El ingeniero electricista Winston Cabas, partiendo de sus conocimientos profesionales y de sus obligaciones de ciudadano, ha adelantado informes sobre la crisis de luz y de suministro de energía que sufre Venezuela. Ha ofrecido relaciones meticulosas, gracias a las cuales pudo anticipar el retorno de los apagones que se han convertido en parte de la rutina venezolana, y en especial del ocurrido hace poco, de proporciones nacionales.
Debido a tal advertencia, el presidente de la autocalificada asamblea nacional constituyente y primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, ordenó que se le investigara por la relación que podía tener con los ataques que, según pregona el oficialismo, ha sufrido el sistema eléctrico debido a acciones terroristas.
Como la palabra del ingeniero y capitán Cabello es ley, los cuerpos de seguridad del Estado buscaron al ingeniero Cabas en su domicilio para someterlo a interrogatorios, pero no lo encontraron. Sin embargo, no se fueron con las manos vacías: se llevaron al hijo del profesional solicitado, que dicho sea de paso es presidente de la Asociación Venezolana de Ingenieros Electricistas, Mecánicos y Profesionales Afines.
Si se buscaba una evidencia indiscutible de arbitrariedad, un testimonio voluminoso del daño que pueden hacer a la sociedad los personalismos más groseros, una vulneración de mayor envergadura del ejercicio profesional y de la autonomía de criterios, con ella hemos topado. Es tan grande su magnitud, su deplorable exhibición, que no deja de llamar la atención el hecho de que no se ocultara por razones de vergüenza, por la necesidad de maquillar las miserias de un régimen prolijo en mostrarlas y necesitado de recato en la angustiosa situación que vive.
Sucedió todo lo contrario, como se sabe, pues la persecución del ingeniero Cabas se hizo con clarines y timbales, con fanfarrias de prólogo, para que supiéramos, sin posibilidad de duda, quién tiene la sartén por el mango, o el mazo amenazante sobre las cabezas de los venezolanos que un mandoncito altanero maneja según su capricho.
La Asociación Venezolana de Ingenieros Electricistas, Mecánicos y Profesiones Afines ha publicado un comunicado para protestar ante la persecución del ingeniero Cabas, pero también para referirse a las causas de la crisis eléctrica: pésima gerencia, medidas improvisadas, parches condenados al fracaso, carencias serias de personal calificado, descuido en el mantenimiento de las plantas generadoras de energía, improvisación y, por supuesto, corrupción administrativa de la grande.
¿Están mintiendo o exagerando estos especialistas? ¿Forman parte del designio terrorista que pregona el régimen usurpador? ¿Van a ser perseguidos por los sabuesos del ingeniero y capitán Cabello? Si consideramos la estatura del deterioro institucional y el predominio de mandarinatos obscenos como el que ahora nos ocupa, no terminamos la nota editorial con preguntas retóricas.