Si algún día partes

Si algún día decides partir
asegúrate bien de decir el
adiós definitivo a quienes
aún vivos fueron tus compañeros de
colegio
Díle adiós con ojos enjugados en
lágrimas a quienes en la infancia
jugaron contigo en el río al
«concho jolo»
Anda y ve y abrázalos y apriétalos
contra tu pecho por largo rato que
sientan el latido de tu ferviente
corazón
Ve y háblales despacio a los tuyos
y despídete como si nunca haz de
volver
Anda y ve y recorre las callejas
polvorientas de lo que un día
ha de ser un tenue y difuso recuerdo
de tu paraíso perdido, pues qué otra
cosa podría ser si no la infancia de
tus tormentos
Cuando partas hacia donde la vida te
tenga reservado un futuro aposento
contén las lágrimas y traga grueso y
acepta que tal vez esa última imagen
nunca habrá de abandonarte por el
resto de tu vida
No te lamentes por la pérdida de
tus últimas posesiones; la sábana
la cobija, la almohada que contuvo
un día tus lágrimas por abandono
de un terco y furtivo amor déjala
junto con tus pequeños objetos
que le daban sentido a tus efímeros
días de adolescencia
Siempre habrá en el camino una
almohada de piedra o plumas de
ganso
una mano cálida tendida para ti
Recuerda: siempre habrá una leve
sonrisa esperando por ti y para ti
sólo afila tu ojo avizor, no la dejes
pasar por alto. Recuerda que la
sonrisa más dulce y tierna se trueca
en rictus macabro más temprano o más
tarde
No olvides nunca que el camino
sólo se conoce recorriéndolo y no
tiene fin, sólo se interrumpe muy
a pesar nuestro
No confíes en tu memoria y escribe
todo lo que un día necesitarás recordar.
***

Por las tardes

Las tardes ingrávidas de mis vidas pasadas
me traen recuerdos lacerantes de otros mundos
extraviados entre inasibles evocaciones evanescentes
de terribles vividuras aladas experienciadas y atadas
por hilos tejidos de inextricables madejas de
tormentos indescriptibles
Las tardes desoladas insoportablemente orladas
por nubarrones anunciadores de terribles
fatalidades celestiales se apoderan de mí y
vapulean mi ánimo fatuo y doblegan mi anémico
espíritu de lerdo caminante herido por las aguas
amargas de las horas fugaces
Todos los ocasos de la aturdida terredad
inclemente se reúnen a la última hora del
sórdido tiempo de los vencidos por la historia
de los escogidos por la fatalidad inevitable.

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