OPINIÓN

El Alto Mando está obligado a acatar la voluntad popular

por Trino Márquez Trino Márquez

Los veinticinco años de control ideológico y político que el régimen ha ejercido sobre la Fuerza Armada Nacional, llamada Bolivariana desde las reformas de Hugo Chávez, está evidenciándose con estridencia durante las recientes semanas. Ya no se trata sólo de que la institución armada se declara abiertamente ‘chavista’ y se refiere a Chávez como ‘Comandante Eterno’, en una manifestación pomposa de culto a la personalidad, sino que ahora miembros del Alto Mando se pronuncian abiertamente a favor de la reelección de Nicolás Maduro. Ese comportamiento impropio de algunos altos jefes del estamento militar tiene que ser objeto de escrutinio y análisis público, tal como debe ocurrir con el desempeño de toda institución financiada con fondos públicos, cuyo desenvolvimiento impacta la vida ciudadana.

Dos episodios recientes, de los muchos que podrían mencionarse, ilustran la parcialización política de algunos miembros de la alta jerarquía militar. Uno es el mensaje a través de la red social X –antigua Twitter-  del general Domingo Hernández Lárez, jefe del Comando Estratégico Operacional de la FANB, en el que ese oficial se hace eco de una información falsa según la cual María Corina Machado estaría planteando privatizar la FANB y desmantelar el Cicpc y la Dgcim. Además de dar por cierta esa supuesta información, agrega un comentario cuestionando a MCM. A Hernández Lárez se le demostró que el mensaje era falso. Que se trataba de un montaje malintencionado con el propósito de descreditar a la dirigente política, principal referencia popular del candidato Edmundo González Urrutia. Sin embargo, el general no tuvo la delicadeza de retirarlo de la red ni presentar alguna excusa por el evidente error.  Su finalidad era lesionar la imagen de MCM y, por extensión, del aspirante de la Plataforma Unitaria.

El otro evento está representado por la intervención del ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, el 24 de junio en el Campo de Carabobo, con motivo de la celebración de un nuevo aniversario de la batalla que selló la independencia de Venezuela. La intervención del ministro, al lado del jefe de Estado, fue abierta y deliberadamente a favor de la continuidad de Maduro en Miraflores, en clara violación de la Constitución y la Ley Orgánica de Procesos Electorales.

No debería ser necesario recordarles a los miembros del Alto Mando militar que bajo su responsabilidad se encuentra la eficaz ejecución del Plan República, uno de cuyos objetivos fundamentales consiste en garantizar el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas de votación en todos los procesos electorales en los que el CNE convoque a la Fuerza Armada. Ahora bien, como esa norma republicana algunas veces parece olvidarse, conviene traerla a colación para que no se les olvide. También es importante refrescarles la memoria para que tengan siempre presente que la Constitución aprobada por Hugo Chávez, calificada por él mismo como ‘la mejor Constitución del mundo’, establece que “la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce… indirectamente, mediante el sufragio” (Art.5); y que “el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela es y será siempre democrático, participativo,… electivo,… pluralista y de mandatos revocables” (Art. 6).

Venezuela, como la gran mayoría de las naciones latinoamericanas, no debe contar con una democracia tutelada por los militares.  La sujeción del Estado y la Sociedad al estamento militar es un resabio de la era premoderna, de la Venezuela rural, sometida a los caudillos militares regionales. Esa etapa debería quedar definitivamente superada. Actualmente no es así porque Chávez se encargó de militarizar el Estado y la Nación, convirtiendo la FAN en una suerte de guardia pretoriana del presidente de la República. Acabó así con casi un siglo de profesionalización del estamento militar y su plena incorporación al sistema republicano y democrático.  Ahora, la institución castrense está obligada a realizar una revisión interna que le permita retornar al antiguo esquema: Ser baluarte del Estado constitucional basado en el respeto inquebrantable al Estado de derecho, a la Democracia y a las instituciones del orden republicano.

La Fuerza Armada Nacional en diciembre de1998, cuando Hugo Chávez obtuvo su primera victoria, había derrotado a la guerrilla profidelista que intentó subvertir el orden democrático en la década de los años sesenta del siglo pasado. Esa misma FAN sofocó los dos intentos de golpes de Estado promovidos por Chávez en 1992. Sin embargo, cuando el antiguo jefe de las asonadas militares decidió someterse a las reglas democráticas y participar en la campaña electoral de 1998, obteniendo la victoria, la institución castrense obedeció el mandato popular, a pesar de las dudas y temores de algunos de los altos mandos.  Esa fue una lección de institucionalidad de los oficiales de la época.

Un cuarto de siglo después se repite una historia similar: La inmensa mayoría del pueblo desea un cambio en la conducción del país y un nuevo Gobierno. El Alto Mando está obligado a acatar la voluntad popular.

@trinomarquezc