En estos días leímos in extenso la entrevista de El Nacional al economista Jesús Casique, llamando la atención de que el proceso hiperinflacionario tiene ya 40 meses (3 años y 4 meses), y prosigue el alza permanente de los precios como un cohete disparado a Marte, como también la cotización del dólar. En nuestros archivos tenemos la alocución en cadena nacional de Gastón Parra Luzardo, cuando era presidente del Banco Central de Venezuela, en la que denominó a la “reconversión monetaria como un avance del desarrollo humano y de la estabilidad económica”, como si quitarle tres ceros al bolívar fuese un acto trascendental en la historia económica venezolana. Así nació con bombos y platillos el llamado bolívar fuerte el 1° de octubre de 2007, que no fue más que quitarle tres ceros al bolívar devaluado por la inflación y acorralado por la pérdida de reservas internacionales.
Por otro lado, nos recordamos también que apenas en agosto de 2018 se produjo el parto del bolívar soberano bajo la tumba de ceros que volvió a quitársele al bolívar fuerte (cinco de un solo porrazo). Así mismo, nos aclara de frente Casique que la caída del producto interno bruto acumulada entre el año 2013 y 2020 es de ¡81,2%! De tal modo, que citando cifras del FMI nuestro colega nos muestra que el PIB de Venezuela en el año 2012 era de 352.191 millones de dólares y para el año 2021 este organismo internacional estima que el PIB será de 43.749 millones de dólares. Además, se calcula que cuando el muchacho de Sabaneta llegó al poder existían 11.198 empresas manufactureras. Hoy por hoy, Corpoindustria ha difundido que para el año 2020 apenas hay 2.121 empresas en el país. Así y todo, alguien del IESA (P.P.) proclama que todavía el dólar está sobrevalorado y que estas empresas tienen una competencia dura con los productos importados. Kirie Eleison. ¡Señor, ten piedad! Con un salario mínimo de un dólar, el más bajo de América Latina y todavía tienen miedo de los productos importados.
Sea como fuere, el BCV (mero apéndice del gobierno nacional) ha descuidado el llamado cono monetario. En efecto, ¡Jesús Casique explica –¡y muy bien!– que el problema del dinero en efectivo que experimenta el país obedece a que la cantidad de billetes en circulación, en manos del público no bancario, corresponde apenas a 2% de la liquidez (M2). Mientras que, por ejemplo, en Colombia es 12% y en México 8%.
En este punto, vuelve a relatar que efectivamente la digitalización de los medios de pago serviría para disminuir los costos por impresión, transporte y distribución de billetes. Pero, la digitalización (pago con tarjetas de débito, con teléfonos inteligentes) a su vez implica que la banca debería realizar inversiones en tecnología que suponen elevar aún más los costos fijos de la banca. Por cierto, decimos nosotros, que ya el Banco de Venezuela principal banco del Estado posee ya más de 64% del patrimonio total de la banca. También la banca venezolana en su conjunto tiene años que no aumenta su capital en términos reales, el patrimonio de la banca está representado prácticamente por revalorizaciones de sus viejas torres de oficinas adquiridas en los años setenta, más sistemas de computación y revaluaciones de sus tenencias de divisas.
Pero, además, planteó: “¿Ahora, cómo se va a digitalizar si en Venezuela hay una gran cantidad de personas, sobre todo en lo más recóndito del país, que ni siquiera tienen teléfonos inteligentes o que no están bancarizadas?”.
Nosotros agregamos: ¿al parecer las autoridades del BCV y del gobierno como que no toman nunca ni un autobús ni una camionetica, puesto que estos medios de transporte están trabajando con billetes y hasta con billetes de un dólar. Y además de la pandemia del covid-19 se agrega el problema de la dolarización parcial por parte de la demanda de dólares norteamericanos que la economía privada exige para sus pagos a fin de evitar la pérdida de valor adquisitivo que tiene el bolívar soberano.
De igual modo, ha llamado poderosamente la atención que de tres nuevos billetes que se emitieron y fueron incluidos en el cono monetario, juntos no son ni el equivalente a un dólar.
Al parecer, los precios al consumidor suben diariamente en promedio 4%.
La economía se ha dolarizado de facto, a través de la demanda de liquidez, y el gobierno en lugar de cooperar, pone trabas a cada momento. No hay vuelto en dólares y encima prohíben mecanismos ideados como solución en grandes almacenes y supermercados.
Quizás se deba acudir una vez más a otro proceso de reconversión porque es complicado y azaroso manejar tantas cifras en los cálculos comerciales y las transacciones diarias de la nación. Habrá que quitarle otros tres o cinco ceros más al bolívar soberano y, si el gobierno tiene piedad de los pobres y desamparados, emitir billetes de baja denominación para pagar el transporte u otros gastos pequeños, etc.
Por si fuera poco todo lo que está pasando. La pandemia del coronavirus está golpeando duro al país y el gobierno necesita fondos en dólares para pagar vacunas, recursos que pertenecen a las reservas internacionales hoy mermadas y en su mínimo.
Sea como sea, no se puede seguir permanentemente con una hiperinflación que ha empobrecido a más de 80% de la población venezolana, que impide una producción eficiente y que provoca un descenso en la productividad general. En este contexto, el gobierno y el pueblo deben darse cuenta de que hay que recurrir a políticas fiscales, y monetarias racionales y sensatas, como acudir al Fondo Monetario Internacional y recibir un financiamiento para recuperar reservas internacionales y abrir de nuevo la producción y refinación de petróleo a los grandes consorcios mundiales.
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