No ha faltado determinación ante el panorama político, pues los partidos principales de la MUD y el recién nacido Frente Amplio tomaron una fundamental: no participar en una elección presidencial convocada por la espuria asamblea nacional constituyente que surgió de la nada y que, como se sabe, es vocero fiel y exclusivo de los intereses de la dictadura. Estamos ante una decisión primordial, pero hacen falta otras que refuercen la iniciativa de alejarse de un timo cuyo objeto es el continuismo de Nicolás Maduro.

Si consideramos la vaciedad de la campaña electoral, los contados ánimos que ha levantado y cómo apenas existe en el sentir de un grupo minúsculo de la población hábil para votar, la medida de alejarse de una parodia evidente ha conducido a resultados concretos. Sin embargo, no se trata ahora de contemplar el desierto sino de ver cómo se reacciona en términos positivos y contundentes ante un engendro que, si no encuentra propuestas dignas de atención, terminará con la reelección del dictador ante la mirada impasible de las mayorías nacionales.

El escollo de la campaña electoral es ella en sí misma, porque no levanta ni el polvo de los caminos, porque no deja huella en los sentimientos de la sociedad, pero está cumpliendo su propósito de llevar a cabo un ritual aparentemente democrático que apuntalará la hegemonía cada vez más deteriorada del socialismo del siglo XXI. A duras penas marcha, camina con muletas y con el auxilio de  respiración artificial, pero algo muestra dentro del plan que tiene de hacer creer que algo está pasando de veras. Chueca y sin aliento, vacía de ideas y de propuestas, no deja de transmitir la noción de que se llevará a cabo un ejercicio importante para la vida de la república. Solo tiene superficie, sin nada en su seno, pero sigue monda y lironda en su empeño de engañar incautos.

De allí la necesidad de acciones, no solo capaces de insistir en la simulación de que en realidad es la curiosa campaña para cambiar de presidente, sino también de generar conductas que manifiesten la alternativa de otras salidas en el alicaído panorama. La campaña electoral no puede continuar a sus anchas, aunque apenas se desarrolle en sus estrecheces esenciales. Pese a que apenas se manifiesta en concentraciones esporádicas y en reuniones sin electores, pese a que no significa una pugna de ideas, sino solo un curioso desfile anodino que evita las confrontaciones, va por la calle del medio sin que nada la detenga.

Así como la MUD y el Frente Amplio tomaron la acertada decisión de no participar en el timo, ahora deben proponer conductas que se le opongan y que conduzcan a la recuperación de la fe de la sociedad, para que no contemple desde la perplejidad, porque no tiene otro remedio, la nada o la casi nada del espectáculo planteado en Miraflores con el soporte de una constituyente ilegítima para que Maduro prosiga su terrible reinado. El tiempo pasa volando y el timo no deja de manifestarse sin trabas, por la ausencia de respuestas de quienes tuvieron clara la situación cuando la vieron por primera vez. ¿Ahora se han vuelto ciegos, o miopes?


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