Carlos Chancellor es un dirigente político que ha padecido en varias oportunidades las cárceles del régimen con Chávez y con Maduro. Ahora es otra vez un reo de la injusticia armada. Fue detenido el 7 de agosto en la ola represiva desatada desde el poder luego de la contundente derrota electoral del 28J. Todo el que protesta en Venezuela es en la jerga gastada y baja del oficialismo un traidor.
Chancellor se desempeñó como alcalde en cuatro períodos no consecutivos del municipio Sifontes del estado Bolívar. Un amplio territorio de cerca de 25.000 kilómetros cuadrados, muy poco poblado, donde se hablan, además del castellano, lenguas indígenas e incluso inglés por su cercanía a Guyana. En Sifontes se practica la minería ilegal que, como se ha documentado, cuenta con el aval del gobierno.
A Chancellor, como a los miles de detenidos después del fraude electoral, le aplicaron la misma medicina represiva. Apresamiento arbitrario, desaparición, imposibilidad de disponer de defensa privada y todos los maltratos posteriores que siguen a la captura y encarcelamiento. Si se revisa la cuenta de X del dirigente y ahora preso político se apreciará el tono cortés en que se expresa. Por ejemplo el 31 de julio pasado: “El pueblo de Sifontes solicita respetuosamente la libertad del menor de edad Alan Moisés Alfaro Gil…”
El exalcalde debió heredar esa civilidad y buen decir de su madre, una mujer con más de 90 años de edad que el último día del año pasado hizo un breve video dirigido a Nicolás Maduro. Le dice:
“Maduro, Dios te bendiga, mira, libera a Carlos, vale. ¿Hasta cuándo perseguido? Su papá se fue y no lo pudo ver, viste. Libéralo, quiero verlo antes de irme. Deja que Carlos me vea antes de irme, que me siento mal. Él necesita un médico. Él es inocente. Dios te bendiga”.
Muy poca gente, incluso votante del oficialismo, se dirigiría a Nicolás Maduro con la expresión “Dios te bendiga” que las madres, sobre todo, desean a sus hijos cada mañana cuando salen a trabajar, para la escuela o a cualquier otra actividad. La madre de Chancellor lo transmite de forma sincera aunque su hijo está privado de libertad de manera ilegítima y no lo ha podido ver.
La sinceridad y serenidad que transmite esta señora ya muy mayor expresa el temple de tantos venezolanos ajenos al odio y a la venganza, en cuyos valores han crecido sus hijos, su familia.
¿Tendrá corazón Nicolás Maduro? ¿Será capaz de ver en los ojos de esa mujer el amor de madre, o está cegado por el poder e incapacitado para sentir lo que una mujer de pueblo le pide, le ruega casi, sin gritos ni destemplanza?
A Nicolás Maduro hay que pedirle -EXIGIRLE, en mayúsculas- que libere de inmediato a los detenidos injustamente, a todos los encarcelados por el derecho a expresar su disconformidad. Las leyes, la Constitución, prohíben tamaña arbitrariedad. Es un mandatario al margen de las normas, la decencia y las leyes. Se acerca el momento en que el pueblo se lo demandará con las tablas de la justicia en la mano.
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