Cuando se analizan los acontecimientos de los últimos 20 años se puede llegar a creer que Venezuela sigue siendo el cuartel militar de Juan Vicente Gómez.
Esta lúgubre idea surge cuando se consultan los estudios de los politólogos y sociólogos que afirman sin ningún rubor que al gobierno de Maduro lo sostienen las bayonetas. Versión que choca con otro dato repetido en todos los estudios: 80% y más de la población venezolana aspira a un cambio de gobierno, obviamente la salida de Maduro del poder. La conclusión más clara es que si 80% de la población vive bajo un gobierno que desea cambiar, pero que está sostenido por las bayonetas, entonces las que gobiernan en Venezuela son las bayonetas.
Es claro que durante las dos últimas dos décadas las FANB han sido sometidas a un proceso de penetración ideológica orientada a variar o alterar su misión constitucional, convirtiéndola en respaldo institucional de la implantación del socialismo en el territorio venezolano. Propósito que expresan los discursos de miembros del Alto Mando Militar, en especial las palabras de Padrino refiriéndose a los sectores opositores: “Ustedes, para llegar al poder político tendrán que pasar por la conciencia de todo el pueblo venezolano. Pero también tendrán que pasar, así se los digo, en este día sagrado, día de la patria y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, tendrán que pasar, o mejor dicho, no pasarán por el sentimiento patriótico, revolucionario, antiimperialista, nacionalista, de la FANB. No pasarán. No serán poder político en Venezuela jamás en la vida”.
Esta posición política desde la cabeza de las FANB ocurre mientras simultáneamente se contrastan evidencias de la inexistencia, por su parte, de una posición defensiva de la soberanía del país. Han permitido la intervención de fuerzas militares provenientes de países socialistas: Cuba, Rusia e Irán. Son indiscutibles sus muestras de tolerancia frente a la penetración de grupos armados guerrilleros provenientes de Colombia, FARC y ELN. La prueba irrebatible es la actual guerra que libran las FARC en el sur de Venezuela, específicamente en el estado Apure, convertido en escenario del enfrentamiento de facciones de este frente guerrillero contrarias al proceso de paz, representadas por Gentil Duarte y la Nueva Marquetalia de Jesús Santrich e Iván Márquez –los habitantes de estos territorios y los medios de comunicación denuncian que la FANB participa en esta guerra de las FARC respaldando a la Nueva Marquetalia, no protegiendo nuestro territorio y su gente–.
Mientras, el régimen de Maduro muestra una incapacidad total ante la ferocidad de la pandemia. Es uno de los pocos gobiernos del mundo que no se ha esforzado en la búsqueda de las vacunas para proteger a la población, obstruyendo de paso las propuestas del gobierno de Guaidó y Fedecámaras.
Estos datos groseramente visibles, inocultables, parecen no tener ninguna fuerza para convencer a las bayonetas de que no pueden cometer un crimen de lesa humanidad contra todo un país manteniendo en el poder, respaldando a un régimen culpable de estos crímenes atroces e incurriendo en la violación de la Constitución al aliarse y participar en las luchas internas de las FARC dentro de nuestro territorio y asumiendo una opción política ideológica. Algunos expertos señalan que la FANB es una corporación indivisible, aunque esté constituida por dos segmentos de seres humanos. Aquellos que son culpables de crímenes atroces, de violencia y represión, sin perdón de Dios y otro gran segmento que nunca ha participado en actos violentos contra la ciudadanía, no ha lanzado bombas a estudiantes, ni a las marchas, no han disparado en el pecho a los jóvenes opositores, no han torturado, es decir, no se sienten culpables de nada. Se creen inocentes, no saben nada de lo que pasa en el país, desconocen la desnutrición, los presos políticos, la miseria de los hogares. Quizás creen que la FANB no provocó estos males y por tanto no es responsable de ningún delito.
Dicen obedecer a la Constitución, a pesar de violar abiertamente el artículo 328: “En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. Al ampararse bajo una falsa obediencia a la Constitución, se borran las diferencias entre los culpables de crímenes atroces y los indiferentes a quienes no les importa la vida de nuestros ciudadanos y de sus hogares.
Sostener un régimen criminal con sus bayonetas es uno de los peores delitos que se puede cometer. Pueden preguntarse a sí mismos: ¿Ser indiferentes ante el dolor humano no es acaso un delito, aunque directamente no hayan matado o torturado? Es un gran problema de conciencia para los soldados que mantienen el respaldo a Maduro ¿Qué hacer ante el reto moral de los ciudadanos que reclaman una Venezuela gobernada por civiles, fuera del dominio cubano, expulsar a las FARC y a todos los invasores, acatar el Estado de Derecho, la prosperidad y asegurar la libertad de la ciudadanía?