OPINIÓN

Diagnóstico de Venezuela: régimen y oposición

por Juan Francisco García Escalona Juan Francisco García Escalona
PSUV no instalará los puntos rojos el próximo 6 de diciembre

Foto: Archivo

 

 La concepción del poder en el PSUV

Venezuela es un país de un poco más de 30 millones de habitantes, de los cuales más de 6 millones son la migración más grande y dolorosa de la humanidad. Las dificultades que padece la sociedad venezolana son un inequívoco indicador del escandaloso fracaso del modelo chavista-madurista, incapaz de provocar alternativas valederas para superar los problemas estructurales de la sociedad que propiciaron la adhesión de la población a su propuesta. Su fracaso, por diferentes razones, ha sumergido al país en la más profunda crisis de su historia.

El país no ha dejado de estar en la óptica del mundo, las dimensiones de la crisis social son alarmantes, gestadas por la corrupción agigantada del modelo de revolución y socialismo del siglo XXI, vale decir modelo fraudulento en toda su composición, puesto que no es revolucionario y mucho menos socialista, concepto completamente devaluado no solo en Venezuela, sino en toda América Latina, gracias a la descomposición e ineficiencia del gobierno de Hugo Chávez devenido en el modelo madurista, sinónimo de infernal.

Con la constitución del PSUV comenzó un proceso inexorable para el país, la puesta en marcha de una serie de elementos, que conjugados significan la preservación del poder a toda costa, tesis desarrollada por Alí Rodríguez Araque, bajo los conceptos de: “solo se transforma con el poder, la revolución está amenazada, se deben blindar mecanismos jurídicos para permanecer en la administración del poder.” (Congreso fundacional del PSUV. Enero-2008).

En consecuencia el chavismo, desde sus inicios, se preparó para experimentar desafíos que lo pudiera desalojar del poder, la democracia participativa y la sensibilidad social, nunca fue eje transversal, fue una línea discursiva sostenida para engañar y manipular sin rubor alguno, con una mezcla de populismo y mediocridad que hoy exhibe funestos resultados.

Eclosiona la pugna entre el chavismo y el madurismo

La derrota de Barinas el 21N aporta nuevas aristas a una disputa que se desarrolla en la intimidad de la mal llamada revolución, el madurismo ha emprendido singulares acciones para diferenciarse de Hugo Chávez. El intento de desaparecerlo como elemento para compartir el poder es real, en nada se aproxima a los egos o cargas políticas/ideológicas, los asiste necesidad de imponer el modelo madurista sin rémoras del chavismo.

Toda la confrontación se acentúa en la configuración del poder, Nicolás Maduro va a fondo por sus intereses, su determinación reduce cada vez más a un sector que a pesar de mostrarse subordinado, también se cree con derechos por la lucha histórica, ese sector posee especial valía, no solo en el PSUV, sino en el sector denominado febrerista de la FANB, que ha sido maltratado continuamente en toda la esfera política, y también en los aspectos de la vida militar, teniendo altas repercusiones: la muerte del general Raúl Isaías Baduel, y la dolorosa cárcel del mayor general Miguel Rodríguez Torres, considerando la posición que los distanció de Hugo Chávez, a uno y de Nicolás Maduro, al otro, ahora se hace evidente, y la solidaridad entre el sector militar se ensancha de manera insalvable.

La honda crisis del sistema madurista

Nicolás Maduro ha profundizado la crisis del país, la opresión, la persecución, la tortura son características que lo han hecho merecedor de imputación de la Corte Penal Internacional, por violación sistemática de los derechos humanos, pero no acaba allí. La apertura de bodegones y de casinos, las construcciones millonarias en Los Roques, la inauguración del hotel Humboldt, como su palacete de eventos, la entrega de empresas del Estado a nuevos empresarios, todos devenidos con dinero del país en nuevos ricos, ostentadores de los Ferraris y los Tesla que recorren las caóticas y destruidas calles de Caracas, donde paralelamente levantan grandes edificios que simulan normalidades, en un país rico con el PIB más bajo de la región, provocan contradicciones que obligan a replantearse escenarios a lo interno, donde abiertamente se expone que Maduro es la negación del chavismo originario, la razón de ser de este modelo es diametralmente opuesta a la teoría vendida por Hugo Chávez del rechazo a la burguesía, a la boliburguesía madurista.

Oscar Figuera, secretario general del Partido Comunista de Venezuela, ha dicho que Nicolás Maduro es una estafa para el país, que en nada tiene que ver con el proyecto planteado en principio por Hugo Chávez. Nicolás Maduro, quien se define presidente obrero, ha sido un retroceso para las luchas de los trabajadores y sus conquistas laborales, señalando además que es una amenaza para la soberanía del país, calificando todo lo que pasa como entreguista y de saqueo a los capitales del país, a través de las llamadas zonas económicas especiales, avaladas por la Ley Antibloqueo, con la que promueven alianzas militares con empresarios locales y extranjeros, esta posición del PCV, ubica al régimen en su verdadero propósito depredador de las riquezas de la nación, capitalizando además alianzas con los chinos, rusos, y sobre todo los cubanos, en el espectro internacional, al mismo tiempo con organizaciones terroristas que operan, en detrimento de la paz y la soberanía nacional, así que el madurismo es un sistema voraz de destrucción masiva, en lo político, económico, social-educativo, ecológico, en fin en toda la estructura que soporta el país, pero es un modelo en crisis y difícilmente se pueda seguir sosteniendo, contara el próximo año con rupturas y distanciamientos en lo interno y externo que agravaran su existencia, toda vez que le repercuten casos como el de Hugo Armando “el Pollo” Carvajal y del colombiano Alex Saab.

El madurismo es violento y hostil, no solo con los sectores opositores tradicionales, sino con antiguas aliados, políticos y militares, intentando siempre copiar el modelo cubano, guía de su existencia, pero Cuba es una sola, y en riesgo latente de fenecer.

La oposición

Se ha convertido es un problema más para el país, ha sido corrompida por el régimen, penetrada hasta los tuétanos, teniendo una contaminación desbordante en los partidos y los dirigentes, con salvadas excepciones.

Es variopinta, a veces tan obscena que los calificativos van en cascadas, deambulando desde el G4, con sus aspiraciones de controlar la AN, el gobierno interino y al país en general, con el argumento desgastado de la mayoría en la AN-2015, escenario desdibujado hoy día, con significativa cantidad de diputados corruptos, vinculados al régimen, a Alex Saab, alacranizados con el fin de fragmentar, con una conducta disonante entre ellos mismos, cada uno más ambicioso que el otro, exponiendo las miserias de dirigentes como Henrique Capriles, su partido Primero Justicia, ahora Julio Borges, en una expresión baja y circundante a los intereses de la tiranía en detrimento del gobierno interino, y así la trillada y conocida conducta de dirigentes como Henry Ramos y Bernabé Gutiérrez, que aun el país no les cree su supuesta ruptura en un todo, hasta Manuel Rosales y un Nuevo Tiempo, quien mantiene un manejo y acuerdos con la política de la tiranía, que le permite ser acomodaticio en todo momento, por más complejo que parezca.

La oposición se distingue perversamente por otro bloque, la Alianza Democrática, mesita o alacranes, un sector tarifado, con una representación ideal para el régimen en personajes como José Brito, Luis Parra, Henri Falcón, Javier Bertucci y el indescriptible Claudio Fermín, dispuesto a navegar las rutas que se le pida.

¿Este marasmo de luchas e intereses sostenido por el poder de la corrupción será acaso considerable como oposición al régimen? Definitivamente no, es una estructura que debe ser aborrecida y anulada, imposible de causar la deposición del régimen, porque se ha hecho parte activa de él.

Unidad en la oposición

La Causa R, como organización política, con sus referentes, y el liderazgo de Andrés Velázquez, planta una diferencia en todos los aspectos, con absoluta coherencia y nitidez en todos los momentos.

Delsa Solórzano, su movimiento Encuentro Ciudadano, y otros partidos como Copei-ODCA, también Voluntad Popular a pesar de sus profundas debilidades de coexistencia en el G4, y el Frente Amplio, se mantienen a favor de promover cambios sustanciosos. La política de oposición verdadera al régimen debe promover la participación de todos los factores. Será prudente invitar a María Corina Machado a la conformación de una dirección política sin supremacías, al estilo G4, sin condicionamientos, donde los intereses de la población y la libertad del país sean el eje central de un movimiento de movimientos, si los partidos políticos actúan con una visión amplia sin mezquindades tendrán seguramente la participación de muchas organizaciones de la sociedad civil, que los miran con desconfianza, pues la ausencia de credibilidad ha sido el punto más fuerte para poder avanzar, nadie quiere entregar su lucha para la promoción de figuras aprovechadas sin credibilidad.

Es por ello que La Causa R cobra una posición de intereses en todas las clases sociales del país, en vista de que distingue por su constancia y honestidad, sin promociones exacerbadas y ventajosas de su dirigencia.

Caracterización de Juan Guaidó

La piedra de tranca para el régimen es Juan Guaidó, no han podido desmoronarlo a pesar de la inversión destinada, el régimen habitualmente acude a calificativos de burgueses, capitalistas, élites, para referirse a los líderes de oposición y colocarlos en el plano opuesto de los sectores populares, que son la mayoría. Ahora definir a Juan Guaidó en ese contexto para ubicarlo en el rango de derecha extremista no solo es ridículo, sino que no tienen ni un solo soporte para tal fin.

Es importante hacer esta distinción, porque el país requiere de una figura que permita definitivamente el encuentro de sectores sociales, algunos definidos de izquierda que en algún momento apoyaron a Hugo Chávez; converger para salvar al país no es una opción, es de obligatoria necesidad, por ello Juan Guaidó en su figura de presidente interino no debe ser desmarcado de su realidad existencial; un joven de La Guaira, forjado en un hogar humilde, como millones de venezolanos, con formación profesional a través de esfuerzos, que lo ubican en un trazo de la social democracia, ahora establecido en una posición estratégica de carácter nacional e internacional, con el apoyo suficiente de organizaciones y países para orientar la política del país, en estos difíciles momentos, donde requiere la templanza para empinarse sobre los errores y confrontar a la dictadura hasta que llegue su final.

Juan Guaidó no debe ser la piedra de tranca para los sectores de oposición, su liderazgo es sólido, las agencias internacionales lo ubican en 34%, de forma sostenida; mientras que Diosdado Cabello con 10% y Nicolás Maduro 8%, y todas las otras figuras de oposición no pasan de 7%. El liderazgo y la posición política que deberá ser suficiente para aglutinar los esfuerzos de todos los sectores del país, ir en contienda contra su figura y respaldo abre un boquete que solo beneficia a la tiranía, es deber de todos aumentar la conciencia y procurar cambios en la dirección política que obliguen a un proceso de transición nacional, y finalmente a elecciones libres y democráticas, donde afloren los liderazgos y el país elija su destino.

Sobre sus hombros una gran responsabilidad con el país, el año 2022 aparenta ser auspicioso, toda vez que su liderazgo trascienda los intereses de los partidos, para ensanchar los niveles de participación, hasta construir una nueva unidad, soportada por cuadros medios regionales y liderazgos nacionales de autentica credibilidad, que motive suficientemente a la población para recomponer los cimientos de la convivencia, la paz y la democracia, y marchar con fuerza arrolladora al reencuentro de todos los venezolanos, para el resurgir del país desde sus cenizas.

@jufraga12