OPINIÓN

El 7 de octubre de 2023 concierne al planeta

por Alicia Freilich Alicia Freilich

 

Esta semana, en plenas guerras misilísticas, el judaísmo cumplió 5.785 años. A la refundación de Israel le corresponden 75. Durante milenios fue un pueblo expulsado de su tierra ancestral por sucesivos   imperios, condenado como “judío errante” a una diáspora repleta de historia sin geografía propia. En ambas situaciones, hasta hoy, cada día, le toca justificar su existencia. En Israel sí aprendieron a matar para sobrevivir.

Se lo descalifica como grupo voluntariamente cerrado, pero su marginación durante la extensa Edad Media fue producto de sus Guerras Santas, su Inquisición y sus guetos. Aún se le reclama que no venere imágenes y sólo a la Torá, su libro fundacional, que no sea teocrático ni proselitista. Es el “Pueblo Elegido” proclamado por sus bíblicos profetas, en efecto es el grupo electo preferido para primer chivo expiatorio por igual de fascismos a las izquierdas y derechas. Contra ellos comienza lo que luego se torna regional y global. Al día, el terrorismo de Estado, aplicado de distintas maneras en las guerras invasivas de Putin a Ucrania y las de ayatolás contra las democracias que sobreviven a duras penas, Israel a la cabeza.

Su largo exilio demuestra que se puede recibir patria cuando los desterrados no se resignan a desaparecer bajo tiranías o regímenes totalitarios ni ser humillados como indeseables refugiados, ni ambulantes parias. Se alivian o resuelven con el don instintivo de la ubicuidad, eso de aprender a mirar y comprender virtudes y vicios del nuevo entorno en su variedad que abarca maldad y bondad, recepción y deportación. Durísima experiencia que asumida con amor a la vida en libertad, otorga sólidas victorias no precisamente bélicas. Nunca perdonaremos a los árabes que nos hayan enseñado a matar, dijo Golda Meir. Es una lección. Quien pueda retornar al suelo natal aportará la riqueza indestructible de su sabiduría material, intelectual y espiritual para fundar o restaurar a fondo. Así lo hicieron a su regreso los exiliados por el perezjimenismo, constructores de la democracia venezolana y los judíos post Holocausto del No olvidarás y Nunca más al refundar su bíblico Israel que es una burbuja democrática –mide lo mismo que el estado venezolano Aragua- con vecinos enemigos en medio de un inmenso mundo teocrático islamista radical. No es pues una guerra territorial, es de semilla y meta religiosas por parte de sus vecinos enemigos. Y en esta era cuando las distancias no cuentan, bajo el poder iraní de sus “proxis” pueden estar muy cerca.

Las masacres islamistas, iniciadas en el kibutz Nir Oz hace un año y dos en Ucrania por la invasiva Rusia putinesca, pretenden borrar del mapa a esas naciones, sea para imponer en toda Europa su imperio zarista neosoviético y su expansiva religión musulmana al nivel mundial del siglo XXI.

En vísperas del Yom Kipur, día del perdón para algunos, de reflexión autocrítica para otros, sin o  con ayuno, sin o con golpes de pecho, sin o con plegarias y  otros rituales, sí  o con acciones mentalizadas y espirituales en total reposo físico, yo, que practico sin complejos la criticada triple, y a veces la múltiple lealtad -”solo fascistas ejecutan  la lealtad única”-, invoco en estas fechas el cese de ambas largas  guerras que victimizan a miles de civiles desarmados. 

Porque amo mi tradición judía liberal que hoy admite afuera y adentro de su espacio vital israelí, lo mismo a ortodoxos y agnósticos, a mi país natal que dio albergue amoroso a mis progenitores miembros de una colonia judeovenezolana antes, durante y luego de la Segunda Guerra Mundial, a la gran nación estadounidense aún democrática que me da ciudadanos derechos y deberes. Ser agradecidos es de bien nacidos. Es que llegamos a la vida con las manos cerradas y nos vamos con las mismas abiertas. Frases del sabio lugar común cada vez más despreciadas.

Lo que sea por una paz acordada, menos la ambigüedad, el silencio cómplice, las tramposas medias palabras de presuntos amigos consejeros, la falsa pose neutral de quienes fungen de presidentes  estadistas, la omisión continua de nombres propios de los actuales criminales terroristas -Hamás y Hezbolá, súbditos de Irán en los  comunicados de organismos políticos y jurídicos internacionales.` Porque  sus miedos  a precisar culpables directos sustentan la barbarie y asesinan de raíz a la civilizada convivencia legal en cada sitio del ya tan castigado globo terráqueo.

alifrei@hotmail.com