México no fue estrategia del régimen –aprovechada sí–, es maniobra del G4 al advertir que utilizarían a los adjudicados para instaurar la nueva oposición que los sepultaría políticamente. Al enjambre fracasado se le ocurrió la bobería de vender su alma al diablo, pactando participación para evitar ser desplazados. El interino conserva –precario– el apoyo y reconocimiento internacional; por eso, se opone pusilánime, sin atreverse a romper con el maligno cuarteto, esperando su sepelio el 21N, apostando no perjudicarse.
Entusiasmados el castro-madurismo y la oposición partidista simulan dialogar cuando en realidad solo hacen un silencioso ruido de te digo pero no te oigo. Hacen el ridículo en el melodrama ante el mundo y un país aletargado, para eliminar sanciones a esbirros y dar luz verde al reparto de lo que queda. Dicen reunirse, y en la retahíla de ridiculeces buscan lograr soluciones al país que entre ambos han dejado caer al barranco de la corrupción con preeminencia del amor propio por encima del afecto patrio. Unos con poder mal usado y beneficio oportuno; los otros criticando, prometiendo libertades que no son más que envidias, cuotas intrascendentes.
Que la hipocresía esté ubicada en un país que dejó de ser la patria de la revolución campesina, hoy prisionera de pandillas, carteles del narcotráfico, ejecuciones, dependencia estadounidense y cercana lejanía de Centroamérica, no es casualidad. Regida por un populista, apasionado chavista que ofreció revoluciones resultadas en la nada, desvariando sandeces que España pague por haberlos colonizado e invadido.
En ese país dos grupos minoritarios que indebidos establecen efigie, se reparten el porvenir que han destruido o dejado destruir. Pero no es allá donde está el futuro de esta Venezuela asolada por ineptitud y corrupción, sino aquí, en las zonas urbanas y ciudades, donde emprendedores sin nombres públicos pero con empeño patriótico y solidario han tomado los problemas comunitarios.
No en politiqueros que cada día simbolizan menos, sino en dirigentes sociales, populares que sobrepasan militancias. Es allí, donde empieza a nacer esa Venezuela, pobre y estafada pero cargada de propósitos. No aparecen en medios difusores ni son jefes de partidos, son ciudadanos que actúan junto a sus vecinos; no tienen esperanzas en el petróleo que deberá ser recuperado por expertos, ni tampoco esperan la limosna humillante de mala calidad; ponen afanes para resolver carencias. En esas comunidades emerge el país de responsabilidad, trabajo, esfuerzo, estudio, principios éticos, valores morales y buenas costumbres. No hay confianza en México, el desvencijamiento continuará.
La avaricia de poder y voracidad de parte de las “oposiciones” dividirán e incriminarán de su fiasco a quienes ejerzan su derecho de no participar. Afortunadamente, los que se autocalifican como opositores, y la organización partidista de gobierno, no descubren que Venezuela los considera estorbo, los piensa impedimento y obstáculo.
Las señales de que esta perorata, como las anteriores, no marcha por buen camino son demasiadas, el fracaso es evidente. Porque el verdadero objetivo, agazapado tras la ambigüedad insincera, no es la urgencia de auxiliar a la ciudadanía desasistida, sino anular las sanciones y demorar decisiones en la Corte Penal Internacional. Son irrefutables las insuficiencias, la mentira reiterada, promesas quebrantadas, burla e incumplimiento de la palabra empeñada y la sistemática languidez para defender derechos ciudadanos.
La identificación de las partes, es la evidente claudicación, entrega que nadie ha explicado. Un requisito indispensable de cualquier acuerdo negociado tanto público como privado, está en que las partes actúen de buena fe.
La relación entre el chavismo y sus teóricos adversarios, es la misma, sin variación, garantizando al régimen como desde el remoto 2003 asfixiar la esperanza de un cambio político profundo. Sin embargo, la diferencia hoy es un país arrasado, en la miseria, una sociedad sojuzgada, humillada por la acción directa del régimen opresor, arbitrario con la complicidad de parte opositora y más de 6 millones de desesperados que huyen en busca de una ilusión, por vaporosa que sea.
El desenlace de la tragicomedia no llegará a ninguna parte, y en lugar de ser la fiesta electoral que sueñan los jerarcas del castrismo y la oposición usurpadora que acudirá al pillaje del 21N, lo que tendremos puede ser el fin de los pocos anhelos que todavía estremecen el alma nacional.
@ArmandoMartini