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El Alamein: los primeros pasos de una leyenda

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Now this is not the end,

it is not even the beginning of the end

(Winston Churchill)

En The Rommel Papers (1954) (informes y especie de memorias ordenados por sir Basil Liddell Hart) el “Zorro del Desierto” se queja reiteradamente de la poca importancia que le daba el Alto Estado Mayor de la Wehrmacht al Frente africano en la Segunda Guerra Mundial. Una clara contradicción con lo que explicamos la semana pasada sobre los nuevos planes de Adolf Hitler para terminar de obligar a los Aliados a un armisticio, controlando el Canal de Suez y los pozos petroleros del Medio Oriente.La realidad para el nuevo mariscal –¡el más joven a sus cincuenta años!– es la descrita a su esposa: “Hitler me ha nombrado mariscal, hubiera preferido que me hubiese dado una división más”. A pesar de sus limitaciones se arriesga y sigue adelante para lograr su gran objetivo, pero la diosa Fortuna decidiría otra cosa en lo que se ha llamado “La Primera Batalla de El Alamein” (01-27 de julio de 1942).

La memoria colectiva alimentada por las películas y los documentales, entre otros, relaciona el nombre de El Alamein con la última batalla (que es la segunda o tercera para algunos, como por ejemplo: Ken Ford, 2008, Rommel en retirada) que se inicia el 23 de octubre y en la que resultaron vencedores los Aliados. En ella el nombre del comandante del VIII Ejército Británico: el general Bernard Law Montgomery (“Monty”) se alza como el gran vencedor de Rommel. Al hacer un repaso de los documentales más conocidos, entre ellos los que se pueden ver en Netflix: Greatest events of World War Two in color (2019) y WWII in Color: Road to Victory (2021); en el primero no le dedican nada a la Guerra en el Desierto salvo una referencia a la “Operación Torch” al hablar de los antecedentes del Día D; y el segundo sí posee un capítulo entero pero siempre con predominio de “Torch” y por ello lo titulan: “La invasión de África del Norte”. Otros (Battleline, 1962-65; World at war, 1972-73; World War II in Colour, 2009; Apocalypse: La 2ème guerre mondiale, 2009; y las siguientes sobre batallas de la Segunda Guerra Mundial y otras guerras: Line of Fire; 2002 y Commanders at War, 2009) poseen esta tendencia a concentrar todas las batallas de Noráfrica que van de 1940 a 1943 en un capítulo incluyendo muchas veces lo relativo al Mediterráneo (Grecia, pero sobre todo Malta). Al tratar El Alamein la mayor atención está en el momento de la victoria final, incluso en los que la tienen como tema central.

Rommel estaba en lo cierto al afirmar que el enemigo daba la mayor importancia al Frente del Desierto. Pero una razón de peso es que a diferencia de Alemania que tenía el gran Frente Oriental, era el único lugar donde podían atacarle por tierra. Sir Winston Churchill mantuvo siempre esta meta y buscará convencer a los Estados Unidos de apoyarle. Las dos ocasiones en que se perdió la oportunidad de vencer definitivamente al Eje (“Operación Compass” entre diciembre de 1940 y enero de 1941; y la “Operación Crusader” del 18 de noviembre al 30 de diciembre de 1941), se podría decir que fue por motivos fortuitos e incluso en contra de la opinión del primer ministro en especial en el segundo momento.

En el “Capítulo XIII. El Octavo Ejército acorralado” del “Libro III. La Gran Alianza” de la obra de Churchill: La Segunda Guerra Mundial (1948-56); este se dedica a analizar los hechos desde la toma de Tobruk (20 de junio) hasta su viaje a El Cairo a inicios de agosto de 1942. Nos explica cómo los alemanes cometieron el error de no escuchar a Benito Mussolini y al mariscal Albert Kesselring (comandante de la Lufflofte II) que insistían en la toma de Malta. El mito de Rommel se impuso, y confiados en los recursos que obtuvieron del puerto pensaron que llegarían hasta el canal de Suez del cual solo restaban menos de 400 kilómetros. Por el contrario, en el mismo momento de la Primera Batalla de El Alamein, Churchill logra convencer a Estados Unidos de la que fue bautizada (primero la llamaron “Rodeo”) como “Operación Antorcha” debido a que era inviable un desembarco en Europa en 1942. Pero no fue fácil porque la US Navy ni pensaba en África y al descartar una acción en Europa propuso cambiar la prioridad al Pacífico. Los altos mandos de ambos países se reunieron en Londres, y los de Estados Unidos recibieron el 16 de julio un memorándum de su comandante en jefe con algunas recomendaciones. En este texto establecerá: “Debemos concentrar nuestros esfuerzos y evitar la dispersión” y advierte de la gravedad de la caída del Norte de África y el Medio Oriente (en futuros artículos retomaremos el análisis de este importante documento).

Antes de la Primera Batalla de El Alamein se dio la de Mersa Metruh (del 26 al 29 de junio). La idea del comandante general Claude Auchinleck (que había destituido al jefe del VIII Ejército y asumido él mismo dicho cargo) era dar tiempo a sus tropas para la retirada a El Alamein; una estación de tren en la costa que permitía la defensa, porque poseía colinas donde se podía observar los movimientos del enemigo y al sur solo restaban 75 kilómetros hasta la Depresión de Qattara, espacio infranqueable para los tanques. Rommel no podría rodearlos. En Mersa Metruh los británicos serían derrotados por la rapidez, poder de fuego y táctica de “embolsamiento” del Eje con la pérdida de 10.000 soldados y 40 tanques. Ante El Alamein se daría una batalla de desgaste en que los Aliados lograrían detener a Rommel porque las batallas previas habían consumido sus recursos y armas, y el problema de siempre: el abastecimiento que se agrava por la distancia y el acoso de la Royal Air Force. El VIII Ejército intentó hacer retroceder al Eje pero Rommel se atrincheró y comenzó un estancamiento hasta finales de agosto (en dicho momento retomaremos esta serie sobre la Guerra en el Desierto). La semana que viene comenzamos con la ofensiva alemana de verano en Rusia, que llevará a los soldados de Hitler hasta el Cáucaso y Stalingrado.

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