Por esta misma época, en años anteriores, hemos hablado del presupuesto. En la anterior república, el país ya tenía suficientemente andado el tema del presupuesto público nacional. Distintos sectores de la vida nacional canalizaban, adecuadamente, sus demandas hacia el gobierno que proyectaba oficialmente las cifras, la bancada oficialista que bregaba por su aprobación y la de la oposición que ejercía la crítica necesaria. El solo cálculo de los ingresos extraordinarios para el año siguiente, naturalmente que los provenientes del petróleo, le daban tono y dimensión a las aspiraciones del capital y el trabajo. Se conocía la data económica con la principal vocería del Banco Central y los parámetros más precisos para que cada bien supiera a qué atenerse. Y con todas las fallas y dificultades, no faltaba el aguinaldo en cada hogar en una Venezuela de mayor capacidad y estabilidad empleadora, en todo caso, un ingreso real mucho más consistente y convincente en comparación con el presente.
Eso fue en el siglo XX, que contrasta largamente con el actual. La opinión pública ha estado ajena a la discusión del proyecto de Ley de Presupuesto Público Nacional y el de la Ley de Endeudamiento. Vale la pena comentar que antes el debate estremecía al parlamento y a todos los medios de comunicación social. Y ahora ni siquiera como proyecto corre y pocos polemizan al respecto. Quizá porque lo saben insincero en esta espesa atmósfera de (auto) censura, y hasta de terror por comentar alguna arista o circunstancia que no sea del agrado de la jerarquía gubernamental y sea visto como algo desestabilizador.
Inflamos las expectativas políticas para 2025, asegurando escenarios exitosos para la oposición, aunque no lucen muy sensatos los argumentos y son más las ilusiones fáciles que formulan a través de las redes. Pero nada se dice de los escenarios macroeconómicos, del alto costo de la vida que nos aqueja, y ni siquiera del costo de las hayacas prohibitivas para la mayoría de la población. ¿Dónde está la vocería económica?, ¿qué debemos hacer los venezolanos ante el ascenso del dólar y la imposibilidad de ahorrar?, ¿cómo resistirse ante la embestida de una economía rentista que tiene lustros agonizando como modelo? Y para ser más directos, ¿por estos meses no hay un equipo económico que se pronuncie en nombre de la unidad opositora?
Todas estas interrogantes, aunque están en la mente de cada uno de los ciudadanos, han pasado a un segundo plano porque efectivamente la diatriba política ha superado cualquier otra discusión en el seno de la oposición y fuera de ella. Pero la cruda realidad es otra y cada vez que el venezolano se mete la mano el bolsillo para alguna compra se da cuenta del déficit económico en el que se encuentra y por más que hacen malabares para generar ingresos adicionales a un sueldo, sean para los que aún mantiene un trabajo formal o a los que ya se pasaron a la informalidad, se dan cuenta de la real crisis en la que nos encontramos.
Hemos vivido casi 25 años con una inflación sin igual. Y seguiremos insistiendo hasta el cansancio: mientras que no sinceremos la economía y sigamos creyendo que la culpa no es del que maneja el aparato económico, sino de los entes externos y de todos aquellos quienes motivados o no por las sanciones o por cualquier ente que no sean cercanos a ellos, seguiremos en una economía presupuestaria deficiente y no exigiremos nuestro derecho a la información. Un gobierno que vive de controlar y centralizar el poder, la economía y hasta querer intentarlo a nivel social con un pluralismo político muy limitado, es difícil que lleve al país a una estabilidad económica, con un presupuesto oculto como el que quieren imponer para el año 2025.
@freddyamarcano
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