OPINIÓN

El agravamiento de la crisis educativa 

por Pensar Educativo Pensar Educativo
Por equipo editorial
La crisis educativa en Venezuela pareciera no tocar fondo. Además de la deteriorada infraestructura que se acerca al 90% de los planteles, incluidas las universidades, y que el régimen neototalitario de Nicolás Maduro intenta disfrazar pintando fachadas, cuando las instituciones carecen de dotación de aulas, instalaciones sanitarias, laboratorios, canchas deportivas, espacios tecnológicos, centros de capacitación técnico-profesional, aulas culturales y hasta zonas verdes, lo que significa el paroxismo de una destrucción sin límites.
El madurismo ha sido tan irresponsable que ahora, en manos de Héctor Rodríguez y Ricardo Sánchez, la única propuesta que han ejecutado es la suspensión de «salarios» -los cuales en el mejor de los casos promedian 10 dólares al mes- para seguir ampliando su política de liquidación de la carrera docente y que queden en el aula individuos que solo puedan ser sujetos y objetos de adoctrinamiento ideológico en favor de lo que han denominado «revolución».
Ante tan desastrosa situación, ¿cómo enfrentar la situación educativa? Pues, las alternativas son muy reducidas, en virtud de que para recuperar la infraestructura educativa de primaria y secundaria se necesitaría entre 10.000 a 20.000 millones de de dólares, y no menos de 30.000 a 40.000 millones de dólares para el área universitaria, razón por la cual hablar de cualquier otra «posibilidad» sería irreal, más aún cuando tenemos un gobierno ilegítimo que fue rechazado por la voluntad popular en las pasadas elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024.
Verbigracia, si además de tal situación valoramos que se han ido del sistema educativo alrededor de 200.000 docentes, cuyas prestaciones sociales estarían pendientes con montos individuales de entre 10.000  y 30.000 dólares, sería otra deuda que promediaría cerca de 4.000 millones de dólares, y que difícilmente el madurismo cancelaría, al considerar a estos docentes como «enemigos de la patria», es decir, estaríamos en una situación que agravaría la condición social no solo de los propios educadores, sino del país en general, porque veríamos hombres y mujeres emigrando, y aquellos que por razones de edad tengan que quedarse, estarían sin condiciones de afrontar su vejez, al carecer de recursos económicos y pensiones acordes con la realidad que confronta Venezuela.
Si con esta lamentable y constante crisis política y económica no existen planes para recuperar al país, la educación no tendrá alternativas, y salvo lo que puedan hacer las familias sobre sus hijos o nietos, y una que otra iniciativa docente para coadyuvar tan difícil realidad, no existen mecanismos en el corto ni mediano plazo para revertir el agravamiento de la crisis educativa.
Con el madurismo, sean quienes sean los «ministros», el país avanza hacia la disolución social y cultural. Sin educación, sin escuelas, sin liceos, sin universidades, sin docentes y hasta sin estudiantes. Es la muerte de la república.