Apóyanos

Economía de la izquierda anticapitalista

    • X
    • Facebook
    • Whatsapp
    • Telegram
    • Linkedin
    • Email
  • X
  • Facebook
  • Whatsapp
  • Telegram
  • Linkedin
  • Email

Carbajo & Rojo

La izquierda anticapitalista, en cualquiera de sus múltiples vertientes, tiene dos señas de identidad económica que la distinguen nítidamente de otras opciones políticas menos radicales. Una es su doble objetivo de mejorar la suerte de los de abajo, de los oprimidos, y de mermar las rentas y fortunas de los de arriba, de los privilegiados de la sociedad. La otra es su manifiesta incapacidad para alcanzar su primer objetivo y su notable eficacia para conseguir el segundo, siendo lo último una de las causas de lo primero. ¿Cuáles son las razones de esta sistemática desviación entre propósitos y resultados en lo concerniente al bienestar de los menos pudientes de la sociedad?

La deficiencia básica del ideario es su concentración obsesiva en el lado de la distribución de la renta, desatendiendo el lado de la producción de la misma y la mutua dependencia existente entre uno y otro lado. Así, los precios, tanto los de los bienes y servicios como los de los factores productivos (salarios, intereses y beneficios), se consideran únicamente como fuentes de mayores o menores rentas individuales, ignorando completamente la función esencial que desempeñan en la asignación de recursos y el avance de los niveles de producción. Consecuentemente, cuando los movimientos de algunos precios llevan a niveles de los mismos que se consideran inadecuados, por excesivamente elevados o indebidamente bajos (sería el caso de los salarios mínimos), propenden a toparlos o subirlos por decreto, pensando que con ello benefician a los más desfavorecidos y que ahí acaba la historia.

Por consiguiente, allí donde gobierna el ideario de la izquierda anticapitalista, como es el caso de nuestro país, se multiplican las subidas del salario mínimo (siempre es indebidamente bajo) y las medidas fiscales para reducir beneficios (siempre son excesivamente elevados), al tiempo que abundan las propuestas para topar o limitar severamente las subidas de precios de la energía, de las cuotas hipotecarias, de los productos alimenticios o de los alquileres. Todo esto se hace pensando que con ello se mejora permanentemente el poder de compra de las rentas más bajas (y se reduce el de las más altas), sin entender las reacciones que desencadenan estas medidas en el lado de la producción y sus consecuencias negativas para dichas rentas. Ignorar el lado de la producción implica desconocer el papel decisivo que juegan los movimientos de los precios como incentivos o desincentivos a la oferta y a la demanda en los mercados correspondientes. Topar los precios, por ejemplo, contrae la oferta y acentúa el exceso de demanda, con lo que se termina agravando y cronificando el problema. Un caso paradigmático es la intervención en el mercado de alquileres, donde el alivio pasajero de algunos inquilinos se consigue a costa de cercenar las posibilidades de los más débiles para conseguir ser inquilinos, por la contracción de la oferta y la subida de los nuevos alquileres inducidas por dicha intervención. Igualmente sucede con la intensa subida acumulada del salario mínimo desde el inicio de la legislatura. Se mejoran las rentas de quienes consigan mantener el empleo y horas de trabajo que tendrían sin dicha subida, pero se condena al paro a los más vulnerables cuya baja productividad no permite su contratación al nuevo salario mínimo.

Por eso, no es sorprendente que la tasa de paro juvenil en España alcance a fecha de hoy el 30%, a pesar de que la economía ha crecido al 5,5% en los dos últimos años y un 0,5 en este primer trimestre. El nivel actual del salario mínimo, además, aumenta la pérdida de empleo por unidad de caída del PIB, con los consiguientes daños para los que transitoriamente se benefician de la subida del salario mínimo y para los más necesitados cuando llegue la próxima recesión.

Otra deficiencia del ideario es su desprecio de un principio cardinal de la teoría impositiva: las bases tributarias tienden a reducirse en proporción a la intensidad de la subida de tipos impositivos. Esta deficiencia es una variante de la anterior e igualmente maculada por su incomprensión de los incentivos que despliegan los movimientos de precios, en este caso los movimientos inducidos por variaciones de los impuestos. La subida de los impuestos sobre los beneficios de las empresas, por ejemplo, tiene un indudable efecto inmediato negativo sobre los mismos y positivo sobre la recaudación pero pone en marcha una maquinaria mediante la cual las empresas terminan trasladando esta carga fiscal a los trabajadores y a los clientes, vía menores salarios o menor empleo y mayores precios de los que habría sin dicha subida. O bien trasladando inversión a emplazamientos menos hostiles a la actividad empresarial.

Lo mismo ocurre con el aumento de los impuestos al empleo, con la brutal subida de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social decretada en la contrarreforma sindicalista de las pensiones. Como sugiere la teoría económica y confirman diversos estudios (véanse las web de Fedea, Airef, servicio de estudios BBVA e IEE) esta subida de cotizaciones terminará ocasionando sensibles pérdidas de empleo y salarios respecto a lo que ocurriría sin dicho aumento. Así, la contrarreforma efectuada termina recaudando mucho menos de lo previsto y beneficiando a pensionistas con rentas superiores a la media a costa de deteriorar, vía menores salarios y empleo, la situación de los más desfavorecidos.

Como se puede apreciar, en todos los casos citados sucede lo mismo: las bienintencionadas medidas para proteger a los débiles terminan perjudicándolos. Es este un ideario, sin embargo, que se mueve por la fe y es invulnerable a la razón de manera que mientras siga encaramado al poder responderá a situaciones indeseadas intensificando las dosis de los mismos dislates, lo que a su vez empeorará la situación… y así sucesivamente. No hay un sólo país en el mundo en el que haya gobernado esta doctrina económica que no haya terminado mal. El PSOE de Pedro Sánchez, con diferencias de matiz poco significativas, ha hecho suyas la retórica y la praxis económica de la izquierda anticapitalista. Se abren, por tanto, dos caminos a nuestro país: la perpetuación en el poder de la coalición socialcomunista hasta alcanzar la apoteosis bolivariana a la que indefectiblemente conduce su filosofía económica o un cambio de gobierno que retire del poder ese ideario hostil al bienestar social.

Artículo publicado en el diario ABC de España

Noticias Relacionadas

El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!

Apoya a El Nacional