OPINIÓN

El 80 aniversario de la primera victoria británica en el desierto (y VI)

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

El ataque a Pearl Harbour (7 de diciembre de 1941) siempre se ha visto como el real inicio la condición mundial de la Segunda Guerra. Antes se consideraba un conflicto europeo exclusivamente. Nada más alejado de la realidad, no solo porque ya en el Pacífico se combatía (Japón llevaba a cabo desde 1937 la invasión de China) sino especialmente por lo que hoy explicaremos. Nos referimos a las campañas militares de África Oriental y el Medio Oriente que tuvieron al Reino Unido y su Commonwealth como protagonistas hace exactamente 80 años. Tres continentes en íntima relación debido a la conservación de recursos y regiones estratégicas del Imperio Británico para seguir de esa forma combatiendo al Eje.

Nos adelantaremos a los hechos en el cumplimiento de su aniversario debido a que no podremos dedicarle un espacio en nuestros artículos semanales. Aunque parezca increíble la complejidad de la Segunda Guerra Mundial va en aumento –a medida que pasaban los meses de los primeros años: 1939-1941– y otros teatros de operaciones resultan más importantes para la compresión de la totalidad que venimos estudiando. Es triste decirlo, porque en verdad son batallas que la inmensa mayoría desconoce y su desarrollo en los textos que sintetizan la Segunda Guerra Mundial es casi nulo. Por no hablar de su representación en el cine, de la que no conozco ni un solo título, lo cual no quiere decir que no existan, pero he buscado y nada.

Nos referimos a las campañas en el año de 1941 del Cuerno de África o África Oriental en las que el Reino Unido ocupó y recuperó las colonias italianas en la zona: Eritrea, Etiopía, Somalia Británica e Italiana (enero-noviembre; pero llegaron a extenderse por el desarrollo de guerrillas italianas hasta 1943); de Irak en las que evitó que sus bases en dicho país fueran ocupadas por un régimen pro-nazi y que terminó con la huida del mismo (mayo-junio) y la ocupación de los protectorados franceses de Siria y el Líbano que estaban en manos del régimen colaboracionista de Vichy (mayo-julio). Otra campaña es la de Irán (agosto), pero esta las dejaremos para alguna entrega sobre la Operación Barbarroja (invasión alemana a la Unión Soviética) por la relación que tiene con la misma.

En las dos primeras entregas de esta serie analizamos –siguiendo el relato de Winston Churchill (Cap. XV. “La victoria en el desierto”, Libro II. “Solos” en: La Segunda Guerra Mundial; 1948-1956) – cómo a pesar de la amenaza de invasión alemana a la metrópolis con la Batalla de Inglaterra en el verano de 1940, este propone reforzar en África a los pocos soldados (60.000 aproximadamente) que defendían todas las colonias que iban desde Egipto pasando por Sudán, Kenia y Somalia (que los italianos ambicionaban desde Etiopía y Libia con más de 250.000 hombres) y el Medio Oriente hasta Irak. Todo este territorio estaba bajo el comando de sir Archibald Wavell en lo que respecta a lo militar, y él mismo desarrolló su recuperación en el Norte de África de manos italianas el 9 de diciembre de 1940 con  la Operación Compass (finalizada el 9 de febrero de 1941 sin llegar a expulsar a los italianos, pero derrotándolos y haciéndolos retroceder 800 kilómetros, como vimos en los artículos números tres al cinco).

Esta región (Mar Rojo, Canal de Suez y el Mediterráneo) era de vital importancia para Gran Bretaña debido a que por ella pasaba su ruta comercial con las colonias de Asia (la India, etc.). De lo contrario tendría que circunnavegar África y esto haría su abastecimiento no solo más lento y costoso sino de gran riesgo en plena guerra. La meta que se propuso comprendía tanto eliminar el peligro italiano al Norte como en África Oriental (desde sus costas el Eje podría atacar dicha ruta). Lo primero que hizo fue reforzar sus pequeños contingentes con el apoyo de soldados que provenían de todo el Imperio, tanto de origen anglosajón (británicos, australianos, neozelandeses) como nativos (indios y buena parte de las etnias africanas bajo el dominio de su Imperio).

En el Cuerno de África la situación se hizo más peligrosa debido a dos hechos ocurridos en 1940: la instalación de un gobierno colaboracionista del Eje (Francia de Vichy) en la Somalia francesa (y en la mayoría de las colonias francesas, aunque como ya señalamos la Francia Libre de De Gaulle terminó dominando las que estaban en el sur del continente a finales del año) y la invasión de la Somalia británica por los italianos (3 al 19 de agosto de 1940) junto a la amenaza a Kenia y Sudán (solo avanzaron unos cuantos kilómetros en sus fronteras). Para comprender la reconquista de la región conseguí poca bibliografía en la red (pero en 2019 hay una publicación italiana) aunque tiene su respectiva entrada en Wikipedia: “East African campaign (World War II)” con abundantes referencias. En todo caso la magnífica enciclopedia de la editorial Noguer dirigida por sir Basil Liddell Hart: Así fue la Segunda Guerra Mundial (1972) posee dos breves artículos de Pieter Lessing: “El colapso italiano en Somalia” (Tomo 1, pp. 379-381) y “A.O.I. La caída del Imperio Mussoliniano” (Tomo 2, pp. 33-42).

Las tácticas británicas ante su escaso número de tropas y armas fue estimular la formación de guerrillas nativas para que fueran debilitando el poder italiano y llevar a cabo pequeñas operaciones con sus tropas desde diversos puntos y simultáneamente. De esa forma en el caso de Etiopia se le dio apoyo en formación y armas a estos grupos llamados “Arbegnoch” (patriotas) en alianza con el emperador Haile Selassie. Todo coordinado por el general Wavell, el teniente-general: sir Alan Cunningham (Kenia) y el general de división William Platt (Sudán). Los italianos eran comandados por el duque de Aosta, virrey de Etiopía. En general las regiones por conquistar son bastante inhóspitas y sin casi carreteras haciendo los problemas de la logística (en especial el agua) mucho más complicados.

El 19 de enero de 1941 se iniciaron las campañas de Eritrea y Etiopía, esta última fue invadida por las divisiones indias que venían de la Operación Compass. La primera logra sus objetivos en febrero. Las divisiones surafricanas invaden la Somalia italiana el 29 de enero y en marzo las tropas de la Francia Libre la Somalia británica en manos italianas. Todas estas fuerzas convergieron en Etiopía y el 5 de mayo el emperador entra en su capital: Addis Adeba. Las tropas italianas capitularon el 16 de mayo aunque algunas se mantuvieron combatiendo hasta noviembre con la batalla de Gondar ese mismo año e incluso algunas guerrillas hasta septiembre de 1943. El dominio aéreo y marítimo de todas las fuerzas aliadas fue casi absoluto. Las bajas fueron aproximadamente: Aliadas: 11:000 e italianas: 17:000. Las bajas entre las tropas por enfermedades como malaria, entre otras, fue mucho mayor. Una vez más los testimonios de los Aliados es de admiración hacia los soldados italianos e incluso le realizaron honores militares ante su valiente defensa. Es algo que no se dice y al contrario se repite permanentemente en el cine una supuesta cobardía que no es real. Una deuda que se debe saldar con una revisión historiográfica y excelentes filmes.

La bibliografía sobre las campañas del Medio Oriente que consultamos incluye: Winston Churchill (Cap. XXI. El último esfuerzo del general Wavell, Libro II. “Solos” en: La Segunda Guerra Mundial; 1948-56); y la maravillosa editorial Osprey con: Robert Lyman & Howard Gerrard, 2006, Iraq 1941; y Barrie G. James, 2009, Hitler´s Gulf War.

El canal de Suez se vio amenazado también por el avance del Eje en Grecia, campaña al cual dedicaremos en las próximas semanas su respectiva serie cuando se cumpla su ochenta aniversario en los meses de abril y mayo. Desde las islas griegas la Luftwaffe podría bombardearlo pero también este avance facilitó el apoyo aéreo a la rebelión pro-nazi en Irak encabezada por los nacionalistas iraquíes de Rashid Ali iniciada el dos de abril de 1941. El objetivo de dicha rebelión era establecer la “total” soberanía del país sobre su territorio, rompiendo con el tratado anglo-iraquí mantenido por el regente Hashemí: ‘Abd al-Ilah desde 1930 cuando terminó el mandato británico para Mesopotamia. El tratado permitía el paso de las tropas del Imperio por su territorio y la permanencia de dos bases militares: la «RAF Shaibah» (RAF: Royal Air Force, Fuerza Aérea Británica) cerca de Basora (puerto en el delta del Golfo Pérsico a donde desembocan el Éufrates y el Tigris) y la «RAF Habbaniya» a menos de 90 kilómetros de Bagdad donde se tenía una escuela de aviación. En esta última se tenía la mayor parte de los 100 aviones anticuados que tenían los británicos en Irak. La pérdida de esta región significaría para Gran Bretaña un problema de abastecimiento de petróleo, debido a que la región era su segundo proveedor de combustible después de Venezuela.

Ante la superioridad en armamento del Imperio británico Rashid Ali pidió apoyo al Eje, el cual respondió tan solo con algunas decenas de Me 110, Ju 90 y He 111. A pesar de la llegada de la Luftwaffe esta no pudo con el dominio del aire por parte de la RAF. El Imperio actuó rápidamente enviando tropas desde sus posesiones en Palestina y Transjordania (la llamada Iraq force bajo el teniente general sir Edward Quinan). atravesando el desierto hasta llegar a la base de Habbaniya que fue amenazada por los ejércitos de Ali. Desde el puerto de Basora por ambos ríos fue mandada la 10° división India: operaciones Regata (Tigris) y Regulta (Éufrates) hasta que llegaron a Bagdad, la base aérea mencionada, Falluja e incluso hasta Mosul en el norte. Las pérdidas para la Commonwealth fueron de menos de 100 soldados y para los nacionalistas de 500. Al final los líderes de estos últimos escaparon y fueron protegidos por el Tercer Reich.

Los británicos al confirmar el uso de las bases aéreas en Siria y Líbano por parte de la Luftwaffe para reabastecerse en su camino a Irak, decidieron en alianza con la Francia Libre del general Charles de Gaulle, arrebatar ambas colonias a la Francia de Vichy. A pesar de las negociaciones para que se unieran a los Aliados estos no lo aceptaron y las batallas por el dominio de Damasco y Alepo entre otras ciudades fue sangriento: Aliados: más de 7.000, Francia de Vichy: más de 6.000.

En julio de 1941 los Aliados le habían arrebatado al Eje la oportunidad de hacerse con el dominio de una zona que estratégica. Desde ella el Tercer Reich hubiera podido debilitar el esfuerzo de guerra británico al poner en peligro su importante ruta de abastecimiento por el canal de Suez. Y lo más importante el tener acceso al petróleo que tanto necesitaba la máquina de guerra alemana. La próxima semana volveremos al Norte de África pero para explicar un gran mito de la Segunda Guerra Mundial: el “zorro del desierto”.