Es bueno destacar que Europa está siempre a la vanguardia en eficiencia energética.
Un solo dato: de la Energy Efficiency 2020 (cuya entidad responsable de su publicación es la Agencia Internacional de Energía AIE): 86% de la disposición de fondos públicos a nivel mundial en materia de eficiencia energética está localizado en Europa.
Vamos a volver a incidir en que eficiencia energética es la capacidad de utilizar la misma cantidad de energía para producir nuestros bienes y servicios y mejorar así el ahorro, bajar niveles de consumo de fósiles y mejorar niveles de consumo de renovables.
Pero 2020 no fue un buen año para nadie. El covid-19 lanzó los planes por tierra. Habrán notorias reducciones en inversión pública para eficiencia energética. Según IEA la inversión en eficiencia energética caerá en todo el mundo cerca de 9%. Ello redundará directamente en el modelo de transición energética de fósiles a renovables: la gente está invirtiendo en combatir el virus antes que en pensar en eficiencia, ello nos va retrasar en reducir lo que se denomina la intensidad energética que en 2020 sólo mejorará 0.8 %, frente al 1.6% de 2019. Además también cayó el precio del barril de petróleo, lo que –de cierta forma- incentivó a usar nuevamente más fósiles que renovables.
Es tan importante la eficiencia energética que no es la primera vez que nos suscribimos al pensamiento de universidades, centros de estudio y gobiernos relacionados con el tema: la reducción de emisiones debe venir de acciones precisas y concretas de eficiencia energética.
¿Dónde se puede aplicar eficiencia energética? la mayor inversión de estados y privados para ejercitar planes de eficiencia energética debe estar enfocado en: reducción de uso de electricidad en edificios, utilización de iluminación LED (diodos emisores de luz de bajo consumo que permiten ahorro de energía) para alumbrado público y promoción de vehículos eléctricos.
Reducir el consumo de electricidad (principalmente la que tiene origen en fósiles) en edificios, ciudades, viviendas, industrias va a lograr reducir las emisiones de carbono. Varios datos independientes concluyen que la iluminación supone 10% del gasto energético de las viviendas y 13% del gasto eléctrico medio total.
Por ello la importancia de seguir empujando y promoviendo utilización de luces tipo LED y lograr mejor luminosidad.
Por supuesto que toda política de eficiencia energética debe estar sustentada en uso de energía generada por fuente renovable (solar, eólica) para que el impacto de una política de transición de fósiles contaminantes a renovables sea mucho mejor ejecutada.
En hogares y comercios: 50% del consumo eléctrico es por iluminación; 40%, por aire s acondicionado para climatización, y un 10%, de ascensores y otros aparatos.
La ecuación de eficiencia energética no estaría completa sin –como dijimos- el uso de transporte público masivo vía vehículos eléctricos, la presencia de domótica en hogares e industrias (sensores inteligentes de encendido y apagado de luz, medición de luz, reducción de luminosidad, etc) y el sector público: entidades públicas deben reducir sus facturas eléctricas utilizando paneles solares.
El camino está trazado, resta seguir. Aprovecho para desearles un 2021 de éxitos, prosperidad y mucha energía destacando el dicho popular “un camino de mil kilómetros empieza con el primer paso”.
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