OPINIÓN

El 80 aniversario de la invasión a Francia (VI)

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

Un día como hoy (10 de junio) pero de 1940 la Italia fascista de Benito Mussolini le declaraba la guerra a Francia para aprovechar, en palabras de Winston Churchill en su obra La Segunda Guerra Mundial (1957), el botín. No aceptaron negociación alguna, anhelaban convertirse en una potencia mediterránea y querían demostrar por un acto de guerra su capacidad de lograrlo. Estar a la altura de la triunfante Alemania y hacer vida sus principios fascistas. Francia se derrumbaba ante el avance de la Wermacht. Las mejores divisiones anglofrancesas habían sido destruidas en la primera etapa de la Batalla de Francia (del 10 de mayo al 4 de junio), ahora se desarrollaba la segunda etapa desde el rìo Some en lo que el Tercer Reich llamó: “Fall Rot” (Plan Rojo). El ejército alemán doblaba al francés y el dominio del aire era total; a pesar de ello los soldados galos lucharon con valentía pero sus dirigentes no estuvieron a la altura de la situación.

La entrada de Italia a la Segunda Guerra Mundial significó la expansión del conflicto más allá de Europa. Ahora el Mediterráneo y África eran frentes de batalla en torno a la península italiana y sus colonias como Libia y Etiopía, pero también en los Balcanes con las pretensiones del Duce sobre Grecia desde sus dominios en Albania. La Alemania de Hitler esperaba que la frontera sur de su imperio europeo fuera protegida y controlada por sus aliados fascistas, que además de Italia serían la Francia bajo el liderazgo del mariscal Philippe Petain y la España del generalísimo Francisco Franco; en caso de que el Reino Unido no pactara y que Gran Bretaña fuera invadida por las fuerzas nazis. Y claro está: la Francia no ocupada y España decidieran dejar de ser “neutrales”. El Führer no imaginó que su aliado italiano terminaría siendo más un peso que un apoyo, y el sur terminaría convirtiéndose en un nuevo frente que requeriría más y más tropas a medida que pasara el tiempo.

Las dos potencias extraeuropeas pero que habían participado en la Primera Guerra Mundial: la Unión Soviética y Estados Unidos, ante lo que ya era un hecho casi consumado: la caída de Francia, también tomaron decisiones importantes. La URSS termina de expandirse, siguiendo el Pacto Molotov-Ribentrop de preguerra, al Báltico (ocupando Letonia, Lituania y Estonia) y arrebatarle zonas fronterizas a Rumania: Besaravia y Bucovina. Y Estados Unidos a través de su presidente Franklin Delano Roosevelt comenzaba a dar señales de que no podía seguir indiferente ante los hechos en Europa. A pesar de estar en campaña y con el peligro de perder el importante voto italoamericano afirmó: “Hoy, 10 de junio de 1940, la mano que empuñaba la daga la ha clavado en la espalda de su vecino”. Churchill en su obra ya citada diría: “Fue un discurso magnífico, lleno de pasión, que nos transmitió un mensaje de esperanza”. Y ciertamente, ante los hechos de Dunkerque que dejaron al Reino Unido sin poder rescatar sus armas y material de guerra llevados a Francia; Roosevelt le dio al Reino Unido una buena cantidad de armas para resistir la probable invasión de sus costas.

En lo que respecta a Francia, su ejército en la zona fronteriza con Italia supo rechazar al invasor. El problema era que por la retaguardia se acercaban los alemanes. Pero ese día ocurrió otro hecho que merece destacarse: su gobierno se trasladaba de Parìs a Tours ante la proximidad de los panzers. Creemos por ello que es un buen momento para ofrecerles, en la serie de artículos que venimos realizando sobre el 80 aniversario de la Segunda Guerra Mundial, la perspectiva gala sobre la Batalla de Francia. Para ello comenzaremos con la visión del general que había advertido que el desastre que ahora padecían podría ocurrir si no se cambiaba su concepción militar heredada de la Gran Guerra. Nos referimos al general Charles De Gaulle (1890-1970).

De Gaulle participó en la Primera Guerra Mundial, fue herido y capturado en Verdún. De 1919 a 1939 se convirtió en un ferviente crítico de la visión defensiva y rechazó el uso de los tanques como apoyo a la infantería y no como fuerza ofensiva. Todo ello fue condensado en varios de sus escritos, pero especialmente en Vers l’armée de métier (1934). Ascendido a general durante la invasión a Francia en 1940, se destacó en el comando de una división blindada que hizo grandes esfuerzos para detener la Blitzkrieg, aunque no lo logró (sin apoyo aéreo era difícil). Hace pocas semanas el presidente Emmanuel Macron le dedicó un sencillo monumento en el lugar de una de esas batallas. Desde el 5 de junio fue nombrado subsecretario de Estado para la defensa nacional por el primer ministro Paul Reynaud y por tanto comenzó a participar en el Consejo de Gobierno, aunque ya era imposible lograr un cambio en la Batalla de Francia.

Y precisamente un 10 de junio De Gaulle llega a la siguiente conclusión, según relata en sus Memorias de guerra (1955) y que nos permiten comprender las causas del desastre:

“Los acontecimientos iban demasiado deprisa para poder pensar en dominarlos en donde estábamos. Todo cuanto se proyectaba tomaba al instante visos de irrealidad. Se buscaban referencias en los precedentes de la guerra de 1914-1918, completamente inaplicables. Era difícil creer que aún existía un frente, un mando activo, un pueblo dispuesto al sacrificio; todo ello no eran más que sueños y recuerdos. Lo cierto era que, en medio de una nación postrada y estupefacta, detrás de un ejército sin fe ni esperanza, la máquina del poder funcionaba en una irremediable confusión”.

En nuestra próxima entrega hablaremos de la caída de Francia, desde las perspectivas de otros de sus protagonistas en el poder y su representación cinematográfica, que no tratamos ahora. Volvemos a recordar la petición de testimonios venezolanos de este evento tan importante para la historia del mundo. Queremos saber cómo fue visto por nuestros antepasados. Agradecemos encarecidamente por esta ayuda y para ello les recordamos que se pongan en contacto con nosotros por medio de nuestras redes sociales bajo nuestro nombre y especialmente: “Profeballa”.