OPINIÓN

El 80 aniversario de la invasión a Francia (II)

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

Un día como hoy (13 de mayo) pero de 1940 los panzer de la Wermacht, punta de lanza del Ejército “A” en la invasión a Francia, aparecen por sorpresa desde un bosque que era considerado impenetrable (las Ardenas) y atacan la casi desprotegida ciudad de Sedán, a las orillas del río Mosa. Para la noche ya comenzaban a cruzarlo, armando puentes para que lo pudieran atravesar tanques, infantería y armamento. La sorpresa para los Aliados fue total porque creían que el ataque solo sería por Bélgica, como habían comenzado a hacer los alemanes el 10 de mayo y adonde se habían enviado las mejores tropas para detenerlos. Es por ello que al contraatacar no lo hicieron con sus mejores armas. A pesar de ello, la acción fue acompañada de un gran contingente de aviones, pero la Luftwaffe supo proteger el avance de sus tanques generando grandes pérdidas en sus enemigos (la Royal Air Force perdió 60% de sus naves). El 15 de mayo el primer ministro de Francia, Paul Reynaud, llama a su par del Reino Unido, Winston Churchill, y le dice con voz temblorosa: “Estamos derrotados, ¡hemos perdido la batalla de Sedán!”.

A partir de este momento el espíritu francés y de todos los Aliados comienza poco a poco a llenarse del conocido “derrotismo”, el cual en un mes llevaría a la ocupación de París (14 de junio) y la firma del Armisticio (22 de junio). Lo que impresiona es el hecho de que esto haya ocurrido teniendo los alemanes menos ventajas iniciales, al poseer 136 divisiones en contra de la suma de 156 de estos 3 países; por no hablar del caso de los tanques (2.800 panzers versus 4.000 del otro lado); mas no en aviones, donde la Luftwaffe tenía una clara superioridad. Pero ¿cómo comenzó todo esto?, ¿cómo fue posible? Para dar respuesta hemos iniciado desde la semana pasada una serie de artículos sobre la Batalla de Francia (10 de mayo-22 de junio de 1940) en conmemoración del 80 aniversario, tal como hemos venido haciendo desde el primero de septiembre de 2019 con toda la Segunda Guerra Mundial, en la que esperamos tratar las diferentes perspectivas y la relación historiografía-cinematografía. A continuación hablaremos del plan alemán sin caer en la típica simplificación a la hora de hablar de la primera etapa de la guerra, que no es otra que reducir su éxito a una palabra mítica: Blitzkrieg. Y después de revisar la perspectiva de los invasores pasaremos en las siguientes semanas a la de los Aliados.

La invasión de Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia era parte esencial del pensamiento nazi-hitleriano. Es cierto que el principal objetivo era el adquirir Lebensraum (espacio vital) que había sido establecido en la Rusia europea (y su zona fronteriza como Polonia), pero este no se podría llevar a cabo cometiendo el error de la Primera Guerra Mundial: mantener los Frentes Oriental y Occidental abiertos a la vez. Para atacar a Rusia se tenía que tener pacificada y “cerrada” la frontera oeste de Alemania por no hablar de la “plena realización del destino” de Alemania como potencia central de Europa. Y además del resentimiento que se tenía contra la potencia victoriosa en la Gran Guerra: Francia. De esta forma, una vez conquistada Polonia (ver nuestro primer artículo del 28 de septiembre de 2019) se iniciaron los preparativos para la operación (Fall Gelb / Caso Amarillo) que copiaba el plan alemán de 1914: Schlieffen y que solo preveía un ataque por Bélgica. El problema es que dicho plan llevó al famoso estancamiento por 3 años en las trincheras en torno al río Somme. Era increíble que nadie se diera cuenta de la repetición del error, y lo peor de todo es que los franceses también insistieron en esta perspectiva al establecer sus respectivos planes de defensa.

El mariscal Erich von Manstein del Alto Mando advirtió el error y planteó poco a poco una reelaboración del plan original. Este se complementó con lo que terminó llamándose “golpe de hoz” y que sería al final el centro de toda la estrategia, que describimos en parte en el primer párrafo de este artículo. Un primer ataque a Holanda y Bélgica buscaría atraer a los Aliados a esta región para después atacar por el bosque de las Ardenas e ir rápidamente hasta el Canal de la Mancha; atrapándolos y aislándolos. Esto era posible solo gracias a los principios que habían establecido los teóricos de tanques desde la misma creación de dicha arma a finales de la Primera Guerra Mundial y que en Alemania popularizó el general Heinz Guderian con su obra de 1938: Achtung Panzer! La idea no era concebir al tanque como un fuerte movible para proteger a la infantería (lo cual hacían los franceses al dispersarlos por el frente) sino como un puño acorazado o punta de lanza que permitiera una ruptura del frente (lo que no se pudo hacer en la anterior guerra) y avanzar y envolver al enemigo. Todo ello con apoyo de la artillería tanto en tierra con en el aire, y esto es lo que en buena parte se ha mitificado como Blitzkrieg. Pero como la realidad supera a la ficción, este plan no fue aceptado aunque Adolf Hitler lo apoyó, hasta que un evento fortuito lo cambió todo: los planes originales que seguían el esquema Schlieffen el 10 de enero de 1940 cayeron en manos de los belgas porque el avión que los llevaba tuvo que aterrizar de emergencia y no sabía que estaba en Bélgica.

Los aspectos militares de la caída de Francia son muy poco atendidos en lo que se refiere al cine, salvo el caso de Dunkerque; a pesar de que la Batalla de Sedán es considerada por los grandes teóricos del arte o la ciencia militar como una evento fundamental (un ejemplo es la obra de J. F. C. Fuller, 1961, Batallas decisivas del mundo occidental). No conozco una sola película en la que aparezca esta batalla y me encantaría que alguien me dijera que estoy equivocado. En casi todas siempre muestran una escena de los alemanes victoriosos para pasar al relato de la ocupación, el colaboracionismo y la resistencia. Se desperdicia un inmenso potencial fílmico por el tonto “correctismo político”. En nuestra próxima entrega hablaremos de la campaña en Holanda y Bélgica que no hemos explicado y que posee importantes aportes a nivel militar, por no hablar de la gran producción cinematográfica neerlandesa dedicada a su papel en la guerra.