Fueron varios conductores -y una conductora- de Uber y un taxista. Con un amor a su ciudad, a su región y a su país que se sentía en cada diálogo. Estos trabajadores del transporte tienen un «feeling» por la ciudad y por su país que es distinto. Lo sienten de otra manera y cada pasajero es fuente de información. Y con un ingrediente único tan difícil de tener hoy, una sinceridad absoluta. No tienen nada que perder.
No fue en Bogotá. Fue en Mérida, en el estado de Yucatán, al sur de Ciudad de México, a unas pocas semanas de la elección de presidente, de gobernadores y jefe de gobierno en el DF, de diputados, senadores y alcaldías. Una lección en política que ojalá los periodistas utilizaran como fuente pues esa sabiduría popular no la dan las encuestas o los supuestamente expertos en esta materia.
Todos ellos tienen dos temas en común, la inseguridad y los narcos. Mérida es una ciudad tranquila donde no se siente lo que ellos relataban, pero las historias que contaban de lo que está pasando en los estados aledaños lo dejan a uno con los pelos de punta. En Cancún, ese famoso destino turístico, el “derecho de piso” -una extorsión de la criminalidad organizada- ya hace parte de las cuentas que cualquier comerciante tiene que hacer. Lo primero es que si no lo pagan les incendian el local y si además se oponen los matan.
Un estado aledaño, Campeche, que era tan seguro como Mérida, en dos años de gobierno de Morena, me contó uno de los conductores que vivía allí, se “desmadró” como dicen en México y hoy la violencia ha crecido a unos niveles que nunca habían vivido. Todos estos conductores contaban además como ciudades y regiones enteras del país estaban hoy en manos de la criminalidad con una violencia que cuando la describían era aterradora. Me recordaban los peores momentos de Medellín durante la época de Pablo Escobar.
Les pregunté por Mérida y su tranquilidad. Todos hablaban de Luis Felipe Saiden Ojeda quien ha sido el secretario de Seguridad Pública de Yucatán, el estado donde queda esta bella ciudad, desde el 2007, ratificado además por los dos siguientes gobernadores. Tres teorías complementarias decían estos conductores sobre el éxito de seguridad en ese estado y en la ciudad.
La primera es que en Mérida viven las familias de los narcos y por eso no hay violencia. La segunda es que nada se mueve en la ciudad, y en general en el estado, sin que el secretario sepa. Hay un control territorial absoluto que impide que estas organizaciones se muevan como peces en el agua algo que pasa en las otras regiones controladas por los narcos. Tienen un control estricto de las dos salidas del estado y así evitan la entrada o salida de drogas, de armas y de criminales. La tercera teoría que decían algunos taxistas es que el controla todos esos negocios y no permite la violencia. Todos, eso sí, aplaudían esta gestión por la seguridad que tienen en su ciudad y en su estado.
Lo cierto es que este éxito, por las razones que sea, se debe estudiar para entender que funciona y que se debe hacer para controlar la más grande amenaza que hoy tiene la vibrante democracia mexicana, el poder de las organizaciones criminales cuyo principal negocio es el narcotráfico pero que se han extendido tanto a otras actividades criminales como el derecho de piso o legales como la industria del aguacate y del limón.
Uno de los taxistas había votado por AMLO hace seis años y su arrepentimiento era tan grande que hasta con palabrotas se quejaba de esa decisión y del gobierno que ya pronto termina. Este taxista, por cierto, el más enterado políticamente, nos hizo un recorrido por distintos estados y ciudades donde Morena iba a perder el poder precisamente por esa crisis de inseguridad que viven los ciudadanos.
Al contarle a mis amigos mexicanos mis diálogos todos me contestaron “es que es Yucatán”. Así que tome dos Uber en la Ciudad de México. El primero me dijo “no sé si voy a votar por Morena”, aunque me contó que lo había hecho seis años antes. La razón para no estar tan seguro, aunque creo que sí lo va a hacer, fue que AMLO prometió que no iba a subir la gasolina, que incumplió, y hoy a pesar de tener el peso más revaluado de la región el galón está a 24 mil pesos. Y eso que es un país productor de petroleo. En Colombia el galón está a 15 mil 700 pesos.
El siguiente conductor de Uber me dijo que nunca votaría por AMLO o Morena. Este gobierno había barrido con los funcionarios de una entidad de seguridad donde trabaja hace años. “Estaba encargado de coordinar todos los mecanismos de identificación biométrica, reconocimiento facial, de voz y de huellas dactilares. Hoy solo funciona la de huellas”, me dijo. Le pregunté donde vivía y que pasaba con la seguridad y me contestó que en Morelos donde el gobernador es el exjugador de la selección mexicana de fútbol Cuauhtémoc Blanco, protegido de AMLO. La inseguridad está terrible como nunca se había visto y me dijo que es posible que pierdan la gobernación.
¿Y la elección del jefe de gobierno de la capital? La pelea está pareja ambos contestaron lo que era algo impensable hace un año pues esta ciudad ha sido de Morena 12 años y la actual alcaldesa, por lo menos hasta ser candidata presidencial, era Claudia Sheinbaum.
Lo cierto, y todos estuvieron de acuerdo, es que el poder de los narcos se va a ver en la elección. Controlan muchos estados y la presión para seguir por el sendero de continuidad donde crecen y están muy tranquilos se va a sentir en las elecciones en por lo menos un 40 por ciento de los estados mexicanos.
Vamos a ver qué pasa el próximo 2 de junio. Pocos son optimistas de un cambio y con la Sheimbaun se seguirá ese camino populista que ya tiene poco margen fiscal mientras los narcos hacen fiesta sumando poder económico y militar y ampliando su control territorial.
Artículo publicado en La Silla Rota
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