El domingo 3 de diciembre próximo pasado se escribió otra página negra, una más de las muchas páginas de ese color que quedarán insertas en la historia de Venezuela correspondiente a los últimos 25 años de infamia chavo-madurista. En esta oportunidad vimos a una camarilla dictatorial bicéfala militar-civil (“cúpulas podridas”, como decía Chávez en años pasados) pisotear la majestad de los poderes públicos de la nación, mintiendo descaradamente a todo el pueblo venezolano, sin la menor vergüenza, sobre el resultado de la consulta popular efectuada ese mismo día, la misma que fue ignorada por la inmensa mayoría de los venezolanos mediante una abstención histórica que bordeó el 90% del padrón electoral.
La consulta, sobre un asunto de gran interés para Venezuela, como es la justa reclamación del territorio del Esequibo, ignorado por el régimen durante todo el tiempo anterior de su mandato, era innecesaria y se prestaba al fracaso, como efectivamente ocurrió, por las muchas dudas y suspicacias que producía a los venezolanos, debido a su improvisación, premura y contenido conflictivo contra la República Cooperativa de Guyana y la Corte Penal Internacional, organismo en cuyas manos reposa actualmente el asunto por decisión unilateral de Guyana. Había otros caminos para actuar ante ese problema.
Lo que hizo sospechoso al referéndum consultivo sobre el Esequibo al pueblo venezolano fue su frenética exaltación después de tanta desidia gubernamental sobre el tema y el haber sido convocado apresuradamente en fecha tan cercana a la elección presidencial del próximo año, inmediatamente después de realizarse la elección primaria de la oposición que posteriormente fue desconocida absurdamente “en sus efectos” por el Tribunal Supremo de Justicia. La gente, curtida por tantas trampas y triquiñuelas que el chavo-madurismo ha utilizado durante un cuarto de siglo para mantenerse en el poder contra la voluntad nacional, se abstuvo de participar en dicha consulta. El pueblo venezolano, que sufre la miseria, el desamparo y la ignominia en que lo ha sumido la gestión chavo-madurista, no cayó en esta nueva trampa, como sí lo hicieron algunos dirigentes opositores que de buena o mala fe abogaron por la consulta y concurrieron a la misma. Hoy, por lo menos, deberían denunciar la falsedad de los resultados emitidos por el CNE, aunque sea tan solo para resarcir un poco su falta de solidaridad con el pueblo venezolano, producto, en el mejor de los casos, de su ingenuidad o del temor de que fueran tildados de traidores a la patria por los corifeos del régimen.
Los chavo-maduristas se encuentran ahora en un aprieto que quizás no se lo esperaban. Están solos ante el país y el mundo comprometidos en una acción difícil y peligrosa. Pensando mover la fibra patriótica del pueblo, al que tanto exaltan como buenos populistas y demagogos que son, pero al realmente ni aprecian ni respetan, creyeron poder obtener un amplio respaldo para supuestamente emprender acciones épicas, bizarras, dignas de nuestros libertadores, como crear un estado Esequibo, proveer de identidad nacional a sus habitantes, enarbolar la bandera nacional en el territorio y ocuparlo, enfrentando al pobre ejército guyanés, a las empresas transnacionales allí establecidas y, si fuera necesario, al “imperio mismo” supuestamente instalado tras bastidores en toda esa conjura contra la patria.
Por supuesto, cuando estos enemigos respondan y actúen, habrá que declarar un estado de contingencia nacional y proveer al presidente de atribuciones extraordinarias para enfrentar la situación. En tales condiciones, no habrá elecciones presidenciales ni de ninguna otra clase mientras dure la emergencia, la que no será difícil de mantener por tiempo indefinido mediante mañas y sortilegios. Mientras tanto, seguirán rigiendo para todos, menos para ellos, las dramáticas condiciones económicas, políticas, sociales y espirituales que estamos sufriendo los venezolanos desde que Hugo Chávez ascendió al poder un fatídico 2 de febrero de 1999. ¿Podrán llevar a cabo esta última y desesperada acción, contando solo con los militares, solo para conservar un poder que ya nadie resiste y que deseamos todos desesperadamente quitárnoslo de encima?