La Organización de Estados Americanos se reunirá mañana para debatir sobre la crisis humanitaria en Venezuela, informó la agencia internacional de noticias AFP. Como el tema le produce, como siempre, ansiedad y gastritis al señor Maduro, pues no dudamos que esta cita desatará una batalla de declaraciones y comunicados por parte del oficialismo contra la OEA.

En esto de salir a desmentir una realidad cruel que está matando de hambre a centenares de venezolanos y condenando a miles de niños a padecer insuficiencias físicas y mentales para el resto de la vida, los cubanos son unos expertos empezando por Fidel Castro, tardíamente fallecido, que se atrevía a pronunciar larguísimos y fastidiosos discursos durante los cuales exhibía estadísticas especialmente preparadas para demostrar que, por culpa del imperialismo norteamericano, cada minuto fallecía en el mundo un niño a causa del hambre o de enfermedades curables.

Pero el cínico de Fidel Castro se cuidaba muy bien de aclarar que lo mismo estaba ocurriendo en Cuba. Bastaba con darse un paseo por la isla del mar de la felicidad para encontrarse con una realidad muy distinta al recorrer los sectores populares de La Habana. El hambre obligaba (y obliga hoy en día) a prostituirse por comida, ropa y artículos para el aseo personal. Durante mucho tiempo fue más que corriente ver cómo se le negaba la entrada a restaurantes a los propios cubanos, mientras a los altos mandos del partido y de los militares sí disfrutaban de ese privilegiado acceso a esos lujos.

Y no se trata de una vulgar propaganda del imperio: quien esto escribe invitó a un chofer de taxi que había contratado para trasladarse en su  trabajo reporteril en la isla y, sistemáticamente, nunca le dejaron (al chofer) entrar a un bar o restaurante.

A nadie le debe extrañar este comportamiento cruel y policial de parte de un gobierno comunista. En la fallecida Unión Soviética nada era más apreciado que un pasaporte o una libreta de racionamiento porque obtenerla era una carrera de obstáculos interminable. Igual ocurría en China y en los países de Europa del Este. De manera que no estamos ante un fenómeno novedoso.

La inmensa tragedia de Vargas ocurrida por las lluvias y el desborde de las quebradas y ríos que mató a tantos venezolanos y dejó a la intemperie a miles de damnificados no pudo ser socorrida por el mundo debido a que Fidel Castro telefoneó a Hugo Chávez para impedir que los ayudantes voluntarios llegaran al litoral central. ¿Y ahora hablamos de traición a la patria?

En realidad lo que se discutirá mañana en el Consejo Permanente de la OEA, en una sesión extraordinaria enfocada en “la situación humanitaria que vive la población venezolana y su impacto en los países de la región”, es de una importancia primordial. Los cubanos se han negado siempre a permitir que llegue ayuda a Cuba sin que, por supuesto, no se les entregue directamente a los funcionarios del Partido Comunista cubano. 

La ayuda humanitaria que niega Maduro a los venezolanos demuestra una cruel complicidad con esa política cubana de cerco de alimentos a la población con bastardas intenciones políticas. ¿Hasta cuándo Cuba?


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