Ya lo dijimos, en el artículo anterior, el control absoluto y prolongado de los precios es el dogma de todos los partidos para combatir la inflación. Liberalizar el mercado con la gradualidad que demandan las circunstancias, porque el saldo de pobreza es demasiado alto, exige un fino sentido y habilidad política y realismo económico, pero también amerita una alta sensibilidad social. Y si bien es cierto que nos resistimos a las fórmulas cómodas y extraterrestres de los liberales, que creen que de la noche a la mañana el mercado resolverá todo, más aún se resienten quienes insisten en el Estado fijador de precios. Lo más importante es dejar constancia de una verdad irrefutable: el socialismo del siglo XXI no se explica sin la inflación y la hiperinflación, es más, Vladimir Lenin provocó en la Rusia bolchevique una pavorosa hiperinflación que le ayudó tanto como la pólvora a permanecer en el poder.
Henry Hazlitt ha dicho con razón: “La inflación posibilita que algunas personas se hagan ricas mediante la especulación y las ganancias inesperadas en vez del trabajo arduo. Premia el juego y castiga la economía. Oculta y fomenta el derroche y la ineficacia en la producción. Finalmente, tiende a desmoralizar a toda la comunidad. Promueve la especulación, el juego, el despilfarro, el lujo, la envidia, el resentimiento, el descontento, la corrupción, el crimen y una tendencia creciente hacia una mayor intervención que puede terminar en dictadura” (Lo que debemos saber sobre la inflación, Unión Editorial, Buenos Aires, 2021, pág. 184). ¿Qué mejor retrato de lo que nos ha pasado a los venezolanos en este siglo XX? El autor, seguidamente, considera algunas falacias que muy bien se aplican en Venezuela. Por ejemplo: la inflación es escasez de bienes y no aumento de dinero. Por supuesto que acá vivimos un fenómeno: contrabandeados o no, se consiguen bienes que están fuera del alcance de las grandes mayorías. Y, ocultos tras las operaciones electrónicas, esos bienes resultan cada vez más caros. Esto nos permite hablar de un extraordinario circulante, pero en dólares que no emitimos nosotros. Entonces, ¿cómo llegan esos dólares a nuestro país si nuestro principal renglón de exportación está prácticamente quebrado? Cada quien puede tener su respuesta. La obvia es que el alza de los precios se debe, precisamente, a los privilegiados que acceden a las divisas y la enorme elevación de precios se traslada al resto de la población que no tiene siquiera bolívares, postergado hasta un modesto bono vacacional en las universidades.
Esta sola falacia de las tratadas por Hazlitt (pág. 15 ss.), nos impone de una realidad completamente anómala. ¿Para qué hablar de otras falacias, como el déficit presupuestario y la venta oficial de bonos del Estado? El régimen ha procurado siempre mantener el presupuesto público nacional por debajo, o muy por debajo de los ingresos reales del país y, por cierto, hablando de reservas internacionales, muchísimos de esos ingresos fueron a parar a fondos especiales o cajas negras, de los cuales se enteró tarde el directorio del Banco Central o así lo hicieron saber. Sin olvidar el alza sostenida e irresponsable del salario nominal que produjo mayor inflación antes que desempleo, por aquello de la inamovilidad laboral.
Yo no sé por qué de estas cosas no se habla en ninguna parte. Ni siquiera en los partidos de oposición que se supone que aspiran al poder. En la universidad, la queja ha sido de un bono vacacional, cuya negación o postergación tampoco lo contextualizan en el proceso económico de un socialismo tan perverso. Entonces, ¿qué está pasando? Esta interrogante la seguiremos haciendo por un tiempo más, pues nadie quiere ponerle el cascabel al gato. Por supuesto, sabemos que existen diversas formas de resolverlas, pero como todo en este país, se espera que alguien hable y reciba los primeros golpes y ya más baja la marea, aparecerán los salvadores con el consabido «yo lo advertí hace tiempo».
No dejamos de insistir en hablar de temas que consideramos de real importancia. Vemos cómo la gran cantidad de aspirantes a la presidencia para el 2024 habla de cambios y se proponen como la solución para mejorar o salvar el país, pero siempre la interrogante del cómo lo harán queda en las nebulosas. El tema económico ha sido un tabú, y es de interés para cada uno de nosotros que permanecemos en el país y, por supuesto, para los que están afuera y quieren regresar. Estoy seguro de que parte del éxito en el tema económico está relacionado con la transparencia, y parte de los candidatos aspirantes a la cinta presidencial han estado vinculados con el gobierno interino, que para nada ha sido transparente con el manejo de los pocos recursos que han tenido. Si de esta manera se aspira a un cambio, difícil será contar con la confianza de la gente que cada vez se aleja más del acontecer político, por desconfianza o supervivencia. Ojalá y no se pierda esta lucha de insistencia, resistencia y persistencia que los venezolanos dentro y fuera del país han mantenido para alcanzar la libertad. Claridad, verdad y más apertura es lo que necesitamos de los líderes o de los que pretenden serlos.
@freddyamarcano
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