En Estados Unidos enseñan a los niños que, ante cualquier señal de maltrato, llamen al 911. Cuando esto pasa, se desata una gran tragedia y un real abuso emocional hacia el niño. O sea, que a quien se pretende «salvar» de un posible abuso, termina siendo abusado fuertemente por las autoridades. Además, se olvidan de que, en ese momento, a los niños les están enseñando a ser desleales a su padres.
Un niño que realmente está siendo abusado, no denuncia. ¿Por qué? Cada vez que ha intentado defenderse, recibe más abuso. O sea, la indefensión aprendida, que es cuando las personas agredidas se resignan a ser maltratadas, porque entienden que han hecho mucho para defenderse y se dan por vencidas; concluyen que no pueden con el agresor.
Ya esto es suficiente para entender lo absurdo del tema y lo mal que se aplica, porque logra todo lo contrario de lo que persigue. Esto pasa cuando se toman decisiones sin consultar a expertos en la materia. O también cuando son distorsionadas por quienes las aplican. Hay que tener ojo con esto, y repensar esa supuesta forma de cuidar a los niños del abuso, en general, dentro de su familia.
Los niños no saben las consecuencias, ni los procesos legales, ni todo lo que implica. Si realmente se lo llevan, ni los padres saben dónde está. Pasa mucho tiempo sin que puedan verlo. Y mientras el proceso judicial e investigativo transcurre, el niño está en una casa que no conoce, con gente que tampoco conoce… Se llevan al niño y lo montan en un carro con policías. Nadie le explica nada, pasan meses y ni puede ver a sus padres.
Incluso descubriendo que hay maltrato, los estudios confirman que, a menos que el niño esté en peligro de muerte, no debe ser sacado del núcleo familiar. Se debe proceder con terapia familiar, pero jamás someterlo de nuevo a otro abuso.
¿Cómo va a ser que el país más poderoso del mundo no tenga una solución para las familias que no saben qué hacer con sus hijos, después de que termina la escuela? Hay padres que no tienen quienes cuiden a sus hijos, y si dejan de trabajar, no comen ni tienen casa. Las empresas deberían tener guarderías para que los padres puedan llevarlos al lugar de trabajo, y así tenerlos cerca hasta que terminen. Eso acabaría la pandemia de niños con llaves. O sea, menores que llegan solos a sus casas y se exponen a peligros y accidentes, entre otras cosas.
Una solución también es educar y dar explicación a los niños sobre lo que es el maltrato. Educar a los padres, crear talleres sobre cómo disciplinar, según la edad. Hay cursos en Estados Unidos para los padres. Están disponibles para todo el mundo y son baratos (40 dólares). No es mucho, pero es mejor que nada. Para ampliar, entra a https://dranancy.com/ y búscalo en mis redes.