Las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos revelan el crecimiento de la represión en Venezuela, durante los primeros meses de 2018. Acosado por la crisis que ha provocado y cada vez más desconfiado de la posibilidad de continuar con seguridad en el control del poder, afirman los activistas, Nicolás Maduro arremete contra la libertad de reunión y contra el derecho de los ciudadanos de protestar, aún en medio de la convocatoria de las elecciones presidenciales hecha con bombos y platillos.

Como se han presentado 2.414 protestas en lo que va de año, asegura el Observatorio de Conflictividad Social, la dictadura intensifica el temor para evitar que prosigan. El director de la ONG Movimiento Vinotinto ofrece datos a través de los cuales demuestra el empeño de los mandones de coartar los espacios democráticos. Necesitan el control total para imponer a la fuerza una atmósfera de tranquilidad que no permita la observación del creciente descontento de la ciudadanía. El dirigente llega a decir lo siguiente, en medio de preocupante alarma: “El gobierno ha pasado de ser un autoritarismo competitivo a un autoritarismo con rasgos totalitarios”.

A su vez, el dirigente de Funpaz, Andrés Colmenarez, se detiene en el panorama de las detenciones arbitrarias que se han multiplicado. Como las más recientes manifestaciones de protesta no han sido orquestadas por los partidos políticos, sino por la gente más desesperada y expoliada, más hambrienta y humilde, no duda en asegurar que han sido mayores “la ferocidad y la violencia” de los cuerpos policiales, hasta llegar a extremos escandalosos que la organización ha analizado a través de evidencias concretas y tajantes que no se pueden ocultar. Su organización conserva los datos que no manejan los partidos políticos, ni otras organizaciones habitualmente comprometidas con el combate de la represión.

Mientras conocemos estas denuncias ha comenzado una campaña electoral que, según el oficialismo, nos acerca a las fuentes de la democracia y llegará a un desenlace pulcro y justo. La persecución de los disidentes no solo prosigue, sino que también se profundiza, pese a los anuncios de libertad supuestamente incluidos en el certamen electoral. El juego será limpio, dicen en Miraflores y en el CNE, pero continúa y llega a extremos escandalosos el control cruento y desmedido de la disidencia. La competencia será correcta y llena de garantías, pregona el oficialismo, cuando más afila los colmillos y más aprieta los gatillos para evitar que la gente se exprese.

A las razones que llevaron a la MUD a abstenerse de participar en el acto electoral se suman ahora las acusaciones de las organizaciones no gubernamentales aludidas. La desconfianza del Frente Amplio ante las presidenciales se fortalece con las afirmaciones que hoy comentamos aquí, colmadas de argumentos capaces de demostrar que solo estamos ante la proximidad de una parodia. Si no hay paz en la casa, si no predomina la justicia entre sus habitantes, si la familia no se expresa con libertad en su seno, la elección del cabeza del hogar será necesariamente una mentira.  


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