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Efecto bumerán

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Oposición democrática conformó más de 27.000 comanditos para la defensa del voto

Foto: AFP

“Le salió el tiro por la culata» Dicho popular

Desde un punto de vista informal, podemos definir el “efecto bumerán” como la respuesta de recibir algo inesperado a partir de una acción inicial que hayamos realizado. Es el resultado de una acción que se devuelve contra su autor. En este sentido, el efecto bumerán representa una metáfora de alguna intención que es lanzada con un determinado propósito destinado hacia el exterior, pero que se devuelve y recae sobre la propia persona, como lo hace un bumerán.

El Diccionario de Psicología define el efecto bumerán como “una forma de comunicación persuasiva enviada a un receptor, pero devuelta con la reacción contraria. Así, el resultado consecuente no es el mensaje original, el que se pretendía”. En otras palabras, el efecto bumerán se produce cuando se emite un mensaje con la esperanza de producir una determinada respuesta o reacción, pero la reacción resulta ser la opuesta a la que se esperaba.

La política, como la vida, da muchas vueltas y podemos comprobar cómo el efecto bumerán se refleja y se hace realidad en esta ciencia. En una campaña política, el efecto bumerán se define como la acción que realiza un candidato durante la campaña electoral con el objetivo de aumentar su intención de voto; pero termina produciendo su efecto contrario, disminuyendo su intención de voto y transformando un electorado indeciso en un voto adversario.

En nuestro actual y atípico proceso electoral ha habido acciones del régimen que como un bumerán se han devuelto y causado el efecto contrario a sus originales y perversas intenciones. Dentro de una lógica primaria, el régimen ha utilizado una campaña negativa para tratar de transformar un electorado adversario en indeciso o un electorado indeciso en propio. Sin embargo, debido al efecto bumerán está obteniendo resultados opuestos; produciendo más sentimientos negativos contra él como patrocinador del mensaje que contra la oposición, transformando al electorado propio en electorado indeciso y dañando en dirección opuesta a lo esperado.

Con la máxima de Nicolás Maquiavelo de “Divide y vencerás”, el Nicolás de aquí ha utilizado la judicialización de los partidos políticos de oposición, adueñándose impunemente de ellos: se robó a Copei y se lo entregó al alacrán Luis Martínez; se robó a Voluntad Popular (VP) y se lo entregó a Daniel Ceballos; se robó a Primero Justicia (PJ) y se lo entregó a José Brito; se robó a Acción Democrática (AD) y se lo entregó a Bernabé Gutiérrez; y ha querido robarse a Vente Venezuela (VV) para entregárselo a Luis Ratti. Pero esta perversa acción del régimen de Maduro ha producido la férrea unidad de toda la oposición en una causa común que es Venezuela, unidad liderada valientemente por María Corina Machado y representada por Edmundo González Urrutia, candidato presidencial de la Mesa de la Unidad Democrática.

Igualmente, con el objetivo de intimidar, asustar y de infundir miedo, el régimen se ha dedicado a perseguir y castigar a los negocios y posadas que apoyan las giras de los opositores en la campaña electoral. A través del Seniat ha cerrado y sancionado posadas, hoteles, restaurantes y ventas de empanadas. Con la Guardia Nacional ha confiscado los botes, las curiaras y las chalanas que ayudaron a María Corina a navegar por los ríos Apure y Orinoco, debido a los bloqueos del régimen; y además, han detenido a quienes le prestaron esos servicios, el sonido y las tarimas. Detrás de estas acciones mafiosas está Diosdado Cabello, quien como un capo utiliza a la Guardia Nacional y al Seniat, que dirige su hermano José David Cabello.

Pero la indignación y el deseo de cambio son tan grandes, que este régimen delincuente ha acabado con el miedo de los venezolanos. La Venezuela unida se resiste a continuar con esa sumisión y la falta de futuro. Apuesta por la reunificación de la familia, por el regreso de los exilados y por la libertad de los presos políticos. Y aspira a recuperar la prosperidad, la libertad, los principios y los valores. Por eso, todos votaremos el 28 de julio por Edmundo González Urrutia y por una Venezuela amarilla, azul y roja.


Juan Marcos Colmenares es abogado y miembro de Vente Venezuela

[email protected]

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