Siempre Europa seduce, si no son sus modas, sus escándalos monacales, sus fértiles vacíos generacionales, o su cultura estacionaria, universal y ecléctica, es la política, a pesar de los resabios postreros del comunismo con sus recalentadas teorías y sus prácticas autoritarias.
Esta vez la seducción viene en el anuncio de la unidad de la Derecha, para crear un sólo y demoledor puño electoral que reduzca a su más mínima expresión a las izquierdas, entumecidas por la inoperancia y la mentira marxista aunque disfrazada de libre mercado y otros ungüentos semánticos populistas y emancipatorios, en algunos casos
Bien por Europa. Los partidos políticos Unión Demócrata Cristiana (CDU) que representa a la Derecha Conservadora y la Unión Social Cristiana (CSU), también de Derecha lograron un acuerdo histórico para ir juntos a las trascendentales elecciones generales a celebrarse en septiembre de 2025.
Tanto a nivel de país como en Holanda, Austria o Italia para citar a algunos, como el continente entero ha venido girando hacia la Derecha, como ha ocurrido con la integrada Unión Europea, siendo el Parlamento de Eurodiputados el que en sus últimas elecciones logró demostrar el poderío electoral derechista en sus representantes, integrando directivas y comisiones importantes en sectores estratégicos.
Uno de los puntos claves en estos últimos resultados es que tanto la legislatura del viejo continente como la unión de naciones reducirán la asignación de fondos a las organizaciones de sociedad civil de prácticamente toda Latinoamérica, lo que incidirá notablemente en la disminución de la propaganda populista y el mantenimiento burocrático y parasitario de tantas organizaciones de «sociedad civil».
Pero lo más trascendente de este giro hacia la Derecha europea y sus repercusiones mundiales, —más allá de las visualizaciones financieras—, es que se desvanece el discurso de las izquierdas en general, desde el comunismo fanático pasando por los centros social demócratas, que han demostrado fracasos contundentes y coqueteos con organismos como el Foro de Sao Paulo, del cual el desvencijado presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, es socio fundador junto con Fidel Castro.
El comunismo y sus afluentes ideológicos nada bueno han aportado a la humanidad, pero ha sido capaz de asesinar a más de 100 millones de personas, exterminar economías prósperas y erosionar civilizaciones y culturas enteras. Aun con todo, sigue latente su pila de promotores y fanáticos enfermizos apoyados por algunos gobiernos de naciones democráticas con sus argumentaciones diplomáticas y comerciales.
Sin embargo, es una ideología oscura, siniestra e infuncional para el avance y la prosperidad de toda sociedad. Es más, no deberían existir comparaciones entre ese oprobioso sistema y el capitalista. Veamos un caso, un gerente de una empresa en el capitalismo tiene en sus manos una gran responsabilidad: hacerla producir para ofertar sus productos en el libre mercado; mientras que en el socialismo o el comunismo para empezar no tendría siquiera razón de existir dicho gerente, pues no habría empresa alguna que gerenciar ya que todos los bienes de producción los maneja el Estado y este está cundido de burocracias torpes e inservibles.
Esta unidad de la derecha alemana debe servir para que en toda Iberoamérica se generen procesos de unidad de todas las fuerzas democráticas, liberales, conservadoras e independientes. Cada día que pasa es más contundente el fracaso del comunismo y las izquierdas solapadas de democráticas, y abrirse a un mundo de oportunidades con gobiernos limitados que promuevan el desarrollo del capitalismo humano, ese al que Alemania induce a proseguir con la unidad de la Derecha.
El autor es escritor, periodista y político liberal nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista Internacional.