El diálogo surge como la mejor alternativa para resolver conflictos y promover acuerdos favorables entre los distintos actores sociales, políticos y económicos.
Muchos países sostienen el diálogo como una estrategia conveniente para lograr consensos necesarios, permitiendo soluciones a las complejidades que afectan la armonía ciudadana y crean un clima hostil en la vida nacional, afectando la funcionalidad institucional. El desgaste ocasionado al mantener diferencias que parecen insalvables se observa en la actividad política nacional, donde las confrontaciones antagónicas se imponen como norma vigente, creando preocupación y desesperanza en la ciudadanía.
Las principales instituciones internacionales han propiciado el diálogo como la mejor estrategia para resolver conflictos y promover acuerdos. Entre estas instituciones destaca la OIT (Organización Internacional del Trabajo), que establece como normativa la participación de gobiernos, sindicatos y empresarios en los necesarios diálogos para resolver las diferencias sobre la legislación laboral vigente y las alternativas para mejorar las condiciones de los trabajadores sin afectar la salud económica de las empresas. Es quizás la mejor demostración de cómo ese diálogo social ha permitido mejoras sustanciales en la calidad de vida de los trabajadores.
La nación venezolana anhela que el diálogo facilite soluciones a las complejidades y diferencias políticas que dividen a los ciudadanos. Está en manos de los actores políticos obtener, a través del diálogo, las respuestas convenientes para que las elecciones presidenciales se desarrollen en un clima de paz, respeto y transparencia, permitiendo que quien resulte electo el 28 de julio sea el nuevo presidente de Venezuela.