OPINIÓN

Educación, una prioridad

por Roberto Patiño Roberto Patiño

Transcurrida la primera semana del reinicio de las actividades escolares en todo el país, constatamos con alarma que las estimaciones hechas por distintas organizaciones no gubernamentales, organismos y nuestras propias previsiones sobre la ruinosa situación del sistema educativo se quedaron cortas.

Esta semana, la profesora Luisa Pernalete de Fe y Alegría informó que existen, en este momento, 300 vacantes de maestros en estas escuelas, un incremento de 10% respecto al mes de agosto. Las principales razones son las condiciones laborales de  miseria que viven los docentes, cuyos salarios no les alcanzan para nada.

Sumado a esto, la matrícula escolar va en caída libre por la imposibilidad de los padres de inscribir a sus niños, bien sea porque no pueden alimentarlos o porque no tienen capacidad de comprar los útiles o uniformes. Además, hay que considerar el aumento de la migración hacia otros países, para huir de la asfixiante situación económica y social que vivimos en el país.

Lo hemos comprobado en las comunidades del municipio Libertador, en las que funcionan nuestros comedores de Alimenta La Solidaridad. En un reporte que pedimos a las madres voluntarias nos informaron que muchas escuelas no comenzaron clases. Por ejemplo, en Caricuao 8 de 13 colegios no iniciaron actividades, unos por problemas con la planta física, otros por la falta de maestros y la poca afluencia de alumnos, muchos de los cuales ni siquiera se han inscrito para este nuevo período escolar. Esto solo en las instituciones de educación básica. Ya veremos la situación al iniciar actividades, a principios de octubre, de liceos y universidades.

Aunque esta situación se está viviendo en todos los estratos sociales, no cabe duda de que quienes se ven más afectados son los sectores más vulnerables, profundizando la situación de pobreza y exclusión de la mayoría de la población.

En cierta medida este resultado forma parte de la política de control del régimen, que ahora pretende cubrir la deficiencia de maestros con agentes ideologizantes como los miembros de Chamba Juvenil. Mucho más grave es que permita que la guerrilla colombiana realice censos en las escuelas en las poblaciones fronterizas para proveer a los alumnos de útiles escolares, con una clara intención de conquistarlos para sumarlos a sus filas. Según lo denunció Fundaredes,  20.624 estudiantes fueron objeto de este censo por parte de grupos irregulares.

Ante este panorama es urgente que pongamos el foco en la educación, en garantizar la permanencia de los niños en las escuelas y promover cambios que permitan a los maestros seguir cumpliendo con su labor, porque de ello depende la transformación y el desarrollo del país. Con los chamos en las escuelas podemos hacer seguimiento a otros aspectos: el estado nutricional de los estudiantes, sacar a los niños y jóvenes de las calles para que no se vean tentados a caer en la violencia y a formar parte de bandas delictivas.

Una forma de abordar el problema es propiciando la organización de comunidades, instituciones, gremios. Movilizar a la sociedad en su conjunto y crear alianzas para detener el deterioro de nuestro sistema educativo; buscar juntos soluciones a problemas puntuales que vayan sumando para que se mantengan las aulas abiertas.

Esta grave crisis hay que atenderla ya, mientras, en paralelo, seguimos poniendo todos nuestros esfuerzos para lograr el cambio político necesario que permita un abordaje más profundo de este y otros graves problemas que vivimos.

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