Después del Acta de Independencia de 1810, la Constitución Democrática de 1947, la Pastoral del arzobispo de Caracas Rafael Arias Blanco, con motivo de la celebración del Primero de Mayo, Día del Trabajador, en 1957 y el Pacto de Puntofijo de 1958 han resultado a nuestro juicio definitorios ideológicos de la Venezuela republicana, en el marco de lo que el filósofo alemán Johann Gottfried Herder (1769) llamó el “Espíritu del Tiempo”, es decir, «el clima intelectual, los hábitos de pensamiento, el conjunto de opiniones, ideas, juicios propios de una época determinada».
La teología, por su parte, nos habla de «Los Signos del Tiempo» en referencia a «todos los acontecimientos históricos que logran crear un consenso universal y que permiten la comprensión de las etapas fundamentales de la historia de la humanidad» a tenor de la Biblia que nos habla, de una “generación mala y adúltera buscando señal”… exigiendo una “prueba mediante señales físicas, tangibles o sensacionales, para lo cual responde Lucas 12:54-56…”. Decía también a la multitud: «Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: “Agua viene”, y así sucede. 55 Y cuando sopla el viento del sur, decís: “Hará calor”, y lo hace. 56 ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no distinguís este tiempo?
Por algo se ha dicho que «el tiempo es oro», es decir, propicio para llevar a cabo algo, en un momento oportuno y los profetas hablaron: y a su debido tiempo… «Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto». «Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos».
Aquello serían «señales», por lo cual la Iglesia llama al discernimiento del que como pueblo hemos carecido por nuestras debilidades cívicas, malgastando el tiempo. Por algo se ha dicho que «el tiempo es oro», es decir, propicio para llevar a cabo algo, en un momento oportuno y los profetas hablaron «y a su debido tiempo… «Entonces, Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto». «Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos». Señales por las cuales la Iglesia llama al discernimiento del que, como pueblo, hemos carecido por nuestras debilidades cívicas, malgastando el tiempo.
Los citados documentos políticos irrefutablemente dictan principios programáticos de nuestro acontecer histórico a los que ubicamos en las interesantes teorías de «Espíritu y Signos del Tiempo» y remitámonos a los dos últimos: La propuesta que hace monseñor Arias Blanco…»la consagración nacional del salario vital obligatorio, la consagración igualmente nacional de una política de prestaciones familiares y establecimiento de condiciones legales que favorezcan la asociación en sindicatos libremente escogidos por los trabajadores, proponiendo una evolución sin violencia, no una revolución, citando a Pío XII»… Y en cuanto al Pacto de Puntofijo suscrito el 31 de octubre de 1958 por los partidos Acción Democrática, Copei y Unión Republicana Democrática, basta con citar algunos de sus principios básicos:
«Pautas de convivencia, entre las diversas fuerzas políticas, sin perjuicio de la autonomía organizativa de cada una de ellas o de sus características ideológicas…despersonalizar el debate y erradicar la violencia partidista”… «cooperación entre las fuerzas políticas democráticas… el gobierno de Unidad Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una oposición sistemática que debilitarla el movimiento democrático…”
Bien pudiéramos entonces decir que en aquel momento privó el «Espíritu y Signos del Tiempo» que en lo sucesivo serían desoídos por cierta dirigencia, más pragmática, pero respetuosa del sentido de la gobernabilidad, como resultado de la voluntad popular, hasta ignorarse lo que Rómulo Betancourt llamó «las más feas verrugas de la democracia» (corrupción, despilfarro y necesarios ajustes económicos) para lo cual no habría consenso sino intereses, imponiéndose un prejuicio «el divisionismo» visto con el criterio de estadista que fue Gonzalo Barrios…
«Mucho ha sufrido Venezuela por la insolidaridad de su hombres y sus clases sociales. Hemos sido el país donde nadie se mueve mientras no golpea al vecino, y no ha faltado por supuesto quienes se aprovechen de la tendencia — especialmente en el dominio de la política –.como reacción tal vez, contra tales experiencias, hemos adquirido un vivo prejuicio contra lo que de ordinario llamamos divisionismo”.
Así, hemos entrado al siglo XXI sin brújula, extraviados, sin el «Espíritu y Signos del Tiempo», para lo cual se requiere volver a «Punto Fijo» sin divisionismos.
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