OPINIÓN

El 80 aniversario de la primera victoria británica en el desierto (IV)

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

El 7 de enero de 1941, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el alemán Friedrich Kellner escribe en su Diario: “Las tropas australianas han tomado el puerto fortificado de Bardia y capturado a 30.000 soldados italianos. (…) Al final vamos a tener que sostener a Italia en todo, al igual que hicimos con Austria en la anterior guerra” (2018, My opposition. The Diary of Friedrich Kellner – A German against of Third Reich). Kellner, un ciudadano común en medio de la más fuerte censura nazi, había llegado a la más importante conclusión en lo que respecta al principal aliado del Tercer Reich. Era la consecuencia del gran éxito de la primera ofensiva terrestre de los Aliados en el Desierto en la colonia italiana de Libia (Norte de África): la llamada Operación Compass (9 de diciembre de 1940 al 9 de febrero de 1941). A esta campaña le venimos dedicando una serie de artículos desde hace un mes y el de hoy estará centrado en el análisis de la caída de los puertos de Bardia (6 de enero) y Tobruk (22 de enero).

La semana pasada citamos la bibliografía que usaremos, explicamos la estrategia y táctica, y la primera etapa de dicha ofensiva, la cual logró recuperar en tres días el territorio egipcio en manos de los italianos (100 kilómetros aproximadamente) bajo el liderazgo del teniente-general Richard O’Connor. Este territorio lo habían capturado las fuerzas fascistas en septiembre de 1940. La táctica de la “Blitzkrieg” basada en la sorpresa y la combinación de las fuerzas acorazadas y de infantería con el apoyo aéreo para romper las defensas enemigas y lograr envolverlas, fue asumida con éxito por los británicos. Quedamos en deuda de hablar un poco sobre la aviación, la cual saldamos de inmediato.

La Royal Air Force (RAF) en el Medio Oriente estaba bajo el comando del mariscal jefe sir Arthur Longmore con el cuartel general en El Cairo, pero con bases bastante dispersas en este territorio tan inmenso. En general poseían aviones muy anticuados, como los biplanos Gloster Gladiator pero fueron reforzados con Hurricane y los bombarderos Blenheim y Wellington, sumando cerca de 200 aviones. La Regia Aeronáutica de Italia, por su parte, también tenía viejos aparatos (biplanos Fiat CR 42), salvo los bombarderos Savio Marchetti SM 79 y los cazas Macchi MC 200, y en total eran cerca de 400 aeroplanos. La RAF bombardeó los aeródromos y defensas antes del inicio de la ofensiva, después dominaría el aire y apoyaría el avance. En el caso de los puertos los atacó junto con la Royal Navy e incluso su ruido logró despistar a los italianos ante el avance de los tanques (AA.VV., 1982, “Blitzkrieg en el Sur: capítulo 3°. Guerra en el Desierto” en: Enciclopedia Ilustrada de la Aviación. Tomo 3).

El capítulo “La lucha de los puertos” (pp. 99-111) de: Kenneth Macksey, 1976, Beda Fomm: la victoria clásica; me ha parecido el más ameno de los textos consultados.  Pero también nos apoyamos en: Jon Latimer, 2007, Operation Compass 1940: Wavell’s whirlwind. La segunda etapa de la ofensiva busca el cruce del paso de Halfaya desde el 12 de diciembre, en dirección al puerto de Bardia; a pesar de la retirada de la importante 4° División India (enviada a Sudán), siguen adelante con la promesa del apoyo futuro de la 6° División australiana. Al lograrlo se dividen en dos columnas, para el día 14 terminar el sitio de Bardia. La idea era irlos debilitando (por el sitio que generaría la escasez del agua y los bombardeos constantes) mientras se acumulaban fuerzas y suministros y se esperaba la llegada de los australianos (20 de diciembre). El período de Navidad y Año Nuevo fue de tregua, para iniciar su captura en la batalla que duraría hasta el 6 de enero de 1941.

El puerto de Bardia (al igual que Tobruk) tenía un amplísimo perímetro defensivo conformado “por una zanja contracarros, alambres espinosos, zonas de minas y doble hilera de fortines de cemento” (p. 99) y todo ello debió ser superado por la 6° División australiana bajo el comando del general Iven Mackay. Después de una noche de bombardeos (artillería, marina y aviación) se pasó al avance en el amanecer. Lo increíble de la batalla es que muchas veces la infantería australiana se enfrentó a tanques italianos livianos y medios, pero también los defensores tuvieron momentos de gran valentía y sacrificio, tal como afirma Macksey: “Habrían enorgullecido a cualquier ejército (…) pero la propaganda posbélica no les hizo la justicia que se merecían” (p. 105). A esto es lo que nos referimos especialmente con la representación cinematográfica de los soldados italianos que comenzó incluso desde los tiempos de la guerra, como puede verse en Casablanca (Michael Curtiz, 1942) y Five Graves to Cairo (B. Wilder, 1943).

Las cifras de la caída de Bardia eran impresionantes: 130 soldados muertos por parte de los Aliados, mientras que los italianos sufrieron 1.730 caídos y más de 30.000 prisioneros. Tobruk fue rodeado y se siguió la misma táctica logrando su captura en un día al costo de cifras parecidas a las de Bardia. Las consecuencias de la captura de Tobruk fueron de una gran importancia estratégica porque esta poseía “almacenes militares, contaba con el mejor puerto de la Cirenaica, una central eléctrica, reservas de gasolina y carbón, fábrica de hielo y destilación con 10.000 toneladas de agua almacenada (p. 111). De esta forma, el problema de la logística se había aliviado y permitiría ampliar los objetivos de la campaña, lo cual se hará en los últimos días de enero y primero de febrero de 1941. Tema al que dedicaremos nuestra próxima entrega.