OPINIÓN

Educando las emociones

por Arminda García Arminda García

A veces no nos damos cuenta de que descuidamos cómo nos sentimos y el estado de nuestras emociones, las cuales afectan nuestra existencia. Por esa razón se hace oportuno analizar la mejor manera de manejarlas, modificarlas y aprender a controlarlas. Estas representan la razón para ser positivos o por el contrario, sentirnos afligidos, tristes o desmotivados.

Las emociones son muy importantes, pues establecen el tipo de vínculo que tenemos con nuestra vida y con el entorno que nos rodea. Al momento de nuestro nacimiento no se encuentran  pautadas, solo interactuamos a través del llanto  y de la sonrisa, dependiendo del caso. Así que vamos configurando nuestro mundo y estableciendo lo que sentimos, lo cual se traduce en  nuestro estado de ánimo, influyendo en lo físico y lo mental.

Por tratarse de un aspecto intangible nos olvidamos de ellas pero, son fundamentales para nuestra vida, pues determinan que podamos consolidar la salud en este este nivel, lo cual puede limitarnos. Así mismo, manifestan nuestro mundo interior. Expresan si somos felices, si estamos tristes o desesperados, si hemos sufrido fracasos, alertándonos también ante las amenazas. Entonces, debemos demostrar un comportamiento acorde a estas circunstancias y así optar por la respuesta más adecuada.

Sin duda, lo que sentimos es una expresión que se puede presentar en el  momento en el cual exista alguna variación en nuestro contexto, detectando lo que nos afecte. De allí la importancia de aprender a manejar nuestros sentimientos, a través de la educación emocional que nos brindará herramientas para ayudar a controlarnos y propiciar las emociones más positivas y menos negativas posibles.

Otro aspecto fundamental, que es necesario considerar, es la importancia de aprender a manejar las situaciones conflictivas o los problemas, tratando de forma asertiva la frustración que pueden ocasionar, recordando que deben esperarse los resultados y satisfacciones a largo plazo. Igualmente, no olvidemos que nuestras vivencias tienen un lado negativo y a la vez una cara positiva que nos debe servir de motivación.

Por otro lado, al educar las emociones nos permitimos aprender de las experiencias y desarrollar nuestra óptica particular a raíz de ese aprendizaje. Además, genera mayor facilidad para superar lo negativo, fortalecer la actitud favorable requerida, propiciar una postura que permita solucionar los inconvenientes, así como  expresar nuestros  sentimientos.

No olvidemos que la inteligencia emocional facilita el razonamiento y la toma de conciencia en cuanto a cómo nos sentimos, para aprender a gestionarlo en beneficio de nuestro crecimiento, desarrollo y bienestar. Por eso, debemos hacer un esfuerzo por potenciar esta habilidad.