Recuerdo un torero llamado Cagancho quien tenía tardes maravillosas, pero algunas otras en las cuales le huía al toro de manera ignominiosa. Al final de una de esas tardes Cagancho le preguntó a su mozo de espadas: «¿Qué se dice en los tendidos?». Y el mozo le respondió: “Pues las opiniones están divididas, matador”.
“Ah”, suspiró aliviado Cagancho, “eso no está tan mal”. Pero el mozo añadió: “La mitad le echa la culpa a su pae y la otra mitad a su mae”.
En el caso de Donald Trump eso no es así. En Estados Unidos, país de aproximadamente 330 millones de habitantes, se da el trágico caso de que la mitad lo considera “un patriota que está dando su vida por la patria”, mientras la otra mitad lo define como “un gánster ávido de poder, no merecedor de ser presidente”.
La tragedia estadounidense es inmensa porque, no importa quién tenga la razón, las instituciones, leyes y costumbres que han formado por más de 200 años la columna vertebral de su extraordinario éxito como nación se verán heridas de gravedad, quizás de muerte. Se habla ya de una posible guerra civil en Estados Unidos debido a la profunda división que la figura de Donald Trump ha traído al país.
Las diferencias de opinión son inevitables en un mundo lleno de diferencias étnicas, culturales y religiosas. Algunas de estas diferencias son sobre asuntos de imposible comprobación, por ejemplo, nuestro papel en este universo y como y para qué fue creado el cosmos. Las diferencias sobre la existencia o no de un Dios moral han dado origen a sangrientas guerras, pero en general ha sido posible que ateos y creyentes coexistan pacíficamente.
Uno pensaría que las únicas diferencias irreconciliables que pudiesen existir entre seres humanos son aquellas de imposible comprobación objetiva, es decir, las que no se pueden probar de una forma u otra. Pero no es así. Hoy en día el mundo está dividido agriamente entre grupos que piensan diferente, a pesar de que puedan existir comprobaciones objetivas. Ejemplo, si la Tierra es o no es plana, ha dado origen a grupos minoritarios que creen que si lo es. Estos grupos se reúnen todos los años, a pesar de las fotos que existen sobre la Tierra redonda vista desde el espacio. Lo mismo pasa entre quienes creen que el hombre nunca fue a la Luna o quienes creen que Elvis Presley no murió, sino que se hizo cirugía plástica y vive en Nueva Orleans. Afortunadamente, estos grupos que así piensan son pequeños, colocados fuera de la corriente social “normal”. La mayoría se ríe de ellos.
El caso de Donald Trump es diferente. Fue candidato presidencial en 2019 y, a pesar de que oficialmente su rival fue declarado ganador, nunca lo ha querido reconocer. Su argumento sobre un gran fraude electoral ha sido desestimado en todas las instancias penales y por mucha de la gente que votó por él, incluyendo miembros de su propia familia y altos funcionarios de su gobierno, hasta su vicepresidente. Sin embargo, Trump ha mantenido su tesis y ella es respaldada por millones de estadounidenses que creen en él. En especial, tiene el respaldo del partido Republicano, el cual es factor de poder político esencial en el país y debe participar, junto con el otro partido importante –el Demócrata– en las grandes decisiones sobre el camino a seguir por la nación.
Es preciso reflexionar sobre esto de la manera más desapasionada posible. Independientemente de quien tenga la razón en el caso arriba mencionado, una gran tragedia ha ocurrido en el país. Si el candidato Trump tuvo razón y existió un fraude que le robó la presidencia, ello significaría que todas las instituciones del gobierno federal, de los estados, los poderes legislativos que aceptan a Biden como presidente, las fuerzas armadas y hasta las naciones del planeta que mantienen relaciones con Estados Unidos son cómplices de un inmenso fraude, algo que jamás había ocurrido en Estados Unidos, un país que siempre había sido faro de transparencia en todo lo relacionado con la alternancia en la presidencia. En ese caso, la nación estadounidense estaría herida de muerte porque tal magnitud de fraude la convertiría en un Estado forajido más, a lo Irán, Corea del Norte, Cuba o Nicaragua.
Si, por el contrario, el candidato Trump ha utilizado su argumento como herramienta de estrategia política, diseñada para conservar sus seguidores entusiasmados, para pedir dinero a fin de “luchar contra el fraude” y para preparar su candidatura presidencial para el año 2024, entonces ello significaría que Trump es un gánster político y debe ser inhabilitado para ejercer la presidencia del país.
El meollo del asunto es: ¿cuál es la verdad? Porque, a menos que uno esté totalmente equivocado y se le haya olvidado algo importante, la verdad es una sola. No hay dos verdades, a pesar de que haya quienes así lo dicen. Cuando a la luz de la evidencia dos grupos que piensan de manera opuesta insisten en seguir pensando así es porque uno de los dos grupos está desconociendo la verdad, por ceguera ideológica o por perversidad. Y esto es lo que está sucediendo hoy en Estados Unidos y por ello debemos concluir que existe una tragedia grave, no importa quién tenga la razón.
El país se dirige a su desintegración, a menos que… los seres humanos hagan uso de la maravillosa cualidad de la honestidad y acepten su equivocación, quienes estén equivocados. No habría nada más maravilloso que eso, pues ello salvaría a la nación, a la sociedad de la cual forman parte, la cual ha sido un ejemplo para el mundo. Pero, si dejan que sus rencores, ambiciones, codicia, ceguera ideológica, egoísmo, ansias de poder, los haga prisioneros de bajas pasiones, entonces el país que ha sido el sueño de millones de desposeídos en todo el planeta se vendrá abajo.
La verdad siempre existe y creemos que en este caso específico puede ser comprobada. ¿Tendremos la grandeza de reconocer nuestros errores y de rectificar nuestras actitudes? Así lo deseo fervientemente, porque he disfrutado plenamente de vivir -off and on- en este maravilloso país durante unos 35 años. Soy ciudadano de este país desde hace 11 años y comparto mi amor por Venezuela y por el planeta con mi amor por este gran país que me recibió generosamente.
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