Dedico mi artículo de esta semana, gracias a la deferencia que me posibilita El Nacional, a la legión libertaria de hombres que se está gestando a partir de la regia lucha por la libertad de Venezuela. Lucha mediante una “inteligencia clandestina” y de bajo perfil, contraria a la triste parte de una generación política que sucumbió ante la adicción al halago fácil como forma de ascenso; y a la esperada recompensa perruna de un cargo político o prebenda cualesquiera.
De la acostumbrada escena de representación histórica del personaje del “jala mecate”, militar, o civil, repudiamos a los que se prestan a la representación criolla de la República de Vichy (1940-1944) frente a la ocupación nazi de Francia. Repudiamos a los que venden su honor para acceder a privilegios, y hacer componendas de latrocinio para manejo corrupto de los fondos del Estado. A los traidores al pueblo les gritamos bajo el humilde orgullo de ser paisanos del Miranda que está en el Arco de Triunfo de París: “Muera la tiranía, viva la libertad”
No hay manera de enfrentarse a la seducción del mal y el chantaje represivo y del control social de un sistema como lo es la narcotiranía castrista-venezolana, sin comprensión cabal del problema, así como de las distintas políticas internacionales necesarias para su solución. El valor de la libertad y de la trascendencia de la vida misma, en términos del amor a la justicia y a la humanidad como expresión del “amor a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”.
La economía de las drogas, con su expansiva producción en nuestra región, distribución, mercadeo y lavado mundial de capitales, desde Colombia hasta México, desde Brasil hasta las islas del Caribe, desde Centroamérica a Estados Unidos, Europa y Asia, nos exige claridad en la comprensión del problema y en las distintas políticas públicas integrales necesarias para su solución.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito es una de las organizaciones aliadas a nivel mundial en la lucha contra las drogas ilícitas y la delincuencia internacional, además de estar encargada de ejecutar el programa principal de las Naciones Unidas contra el terrorismo. Creada apenas en 1997 e integrada actualmente por unos quinientos funcionarios, tiene su sede en Viena y opera 20 oficinas extrasede. Posee una oficina de enlace en Nueva York y otra en Bruselas. Aconsejo revisar el The World Drug Report 2019 para entender la magnitud de un problema que solo en 2017 causó mas de medio millón de muertes directas por abuso de drogas. ¿Cuántas realmente habrá causado en total por delitos relacionados a este tenebroso mundo de perversión y violencia?
Como ven, la presente secuencia de mis artículos los he dedicado, como forma de aproximarnos a la labor de esta Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, para coadyuvar a educar a las personas del país y de todo el mundo que leen El Nacional y se preguntan qué es realmente lo que sucede en Venezuela. Los peligros del uso indebido de drogas, su creación de mercados y formas de subsistencia en pueblos hambreados por sistema político-economices perversos son la manipulación mas sofisticada de dominación de mafias sobre los seres humanos, a los que prostituyen por hambre y los hacen adorar al tirano cúspide del pervertido sistema piramidal del “líder eterno y único”.
Desagregar a las familias, destruir la familia como institución, donde los hermanos se dejan de hablar, donde familiares apean a otros, donde se venden las hijas por subsistencia es propio del sistema perverso de los proxenetas castristas y otros sistemas similares. Fortalecer las familias y combatir el desamor y la traición es defender genuinamente la nación.
Promover las intervenciones internacionales contra la producción y el tráfico de drogas ilícitas y la delincuencia relacionada con estas es liberar las naciones de su esclavitud y de la servidumbre a malignos intereses de seudolíderes que secuestran los pueblos bajo las caretas de movimientos religiosos-nacionalista terroristas.
Dentro de las iniciativas, como por ejemplo el desarrollo de alternativas al cultivo de drogas ilícitas, la reducción paulatina y constante de los cultivos ilícitos y la ejecución de proyectos contra el blanqueo de dinero, los gobiernos realmente democráticos y de servicio a sus pueblos deben acompañar los esfuerzos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
En el próximo y final artículo de esta serie concluiré con propuestas específicas que el gobierno (e) de Juan Guaidó debe impulsar como forma de lucha para concientizar, involucrar y lograr la alianza internacional por la libertad que no solo Venezuela, sino la región gran colombina de Suramérica requiere para enfrentar en cáncer criminal de las naciones.
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