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El adiós de Ibsen

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Hace una semana moría en Caracas, tras una década de exilio en Bogotá, Ibsen Martínez, a pocos días de cumplir 73 años. Novelista, dramaturgo, ensayista y articulista de medios nacionales e internacionales. Colaborador, además y entre otras, de la prestigiosa revista mexicana Letras Libres, que siempre mantuvo sus páginas abiertas para él cuando otras se las cerraron en los avatares finales por los que transitó, al igual que El Nacional, en el que su  prosa esmerada y  distintiva apareció por períodos a lo largo de tres décadas. 

Su último artículo en estas páginas, donde volvía a escribir, se publicó el 8 de septiembre sobre un viejo amigo de sus tiempos iniciales en la televisión, cuando convertía radionovelas cubanas de los cuarenta en culebrones venezolanos de los setenta, al que le gustaría volver a ver si aún anduviese “de este lado del césped”.

Autor de reconocidas obras teatrales, Humboldt y Bonpland, taxidermistas, La hora Texaco, Petroleras suicidas, entre otras; de las novelas El mono aullador de los manglares (Ramdon House-Mondadori, 2000), El señor Marx no está en casa (Norma Bogotá, 2009), Simpatía por King Kong (Planeta Bogotá, 2013) y, tras una larga sequía literaria, Oil Story, publicada en 2023 por Tusquets Editores, del Grupo Planeta.

En Oil Story vuelve sobre el tema petrolero que ya había abordado en dos de sus piezas teatrales y en numerosos ensayos y artículos de prensa. Su padre, Luis Roberto Martínez, había sido trabajador de oficina de una petrolera, un vínculo definitivo para que su hijo se familiarizara con una temática que transformó el paisaje, la vida y la cultura de Venezuela y los venezolanos. En Oil Story cuenta la vida íntima de una petrolera, y demuestra su oficio de narrador y el profundo conocimiento de la materia que trata. En su estilo irreverente y satírico, y sustanciando, se revela, por la voz de sus personajes, contra la meritocracia tan extendida como creencia solo virtuosa entre nosotros.

Cursante de Matemáticas en la Universidad Central de Venezuela, carrera que no concluyó, lector de todos los días por influencia de su madre, María Teresa Pimentel, una maestra normalista, Ibsen Martínez entró muy joven a trabajar en Radio Caracas Televisión de la mano de José Ignacio Cabrujas, en un período en el que comenzó a abrirse un espacio para otro tipo de historias y personajes, seguramente más venezolanos y más de carne y hueso, en la producción de telenovelas. El éxito tardó en llegarle y lo hizo de manera explosiva con Por estas calles, que tuvo, además de gran sintonía, honda repercusión social y política en los años revueltos de principios de los noventa y que colocó a su autor, aunque no solo, en el centro de una controversia sin fin.

En la hora de su muerte, Ibsen Martínez es reconocido como un intelectual, un hombre con capacidad para interesarse, conocer a fondo y analizar con agudeza los temas críticos del interés público y ser, como lo fue, una voz propia y libre, influyente en generaciones de lectores a los que no dejó nunca indiferentes. También como un hombre cuestionado en su vida privada luego de la denuncia de finales del año pasado que reveló maltratos contra algunas de sus parejas. Denuncia que, como admitió, esperaba para enfrentar, al fin,  sus propios demonios y, sin embargo y sobre el dolor, volver a empezar con lo que fue la aspiración de su vida: ser un escritor. 

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