OPINIÓN

El 80 aniversario de las Navidades en la Segunda Guerra Mundial (III)

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

El villancico de origen austriaco-alemán Stille Nacht, hellige Nacht (conocido como Noche de paz, noche de amor o Silent night) ha sido traducido a más de 300 idiomas, siendo esta la principal prueba de su gran popularidad la cual ya existía desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Nacido en Oberndorf (Austria) en 1816 de la mano del sacerdote católico Joseph Mohr y en su música del maestro de escuela y organista Franz Xaver Gruber, expresa la esencia de la Navidad: la celebración del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, pero también el anhelo de la paz no solo espiritual sino también entre las naciones que, en el caso de Europa, salían de las largas guerras napoleónicas que duraron casi 20 años. Muy probablemente por todo esto sirvió como medio para detener la Gran Guerra – al menos unas horas – aquella Nochebuena de 1914, cuando los ejércitos enemigos de alemanes y franceses-escoceses la tararearon juntos demostrando ser hermanos en humanidad y fe en el Dios Amor que “volvía” a nacer.

Una ideología del mal (el nazismo) pretendió torcer este hermoso mensaje cambiando su letra a una exaltación del Führer. Pero, al mismo tiempo, como una forma de decir que el enemigo no era el pueblo y la cultura alemana sino Adolf Hitler y sus nazis, los líderes de las naciones Aliadas desde Washington entonaron Silent night la víspera de la Navidad de 1941. Era la esperanza de una paz donde la civilización cristiana triunfara finalmente.

Los dos últimos artículos del año pasado los dedicamos a las Navidades de 1939 y 1940 respectivamente. Dios mediante, siguiendo este proyecto de revisión de la historiografía y la cinematografía en el 80 aniversario de la II Guerra Mundial desde 2019 a 2026, esperamos analizar dichas fiestas en las entregas antes de 24 y 31 de diciembre de cada año por lo que ahora viajamos al año de 1941. En el anterior texto explicamos cómo a finales de 1940 el nazismo, en palabras del papa Pío XII, había avanzado en el proceso de descristianización de la cultura alemana. Para Hitler, según los textos de Hitler’s Table Talk (conversaciones en la cena o posteriores a ella anotados por sus más cercanos colaboradores como Martin Bormann), el cristianismo debe desaparecer de Alemania y Europa porque representa todo lo contrario a su concepción de la realidad. La cosmovisión hitleriana ve la historia como una lucha racial entre una supuesta raza “superior”, la aria (a la que pertenecía el pueblo alemán) y las “inferiores” que debían ser esclavizadas o exterminadas; por lo que era inaceptable una religión cuyo origen estaba en el pueblo judío el cual era considerado como la “antiraza”. Además, la Iglesia católica y una importante parte de los protestantes venían haciendo críticas a sus políticas antisemitas, entre otros. De modo que su meta era sustituir gradualmente dicha religión y cultura con un culto al Estado con matices del paganismo de las antiguas tribus germánicas, y en el año 1941 esta meta se hizo más urgente ante los fracasos en Rusia y un nuevo y poderoso enemigo: Estados Unidos, por no hablar de la implementación de la “solución final”. En este contexto era lógico que el villancico más popular que cantaba al nacimiento de Dios encarnado en un niño judío fuera cambiado radicalmente y desapareciera toda referencia a la paz y el amor.

Por parte de los Aliados ocurría todo lo contrario y así lo demostró la agenda de la Conferencia de Arcadia (nombre clave de la primera conferencia de Washington del 22 de diciembre de 1941 al 14 de enero de 1942) entre el presidente Franklin Delano Roosevelt y el primer ministro Winston Churchill, la primera cumbre posterior a Pearl Harbor que tuvo como fin establecer la estrategia en contra del Eje. La misma contenía una serie de encuentros más allá de lo político-militar relativos a la Navidad tanto en la Nochebuena como al día siguiente: cena, servicio religioso y canto de villancicos en común, dedicatoria del árbol nacional de Navidad con los respectivos discursos de ambos ante quince mil personas (hecho del cual existe video en youtube) y el compartir en la misma White House que según palabras de sir Churchill: «Vivimos aquí como una gran familia, en la mayor intimidad e informalidad».

Era la consecuencia de los fuertes vínculos entre ambos por ser democracias, cristianos, de origen anglosajón y compartir preocupaciones desde que se inició la guerra y más ahora que ambos se encontraban amenazados por los mismos enemigos. El encuentro en agosto para firmar la Carta del Atlántico, la cual contiene ocho principios entre los que destacamos el sexto (en nuestro análisis de su aniversario en dicho mes): “Una vez abolida la tiranía de la Alemania hitleriana, esperaban ver instaurada una paz que permitiese gozar a todos los pueblos de la seguridad … y que diese a los hombres la garantía de una vida liberada del temor y la necesidad”; había establecido la meta que la prioridad era vencer primero al Tercer Reich que ahora se ratificaba.

El día de Navidad en la radio en Estados Unidos, Bing Crosby canta White Christmas por primera vez. Sobre esos dos días nos cuenta Winston Churchill – en el “Capítulo V. Un viaje en plena guerra mundial” del “Libro III. La Gran Alianza” de su obra: La Segunda Guerra Mundial, 1948-56 –:

«Celebramos la Navidad con sencillez… Fuimos juntos a la iglesia el día de Navidad; el sencillo servicio me llenó de paz y disfruté cantando las canciones tradicionales y una, ‘Oh, pueblito de Belén’, que no había oído nunca. Sin duda, muchas cosas fortalecen la fe de todos los que creen en el gobierno moral del universo».

Y los discursos de ambos líderes ante el árbol de Navidad y las multitudes frente a White House el día anterior se les escuchó hablar sobre la alegría de los niños en estas fechas y de la necesidad del sacrificio para no permitir que la misma desaparezca. El presidente Roosevelt ofreció varias respuestas ante los grandes dilemas de cómo vivir la Nochebuena en medio de la guerra, de las cuales les dejo la que he considerado más importante y que está en íntima relación con la letra del villancico Noche de paz:

«Our strongest weapon in this war is that conviction of the dignity and brotherhood of man which Christmas Day signifies-more than any other day or any other symbol. Against enemies who preach the principles of hate and practice them, we set our faith in human love and in God’s care for us and all men everywhere».

La semana que viene trataremos otros aspectos de las Navidades y Año Nuevo de la II Guerra Mundial de 1941 pero le daremos mayor importancia a cómo lo vivieron los combatientes; debido a que hoy nos centramos en la experiencia de los líderes de las mayores potencias en conflicto, aunque se dirán otras decisiones de esta larga conferencia de Arcadia. Aprovechamos ante la cercanía de Nochebuena para dar un saludo lleno de afecto a todos nuestros lectores y a los que nos apoyan en este proyecto de investigación y divulgación sobre la II Guerra Mundial (mención especial merece la comunicadora social de El Nacional: Patricia Molina). A todas las personas de buena voluntad: ¡Feliz Navidad!