El mandato de Nicolás Maduro es evidentemente espurio. No es más que una frustración de pretendida gloria, mediante el cual la continua no idoneidad para la realización de proyectos revela la incapacidad para ejercitarse en las responsabilidades del Estado de funcionarios, en su mayoría militares activos que han roto las amarras de la imparcialidad política para insertarse en el gobierno, intervenir en la controversia a favor del partido oficial e irrespetar sin apego al cardinal constitucional que los fuerza a la “disciplina, obediencia y subordinación”, las cuales relajan al discutir y tomar acuerdos sobre diversos asuntos pertinentes en exclusividad a los quehaceres del Estado.
La ineficacia por incapacidad supina de una parte reducida del sector castrense, dada su falta de preparación para el desempeño de la función pública por no ser pertinente a sus estudios, ha traído como consecuencia que los ciudadanos, el civil sobre todo, se encuentre ausente de participación social y política, por el dominio de un reducido grupo de oficiales en servicio activo que han fracasado en el manejo de la industrias básicas, llevándolas a situación de improductividad.
En Venezuela, otrora país próspero, después de la llegada de un juramentado y reducido componente de la Fuerza Armada, con intento manifiesto y comprobado de asumir el poder mediante un frustrado y repudiable golpe de Estado, aupado a la vez por sectores de la oligarquía criolla, con remoquetes de “notables” que huelga mencionar; se instauró con desempeño desmedido un gobierno autoritario, que hizo surgir el incordio en grupos familiares -padres, hijos, hermanos y cónyuges- así como también los testaferros que han hecho de las riquezas súbitas un oficio burocrático. Poseen de todo al extremo de traspasar los límites de lo superfluo.
Hoy, a manera de maldición no esperada, Venezuela nos exhibe con “mala leche” más que abundante una inmensa población -más allá de 90%- con características morales, genéticas, familiares, ambientales, educativas, raciales, sociales e higiénicas excluida no ya por pobreza individual, sino porque está inmersa en una situación desbordante de miseria que nos ha llevado a ser en el concierto de naciones del mundo el país con mayor urgencia de ayuda humanitaria.
Decir que el gobierno cuenta con un ostensible repudio, concesión decimonónica de mando que sigue los lineamientos de Cuba a la cual parece estar federado, cuya práctica comunista no ha constituido alternativa para habernos hecho un país próspero, es más que una verdad irrefutable. El pueblo se debate entre resistir y morir frente a una minoría que hace del ejercicio de la función burocrática un bolso de gran rentabilidad.
Es urgente y necesario dar al traste con un régimen donde el Poder Ejecutivo impone todas las condiciones con fundamento en la manipulación electoral, más la sumatoria del Poder Judicial, de la Contraloría Nacional, como de casi todo el componente del Consejo Moral Republicano. No considerarlo sería mentir para darle paso a las arbitrariedades que se le ocurran al régimen tenido con suficiente y responsable criterio como forajido.
Es obvio por manifiesto que por más de veinte año la llamada “revolución bolivariana” ha instaurado como conquista de propósito dictatorial los abusos de poder. Impone su voluntad al resto de los venezolanos sumergiéndolos en una triste e inacabable situación de desacomodo social, carente de respaldo. A la vez arremete contra el derecho de disentir que constitucionalmente es legítimo. Nos somete a la condición de “paria” con pretensión de convertirnos en “eunucos políticos.
No obstante la verdad que se desprende de lo anteriormente dicho, nos cabe formularnos la pregunta que como tal constituye un deber de responsabilidad ciudadana: ¿Se habrá organizado y dispuesto una política coherente de la oposición para lograr el cambio de un gobierno no legítimo? Sin intención de eufemismo. La creencia en la solución del conflicto venezolano mediante promesas incumplidas y argucias al estilo de lo que sucedió en Santo Domingo y sucede sin contradicción en Barbados nos induce a afirmar que no. No han logrado encauzar una táctica que conlleve a disponer de la mayoritaria fuerza opositora para la consolidación de una estrategia para el rescate del poder usurpado.
Maduro, irresoluto, temido por ilegitimo, por razones que no caben explicar ha hecho de su continuidad en el poder un apasionado empeño para lograrlo. Arguye la polarización entre la oposición y el gobierno. En sus bravuconadas radiodifundidas inventa el subterfugio de la guerra civil. Se aprovecha sin control de los recursos del Estado para, con calculo mitómano, inducir miedo sobre tan inverosímil argumento. Toda una maniobra financiada con los dineros del Estado, pero lo cual se da por descartado que es falso por cuanto las preferencias de mayor opción son aquellas congregadas en el sector opositor que enfrentan al régimen solicitándole: el cese de la usurpación, gobierno de transición y elección presidencial libre. Nombramiento de CNE transparente y vigilancia internacional. Por evidencias de hechos la oposición posee un inmenso cuerpo, con crecimiento exponencial, lo cual constituye la antítesis con las tolerancias que se le ceden a un régimen cuestionado.
Maduro tiene sus ocurrencias debidamente orientadas. Una de ella es la más insinuada es su falsa e inveterada disposición al “diálogo.” Llega al extremo de darle permanencia hasta el final de su periodo. Lo estima primordial para la solución del conflicto. Obvia la elección presidencial. Le da prioridad a las elecciones parlamentarias adelantadas. Descarta que pueda convocarse la elección presidencial en razón de su legitimidad. Sabe “con qué se come” la maniobra maniquea con la que pretende continuidad en el disfrute de un mandato presidencial ilegitimo. Mantiene llena los espacios militares con presos políticos. Señala públicamente a los que se deben enjuiciar. No rinde cuenta de gestión y favorece la impunidad de sus colaboradores. Empero, no siendo suficiente su propósito, no es menos cierto que para dar muestras de fortaleza nos quiere traer al presente el patriotismo de la Fuerza Armada. A ella le adula tildándolas de salvadora de la patria. A los militares pertenece el país. La erige en mito. Las hace obediente a su condición de comandante en jefe. Olvida que esa condición le pertenece a Guaidó como presidente provisional.
Para no hacer olvido de la pregunta formulada. Poseído de la respuesta sobre la debilidad manifiesta de los que se han designado acreedores de la dirección opositora. Es todo cierto que el “diálogo” sin vestimento de negociación no es más que un falso instrumento, imprescindible medio para que la usurpación se consolide mediante la continuación en el poder del cuestionado Maduro, lo cual evidencia que debilita la unificación opositora. Maduro nos “mama gallo”. Es quien convoca la “concurrencia a BarbadosS”. También las aplaza, cuando lo tenga a bien convoca la contraparte; después entre chanza y vera invita a reanudarlo en forma permanente para el logro de la paz. Tiene conversos bien remunerados, todavía queda el oro. Pensamos pues que seguir en la “guachafita” de la maniobra oficial, servir de “marioneta “para la humillación; lo cual no es compatible con la dignidad de venezolano. Es actuar en contra del deber nacional.
La firme posición del pueblo de querencia y práctica de cambio cuya forma de lucha exige unidad, no disputa entre los que han hecho de la política una forma de exhibición, habida consideración de que hasta ahora, como es evidente por parte de los que han conducido al ostensible sector opositor, estos no han ofrecido ningún intento por sacar a Maduro del poder. Por lo que, consciente de que el gobierno mediante las triquiñuelas explanadas gana tiempo para el ejercicio de abuso de poder, dialogo pernicioso e ineficaz instrumento oficioso de manipulación con frutos. Consciente de la legitimidad provisional del que ejerce la P´presidencia, declara como imperativo desechar esta forma de retardo, intencionalmente fraudulento para evitar el cese de la Usurpación: A la vez requerirle a Guaidó que el problema de Venezuela no radica en la ratificación de su reelección para la presidencia de la AN, lo cual no está planteado. Pero sí en poner en marcha otra de la soluciones que ha dicho se encuentran sobre la mesa para hacer efectivo, necesario y urgente el cambio de gobierno; que de llevarse a cabo mediante elecciones libres, entiende descartada la posibilidad de competir del que hoy la usurpa. Llegó la hora de agarrar al pueblo, que padece miseria. Moverlos por los codos y levantarlo para que con ánimo unitario, sin discriminación se movilice para lograr el cese de los que han convertido el poder en feudo.
El 23 de enero el pueblo con sus estudiantes al frente: unido a la oficialidad militar logró que el tirano militar Marcos Pérez Jiménez. Maleta en mano repleta de dólares huyo en la Vaca Sagrada.