A casi tres meses de acudir a una de las elecciones más importantes en la historia contemporánea de Venezuela, es necesario resaltar el sentimiento de optimismo que recorre al país, una emoción que se ancla en logros reales de una organización política que entendió las demandas de la gente y que asumió como propios el mandato popular que se decretó en la primaria del 22 de octubre. A pesar de las diferencias ideológicas y entre algunos partidos, hemos logrado una candidatura de consenso en Edmundo González Urrutia, estamos en la calle haciendo campaña, hemos avanzado en el despliegue de los comanditos de campaña y seguimos trabajando en la organización de los testigos electorales.
Puesto en perspectiva, mucho se ha logrado desde que el año pasado un puñado de ciudadanos, firmes hasta la terquedad en sus convicciones democráticas, emprendió el camino de lograr una candidatura unitaria para las elecciones. Nuestro liderazgo se ha fortalecido porque ha escuchado a la calle que le pidió participar en las elecciones, porque ha mantenido un pie en las negociaciones con Miraflores sin claudicar en sus convicciones y ha sobrepasado los obstáculos desplegados por el régimen. Inspirados en la gente que han exigido una hoja de ruta democrática y pacífica para la reconquista de la democracia en Venezuela, hoy tenemos un candidato, tres tarjetas, una líder en la calle, organizaciones y políticos activados para apoyar el esfuerzo de la gente, contamos con el respaldo de una comunidad internacional atenta a lo que ocurre en el país y un pueblo con ganas de votar.
Hay razones para estar alegres, un sentimiento que aceptamos con prudencia tras muchos años resistiendo las embestidas de los poderosos que nos gobiernan, una emoción que encuentra su fuerza en la capacidad que tenemos para organizarnos el próximo 28 de julio. Sabemos que las elecciones serán un proceso complejo, que pondrá a prueba nuestra habilidad para movilizarnos en defensa del voto, es por eso que la organización popular debe fortalecerse aún más para seguir señalando las obligaciones del liderazgo democrático que en su momento, deberá comprometerse a fondo en defensa de la voluntad de la gente.
Seamos optimistas, pero sin apartar la mirada de lo que está puesto en juego y atendiendo a lo verdaderamente importante que tenemos ante nosotros, el compromiso de hacer respetar en la calle, en forma organizada, junto a la gente y de manera pacífica, los resultados electorales que quiere la mayoría de los ciudadanos que ha decidido iniciar una transición pacífica y democrática para Venezuela.
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