OPINIÓN

Día para no estar

por Fernando Rodríguez Fernando Rodríguez

El tema obligado de este domingo oscuro y sin alma son las elecciones nacionales seguramente más pervertidas que se hayan impuesto a este país en veinte años de oprobio y de martirio de su pueblo. Algunos sacrilegios, como el del cambio de la directiva de los partidos políticos opositores, y hasta aliados, debe tener escasísimos antecedentes mundiales, si es que los hay. Esta insigne fechoría y otras cuantas, también aberrantes, como la persecución de los diputados despojados de inmunidad verbigracia, hechas por un TSJ írrito y repleto de sanciones internacionales, lo dice todo. Y tampoco olvidemos que la torta va a ser adornada por alacranes y saltimbanquis. Por todo lo cual no merece fatigar la razón para tratar de analizarla, es un circo cívico público y notorio.

Reconozco que me dan curiosidad los numeritos finales. Sobre todo, por la entrenada astucia del régimen de cambiar votos por comida y uno que otro favor nimio, aunado con un aparato controlador y represor de la más fina confección cubana. Siempre es interesante ver cómo y cuánto opera. Ah, y las máquinas chinas a estrenar. La encuesta Datanálisis, de octubre, una encuesta infamemente hecha metodológicamente, le da 25% que no es mucho decir y habrá que descontar algo, aunque sea mísero, para los bravíos opositores, ¿10% será mucho? Interesante, hay algunas interrogantes.

En cuanto a la utilidad de la elección. Me parece que va a hacer poco gananciosa para la dictadura. Con el TSJ como gran decisor de todo cuanto escapa al presidente y a su mandar y las bayonetas bolivarianas de Padrino hay poder suficiente para hacer lo que les venga en gana, de lo cual ya hay múltiples pruebas. Y si lo que se pretendía era mejorar la espantosa imagen que tienen ante el mundo civilizado, ya hay muestras de lo contrario, que aumentó. Así que préstamos e inversiones se alejan cada vez más, rusos y chinos incluidos.

Lo que si de verdad nos concierne como oposición es lo que vamos a hacer con lo que esto resulte, el 6 de enero. Poco tiempo para problemas gruesos. Ya lo he dicho, pero no hay otra solución que mantener en la actual Asamblea, el pedazo mayoritario y opositor, el poder legítimo de la república. No puedes refrendar un fraude convocado, además, por un usurpador. El problema, ya otros lo han dicho, es Guaidó, para mí de notables valores, y lo único que nos queda parecido a un líder aunque en descenso continuo, pero que también otro partido, Primero Justicia, tiene razones para ocupar la presidencia de la Asamblea, como se pactó entre los cuatro partidos mayores de la MUD, en los jubilosos días del año 2015, aunque no asome ninguna figura para sustituirlo; Capriles parece desaparecido después del último, fracasado y torpemente instrumentado, intento de trazar una línea estratégica distinta a la ya instalada. Vaya a ver qué se hace.

Por otro lado, María Corina, que ha estado más bien silenciosa y reservada últimamente, resulta que iguala técnicamente el liderazgo de Guaidó, dice la mal nombrada encuesta. Sean lo que sean los números, yo espero que, como ya ha pasado, su prudencia que convive con su radicalismo, la haga permeable a la búsqueda de la unidad indispensable para atravesar un peligroso tranco de nuestro inmediato porvenir, que nadie supone sencillo de renovar y reestructurar. Y que está ahí, a semanas, con el “feliz año”. Pero los cortes pareciese que ahora son claros, lo cual podría ser bueno, las sombras son siempre sombrías.

Por supuesto que quedan muchas preguntas por responder. Por ejemplo, Biden. O, por ejemplo, dónde va a sobrevivir la Asamblea, con Guaidó o sin Guaidó. Por ejemplo…