Por Laura Carreño
Se ha hablado mucho acerca de la educación transformadora en el mundo actual, resultando en cambios curriculares y tecnológicos ocurridos durante las últimas décadas. En ellos se incluyen elementos que suponen propiciarán en el docente esa tan anhelada transformación que coadyuve en la gestión que este lleva a cabo. No obstante, para que esto pueda hacerse realidad debe estar presente la necesidad de un cambio interno basado en la reflexión y el análisis de los desafíos propuestos.
Como dice Freire (2006) en su obra Pedagogía de la autonomía: “Enseñar no es transferir conocimientos, sino crear las condiciones para su producción”. (p.47). y es desde esta óptica donde debe apoyarse la gestión escolar de un director de escuela básica o primaria. La difusión, formación y el ejemplo de que es realmente lo que se espera es un punto a su favor en cuanto al trabajo que este realiza. Por su parte, Giroux (1988) menciona que “la búsqueda de la transformación de uno mismo y de la sociedad no debe plantearse como una sociedad categórica absoluta, sino como una verdad situacional y relacional”. (p.22). Lo que muestra que la transformación es individual de manera ontológica, pero también es de pensar que es necesario dar pautas y tomar acciones que contribuyan en tal proceso.
De manera pues, que la educación transformadora presenta una nueva expectativa para el trabajo que desde hace mucho tiempo se lleva a cabo en Venezuela, y aunque se inicia con la concepción de ser aplicada a los estudiantes, en este caso es el docente el principal actor en estos cambios y por ende el director de las instituciones de educación primaria. Definir una educación transformadora es un hecho que se torna un poco difícil porque se caracteriza por su creciente análisis de la realidad, instituyendo vínculos entre los aspectos educativos nacionales como a nivel mundial, así mismo en la participación de su transformación en favor de todas las personas.
De hecho, la gestión educativa, así como la visión social del director y su desafío para una educación transformadora es un tema interesante, relevante y necesario en el desarrollo cultural, laboral, político, administrativo y social del país. En los planteles educativos la gestión del director debería ser un fenómeno capaz de realizar cambios trascendentales en el contexto escolar y comunitario que amerita conciencia y racionalidad, pero lamentablemente, esto no ocurre, razón por la cual, partiendo de este análisis surge la importancia y el propósito del contexto donde se origina históricamente la institución y el entorno presente y futuro para el proceso educacional y pedagógico.
La educación transformadora obliga al sistema educativo venezolano a realizar importantes cambios. La educación parcializada ya no se considera adaptada en los problemas mundiales que cada vez son más transversales y transdisciplinarios. Es por esto que el director de escuelas primarias es un actor clave en el proceso de transformación social. En la misma medida, el docente de aula también es considerado responsable de transformar la sociedad y el sistema educativo involucrando directamente a las familias.
El personal docente de una institución bajo la dirección de un director con deseos transformadores en el subsistema al cual pertenece, desempeña un papel indispensable y central en el impulso de un nuevo modelo educativo y transformador. Su trabajo diario en el aula constituye en sí mismo una acción administrativa y social, ya que es capaz de llevar a cabo transformaciones de tipo social, político, cultural, religioso, ética y moral sobre las acciones y conducta de los estudiantes. Por estas razones el docente debe contar con un fuerte compromiso vocacional, que sobrepase el ejercicio de la profesión asumida y contribuya a realizar importantes reflexiones sobre el sentido y el fin de la educación, siendo por ende la educación transformadora un debate que abarca la perspectiva organizativa, curricular y social.
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