OPINIÓN

Domesticados

por César Tinoco César Tinoco

I

Amigo lector, ¿está usted domesticado?

II

El Principito es la obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944). Mal entendida como una obra infantil, es un clásico que versa sobre la adultez humana. Este es parte del diálogo que tiene lugar en su capítulo XXI:

Fue entonces que apareció el zorro:

—Buen día – dijo el zorro.

—Buen día – respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.

—Estoy aquí –dijo la voz – bajo el manzano…

—¿Quién eres? –dijo el principito. –Eres muy bonito…

—Soy un zorro –dijo el zorro.

—Ven a jugar conmigo –le propuso el principito. –Estoy tan triste…

—No puedo jugar contigo – dijo el zorro. –No estoy domesticado.

—¡Ah! perdón –dijo el principito.

Pero, después de reflexionar, agregó:

—¿Qué significa «domesticar»?

—No eres de aquí –dijo el zorro–, ¿qué buscas?

—Busco a los hombres –dijo el principito. –¿Qué significa «domesticar»?

—Los hombres –dijo el zorro– tienen fusiles y cazan. ¡Es bien molesto! También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?

—No –dijo el principito–. Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar»?

—Es algo demasiado olvidado –dijo el zorro. –Significa «crear lazos…»

—¿Crear lazos?

—Claro –dijo el zorro. –Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo…

III

En su artículo del pasado 26 de marzo de 2021, en la revista Psichology Today, Lee Alan Dugatkin, Ph.D., nos habla de la domesticación humana. Dugatkin es profesor y académico universitario en el Departamento de Biología de la Universidad de Louisville en Kentucky, Estados Unidos de América. Sus principales áreas de investigación son la evolución del comportamiento social y la historia de la ciencia. Es autor de más de 175 artículos sobre evolución y comportamiento y dos libros de texto: Principles of Animal Behavior (2020, cuarta edición) y Evolution (en coautoría con Carl Bergstrom, 2016, segunda edición).

Dugatkin se cruzó cualquier cantidad de correos con Lyudmila Trut sobre el tema de la domesticación. El experimento de domesticación del zorro plateado, que continúa hasta el día de hoy, fue una creación del mentor de Lyudmila Trut, Dmitri Belyaev,  quien había estado dirigiendo el experimento del zorro desde sus inicios en 1959. En sus estudios, Belyaev usó zorros plateados (Vulpes vulpes) en lugar de lobos.

Basado en sus lecturas sobre Darwin, Belyaev sabía que las especies domesticadas tienden a compartir un conjunto de características que incluyen orejas caídas, colas cortas / rizadas, rasgos faciales y corporales juveniles, niveles reducidos de la hormona del estrés, pelaje moteado y temporadas reproductivas relativamente largas. Hoy, ese conjunto de rasgos se llama síndrome de domesticación.

Si bien y como humanos hemos domesticado especies por muchas razones, incluido el transporte, la comida, el compañerismo y la protección, nunca nos había importado la razón por la cual domesticamos a unas especies y a otras no. Belyaev quería, necesitaba, saber por qué.

Hizo la hipótesis de que las primeras etapas de todos los eventos de domesticación animal implicaban elegir a los animales más tranquilos, más pro-sociales hacia los humanos: los animales más dóciles. Todos los rasgos del síndrome de domesticación estaban de alguna manera, aunque Belyaev no sabía cómo, genéticamente vinculados a genes asociados con la mansedumbre.

En 1959 reclutó a Lyudmila Trut para que pusiera a prueba esas ideas. Ellos y su equipo desarrollaron una escala para calificar la amabilidad con los humanos. La puntuación de un zorro en ta escala fue el único criterio para seleccionar zorros y criar a la próxima generación. Trut (y eventualmente un equipo de científicos que trabajaron con ella) probaron (y continúan probando) cientos de zorros, y el 10% más dócil es seleccionado para criar a la próxima generación.

A fines de la década de 1970 y principios de la de 1980, los hallazgos del experimento de domesticación de zorros que él y Lyudmila Trut estaban llevando a cabo llevaron a Belyaev a proponer la audaz idea de que los humanos nos hemos domesticado a nosotros mismos, seleccionando compañeros mansos y compañeros de grupo mansos. Discutió esta idea en dos artículos, el último de los cuales fue un discurso de apertura en el XV Congreso Internacional de Genética en 1984.

Belyaev propuso que «el entorno social creado por el hombre se ha convertido para él en un entorno ecológico bastante nuevo». Esto condujo a nuevas presiones de selección natural, y planteó la hipótesis de que «en estas condiciones, la selección requería de los individuos algunas propiedades nuevas: obediencia a los requisitos y tradiciones de la sociedad, es decir, autocontrol en el comportamiento social». En particular, los humanos que eran más capaces de lidiar con el estrés, de mantener la calma en lugar de pasar a la agresión, tenían la ventaja selectiva. “Difícilmente se puede dudar”, señaló Belyaev, “que la ‘palabra’ y su significado se ha convertido para el hombre en un factor estresante incomparablemente más fuerte que un golpe de garrote para un hombre de Neandertal”, favoreciendo comportamientos como la selección de parejas más tranquilas y “más dóciles”, y compañeros de grupo.

IV

Ahora ya lo sabe amigo lector, si usted se queja y entristece cuando su pareja se marcha, pero se alegra cuando regresa a la casa, y si adicionalmente usted exhibe rasgos juveniles, es tranquilo, autocontrolado y pro-social, entonces usted está domesticado…