas no toman conciencia de la trascendental de establecer y mantener un hogar. Cuando alquilamos un apartamento firmamos un contrato. Cuando compramos un televisor inteligente, un computador, un smartphone o cualquier artefacto novedoso, antes de prenderlo leemos cuidadosamente las instrucciones para aprender a usarlo. Al comprar una casa firmamos un contrato de una hipoteca y lo leemos cuidadosamente. No obstante, cuando de establecer pareja se trata, a pesar de ser el acto, muy probablemente el más importante de nuestra vida, no firmamos ningún acuerdo ni leemos las instrucciones de cómo cambiará nuestra vida. Casi que nos condenamos a fracasar al dejar todo en manos de la atracción, del enamoramiento y del azar, y que la vida venga como venga.
Cuando firmamos cualquier contrato, siempre tienen cosas buenas y malas. En el contrato de alquiler o compra, es bueno tener vivienda, pero malo pagar todos los meses. Es bueno disfrutar de un vehículo, pero es muy pesado cancelar cada mensualidad. Así son todos los contratos.
Las parejas tienen que saber que deben establecer las reglas de juego y por lo menos conversar algunos aspectos esenciales antes de convivir. Esta es la clave fundamental del amor, más allá del “contigo pan y cebolla”, que nos expresa la idea de que el amor es suficiente para soportar las dificultades, la pareja debe comenzar por conocerse en profundidad. Se refiere a un entendimiento mutuo y explícito entre dos personas que están en una relación romántica de convivencia. Este tipo de arreglo y consentimiento debe establecer las expectativas, los límites y las responsabilidades compartidas que ambas partes asienten cumplir para mantener y fortalecer su enlace. Debe abordar una amplia gama de aspectos. Algunos de los elementos comunes que se pueden conversar son las pautas claras para una comunicación abierta y respetuosa, fomentando la expresión de sentimientos, necesidades y preocupaciones, acordar las responsabilidades y tareas compartidas en el hogar, como la distribución de las labores domésticas, las responsabilidades financieras y el cuidado de los hijos, si los hay. Si es posible establecer estrategias y técnicas para resolver los conflictos de manera saludable y constructiva, el manejo de la economía en el hogar. Si los padres tienen religiones distintas, definir cuál de ellas se les enseñará a los hijos, o si les van a enseñar ambas, y que los hijos decidan a su mayoría de edad u otra fórmula. Qué modelo de educación se impartirá a los pequeños. Cuáles serían las prioridades económicas. A más detallado sea el acuerdo, menos posibilidades de conflicto existirán en el futuro, ya que estarán resueltos. También, así como los tiempos cambian, los acuerdos siempre se pueden actualizar. De forma que cada pareja puede adaptar y modificar su acuerdo a medida que evolucionan y enfrentan nuevos desafíos en su relación. Un acuerdo de pareja no debe ser una imposición o una forma de control, sino una herramienta para facilitar la comunicación, la comprensión mutua, el crecimiento conjunto y ser más felices.
El balance es esencial en el amor
Aunque el amor a primera vista puede parecer un flechazo mágico que nos envuelve de manera irresistible con una explosión de emociones y reacciones químicas no suele ser cierto y profundo. La euforia que sentimos en esos primeros momentos puede ser poderosa, pero el amor real, ese que perdura a lo largo de los años, no se basa únicamente en la chispa inicial, sino en el esfuerzo diario, y la querencia del día a día. Al aprender a equilibrar nuestras emociones con la razón, podemos construir relaciones más estables y plenas de felicidad, basadas no solo en la atracción, sino en un compromiso auténtico y permanente, porque el amor no se trata de una mirada arrebatadora, ni de feromonas y dopaminas, sino de la elección de amar, crecer y construir juntos. Nos vemos en la próxima entrega apreciado lector y que la Divina Providencia del Universo nos acompañe…
María Mercedes y Vladimir Gessen, psicólogos. Autores de Maestría de la felicidad, Qué cosas y cambios tiene la vida y de ¿Quién es el Universo?